¿A la sombra de Giol?: Vicentin sería la segunda bodega estatizada en 40 años
La estatización de Vicentín, que con su alcance local a través de Vicentín Family Wines, no sólo la convierte en la octava firma que pasa a manos del Estado en los últimos 17 años. Para Mendoza, una vez convertida en ley la expropiación, significaría la segunda firma que pasa a la órbita de la gestión pública en los últimos 10 (luego del caso de OSM), pero sobre todo configura un caso inédito para la vitivinicultura: a casi 4 décadas del caso Giol, el Estado puede volver a ser jugador del mercado.
"Una intervención por decreto complica la relación Estado-empresas. Expropiar una empresa en quiebra no deja las cosas en claro económicamente, y en este caso el mayor beneficiario terminará siendo el propio Vicentín, que cobrará lo que la empresa no vale", resalta Eduardo Sancho, actual presidente de Fecovita, referente de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas) y último titular de Giol, antecedente inmediato de presencia estatal en la actividad.
No es la única postura crítica de la industria ante la decisión del presidente Alberto Fernández de rescatar al grupo agroindustrial exportador Vicentín, en medio de un concurso de acreedores por su pasivo superior a los u$d 1.300 millones cuyo 47% corresponde al Banco Nación. En Mendoza involucra a
Vicentín Family Wines (ex Sottano, en Luján), y se evalúa aún en qué medida a la mostera Juviar (ex Viñas Argentinas, de grupo Cartellone), vinculada a capitales internacionales.
La participación en el mercado de Juviar, junto a la sanjuanina Enav, con casi 30 mil toneladas de mosto exportadas en 2019, no es menor: representa más del 25% del total país. Sitio Andino intentó sin éxito contactar a sus referentes para precisar alcances de la situación, seguida de cerca por parte de la Cámara de Exportadores.
Para Fernando Morales, titular de la entidad, "la operación de las mosteras sigue normal. Y si bien entendemos que el grupo hará su planteo jurídico legal, para regularizar pasivos y mantener fuentes de trabajo puede ser una decisión acertada a corto plazo. En el largo, el Estado debería volver a las fuentes y mantener su rol ejecutivo, no como un actor empresario".
Del lado de las bodegas exportadoras el hecho, tomado como símbolo de una avanzada del Gobierno sobre el sector privado, también genera escozor inicial.
"Es algo inédito y precipitado que sorprendió a todos, aunque falta ver lo que salga del Congreso. Si bien la firma estaba en concurso, no es lo que a un empresario le gusta escuchar, y habrá que contar con más información para saber si marcará una tendencia", señaló Patricia Ortiz, presidenta de Bodegas de Argentina.
El recuerdo de Giol
La bodega fundada por Juan Giol se había convertido en SA en 1911, pero con los años los problemas financieros con el Banco Español la llevaron a vender el 51% de las acciones al Estado provincial en 1954. Diez años más tarde la totalidad de la Bodegas y Viñedos Giol quedaría en manos de la provincia, aún con cierta expansión comercial y 6 plantas de fraccionamiento en el país.
Como empresa estatal, Giol no llegó a cumplir las 4 décadas de vida. Es que con una superestructura edilicia y funcional en gran parte obsoleta y casi 3.000 empleados, no pudo enfrentar la grave crisis vitivinícola de los años 1970-80: con un déficit crónico e insostenible, el gobierno provincial de Bordón decidió su privatización a fines de los '80, transformándose en Fecovita.
Según recuerda Sancho, conocedor del proceso como ex funcionario del gobierno de Bordón, "el presupuesto no alcanzaba para sostenerla y la ley sólo permitía capitalizarla, lo que acumuló una cuantiosa deuda con el banco Mendoza que después significó su caída. Además de no haber llegado nunca a convertirse en testigo ni regular el mercado, con todos los Gobiernos dio pérdidas: de hecho, acumulaba 5 escuelas mensuales de déficit".
El actual titular de Fecovita vincula ese antecedente con el panorama actual, porque considera que para avanzar sobre el mercado "se necesita un Estado fuerte y chico, siendo más grande se vuelve torpe y difícil de manejar". Y, comparándolo con la etapa de Giol, destaca el propósito del actual Banco de Vinos provincial al afirmar que para regular al mercado vitivinícola "más que una bodega lo indispensable es una chequera".