La familia pidió justicia

El dolor del padre del joven asesinado: "Lo quería todo el mundo"

Por Hernán Adrover

Javier Pérez todavía no reaciona luego del homicidio de su hijo Franco "Pupi" Pérez, el joven inocente de 23 años que fue ultimado de un tiro este domingo por la noche en Godoy Cruz. "Estoy hecho mierda", admitió aún sin entender la absurda muerte de su hijo mayor, que quedó en medio de un tiroteo que se produjo tras una pelea entre conocidos pero que no tenía nada que ver con esa situación. Por el hecho imputaron a cuatro hermanos que quedaron detenidos luego del hecho de sangre.  

"Necesito juntar fuerzas y sobrepasar todo esto", explicó resignado. "Es una mierda", volvió a decir marcado por el dolor de saber que perdió a su hijo. 

Respecto al homicidio, explicó que "no sé mucho pero quedó en medio de una balacera entre unos tipos que son ratas". Aseguró que en los próximos días iba a asesorarse para que "se haga justicia con mi hijo". 

"Era un niño bueno y me lo mataron. Era un chico entero y fanático de River. Era un tipo fenomenal y lo quería todo el mundo", describió. 

"Se fue al mundial solo y no le pasó nada. Se pagó solo el viaje, vivió y disfrutó. Pero vino acá (por la provincia) y lo mataron unos mugrientos", soltó con bronca y sin respuestas a sus miles de interrogantes. "Todavía no reacciono, no sé cómo pasó". 

Respecto a su familia y cómo viven el duelo, señaló que "mi hija -tiene 9 años y Franco la cuidaba- llora y creemos que se fue a ver el partido de River", dijo queriendo creer con dolor que su hijo está en los Emiratos Árabes viendo el Mundial de Clubes donde juega River Plate y que algún día va a regresar. 

"Él (por Franco) una vez me dijo que si le pasaba algo que lo cremara y que las cenizas las lleve a la cancha de River. No sé cómo voy a hacer pero le voy a cumplir a mi hijo", concluyó triste.

El hecho de sangre ocurrió este domingo minutos después de las 20 en el momento que Franco Javier Pérez caminaba por calle Sarmiento hacia el este, entre las calles Primera Junta y Terrada, así lo determinaron los peritos de Policía Científica que este lunes continuaban trabajando en la escena (hallaron un plomo calibre 22 entre las piedras de la banquina norte de calle Sarmiento).

Los allegados y familiares del joven explicaron que se dirigía a la casa de un amigo cuando recibió el tiro mortal en el pecho. El proyectil de una pistola calibre 22 le provocó daños irreversibles y murió a los segundos de ser herido.

Las manchas de sangre que quedaron en la vereda marcaron el trayecto que hizo la víctima antes de caer fulminado en una pequeña despensa llamada Aideé. En ese lugar quiso pedir ayuda pero no resistió. "Me muero", alcanzó a decir y falleció. 

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