Quedó inaugurada la muestra fotográfica “El camino de las partículas” de Agustín Martínez, en el Centro Cultural Pascual Lauriente enGuaymallén. En la ocasión, el artista estuvo acompañado por la cantante Celina Jury, quien interpretó canciones en vivo, y la editora Natalia Flores, quien expuso diversas obras literarias.
La exposición estará disponible hasta el 16 de diciembre y podrá ser visitada de lunes a viernes, de 9 a 18h, en Bandera de Los Andes 8956 de Rodeo de la Cruz. La entrada es gratuita.
Agustín Martínez es músico, compositor, profesor de bajo y fotógrafo. Cursó los primeros años de la Licenciatura en Música en la UNCuyo y tiempo después adquirió su primera cámara. Sus fotos se funden entre lo artístico y el fotoperiodismo, teniendo como protagonistas al tiempo y la cotidianidad de la gente, enfatizando sus costumbres y sus creencias, siendo la calle el principal escenario.
“El camino de las partículas”
La muestra pone en foco la vida y el paso del tiempo en diversos pueblos y parajes, en especial de la región cuyana y el noroeste argentino. Entre las mayores constantes se aprecia la fe como un enorme sostén de las personas, con diferencias casi imperceptibles entre la religión, el fanatismo y la santería. El vívido recuerdo de los muertos los transforma en pilares de la sociedad actual. Las imágenes muestran lo más humano que tenemos: la vida misma, de principio a fin, y todo lo que está ahí esperando a ser visto, hasta lo más minúsculo.
“Cuando el tiempo se conjuga en presente no hace más que mirarse el ombligo. Sin embargo, levanta la cabeza y observa todo lo que pasa a su alrededor en cada recodo del país. Los caminos trepan casi todas las montañas. A la vera de la ruta, la tierra muerde y aplasta a los seres humanos. Es hambre y devoción por lo existencial. La tierra entrega sus vísceras a las manos obreras. Luego hombres y mujeres la suturan con cruces y altares de piedra.
Cuando el tiempo se conjuga en memoria, los ciclos simbolizan una repetición vital. Los lugareños despiertan dóciles a su rutina: las conversaciones en las esquinas, el ritual de la siesta, las caninas compañías, las paredes de adobe, las plegarias a los difuntos, las promesas como una urdimbre. El mundo es una partícula de polvo permanente y viajera”, relata el autor.