La jardinería es una forma accesible y placentera de incorporar naturaleza al hogar, incluso en espacios reducidos. Cultivar lavanda en maceta no sólo embellece balcones o terrazas, sino que también aporta beneficios aromáticos y terapéuticos. Con algunos cuidados clave, esta planta se convierte en una aliada perfecta para quienes disfrutan del arte de cultivar.
El paso a paso para comenzar
La lavanda es una planta aromática originaria del Mediterráneo, fácil de cuidar y muy decorativa. Podés cultivarla desde semilla o, si querés resultados rápidos, comprar una plántula. Empezar con una planta desarrollada te permite disfrutar de su floración más pronto, ya que sembrar desde cero puede demorar un año o más.
Ubicala en una maceta con buen drenaje, preferentemente de barro o cerámica, y elegí un lugar donde reciba al menos 6 a 8 horas de sol directo por día. La exposición solar es clave para su crecimiento y floración abundante.
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Jardinería: cómo cultivar lavanda en maceta para llenar tu casa de color y perfume
Cuidados esenciales para una lavanda feliz
El riego es importante, sobre todo en los primeros años. Durante esta etapa, la planta es más vulnerable a la sequía. Regá moderadamente, solo cuando el sustrato esté seco, evitando que el agua se acumule en la base. Con el tiempo, su sistema radicular se fortalece y tolera mejor la falta de agua.
El sustrato ideal combina tierra para aromáticas con un poco de arena o grava. No es necesario fertilizar mucho, apenas una o dos veces por temporada con abono orgánico liviano. Así evitarás que crezca mucho follaje y poca flor.
Jardinería en maceta: poda, trasplante y cosecha
Para mantener la lavanda saludable en tu jardín, realizá una poda suave después de la floración, cortando las flores secas y acortando un poco las ramas. Esto ayuda a conservar su forma y estimula nuevos brotes.
El trasplante se recomienda cada 2 o 3 años, en primavera. Elegí una maceta apenas más grande que la anterior para evitar el exceso de humedad. Una maceta bien elegida puede evitar muchos problemas de raíces.
La cosecha se hace al comenzar la floración, cortando tallos en días secos y soleados. Secalos boca abajo en un lugar oscuro y ventilado. Sus flores secas son perfectas para aromatizar cajones, hacer infusiones o pequeños regalos caseros.
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Jardinería: cómo cultivar lavanda en maceta para llenar tu casa de color y perfume
Una aliada del jardín y los polinizadores
Además de embellecer balcones, la lavanda es amiga de abejas y mariposas, que se sienten atraídas por su néctar. Esto contribuye al equilibrio ecológico de jardines urbanos o rurales.
Podés combinarla con romero, salvia o tomillo si querés un rincón aromático, o con equináceas y rudbeckias para un efecto visual impactante. La lavanda es tan versátil como resistente, y siempre suma encanto y fragancia a cualquier espacio./meteored.