Mientras la geopolítica juega a las escondidas con minerales y proteínas, y el rescate de los Estados Unidos a la Argentina desata polémicas y críticas de los farmers norteamericanos, el propio presidente Trump promete comprar miles de toneladas de carne argentina para bajar los precios internos (aunque después la Secretaría de Agricultura y ayudar a nuestro país que se “muriendo de hambre”). En la Argentina se confirma que el Estado perdió plata y apenas un puñado de productores con algo de grano guardado se beneficiaron con la fugaz baja de retenciones que el propio Estados Unidos ordenó terminar.
Un reciente informe de la Fundación Mediterránea asegura que el beneficio de la eliminación transitoria de retenciones, agotado en 72 horas, generó una inyección de precios internos, obligando a los exportadores a trasladar dos tercios del alivio fiscal a los productores de soja. La medida, sin embargo, estuvo marcada por la obligatoriedad de liquidación anticipada de divisas, lo que mermó el margen del sector comercial e industrial.
Los técnicos del IERAL aseguran que, tal como se había previsto, el esquema de cero retenciones se agotó con extrema celeridad, alcanzando el límite de 7.000 millones de dólares en Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) en apenas tres días.
La masiva inscripción estuvo liderada por el complejo sojero, que monopolizó gran parte del registro, acumulando 14,5 millones de toneladas de soja (en grano y derivados). Le siguieron en importancia el trigo, con 3,1 millones de toneladas, y el maíz, con 2,0 millones de toneladas.
Retenciones: El sacrificio fiscal y el costo de la celeridad
La eliminación transitoria de los DEX, si bien implicó un sacrificio de recursos para el Estado, representó la contracara del beneficio para parte de la producción que tenía todavía producto guardado. Aquí surge una discusión que el informe evita y es quién tenía ese grano y oleaginosa: ¿los productores reales o las propias exportadoras a través de sus acopiadores? La sospecha es que el escenario es el segundo.
Volviendo al trabajo de la Mediterránea, se estima que el costo fiscal total de esta ventana asciende a 1.530 millones de dólares, lo que representa aproximadamente el 0,2% del Producto Interno Bruto (PIB) proyectado para 2025. Los rubros que mayormente explican este costo son la harina de soja, el poroto de soja y el aceite de soja, que en conjunto concentran más del 80% del total.
Sin embargo, la medida no operó en un vacío regulatorio. El esquema de beneficio fiscal estuvo íntimamente ligado a la obligación de una liquidación anticipada de divisas. Los exportadores debieron entregar los dólares al Banco Central de la República Argentina (BCRA) antes de siquiera disponer de los granos necesarios para la operación, o menos aún, antes de recibir el ingreso de la venta externa. Las liquidaciones registradas en este período ascendieron a 6.100 millones de dólares entre el 23 de septiembre y el 1 de octubre.
El trabajo de la Fundación, así como evita la discusión de quién tenía los granos, también ejerce una especie de defensa del sector agroindustrial exportador (principales financistas de la Fundación) y asegura que las condiciones en las que se reguló el “hot sale” exportador introdujeron sobrecostos significativos, especialmente para el sector industrial exportador.
La anticipación de divisas generó riesgos de descalce de precios -por ejemplo, vender al exterior a un valor inferior al que luego deberían pagar para la adquisición interna de la materia prima- y riesgos cambiarios. Estas presiones obligaron a los exportadores a buscar coberturas y asumir mayores costos financieros, lo que automáticamente redujo la magnitud del potencial beneficio asociado a la supresión de los DEX.
image
Un informe de la Mediterranea confirma que la Argentina perdió más de 1500 millones de dólares por las retenciones cero temporales
La paradoja del precio interno
Los analistas agregan que la singularidad del esquema (cupo, corta vigencia y liquidación anticipada) encendió la polémica sobre la distribución real del beneficio entre el eslabón comercial y el productivo. El mercado interno, al menos en sus primeros días, pareció dirimir esta disputa a favor del productor primario (NdR o de quien tenía granos).
Tomando la soja como referencia, los determinantes clásicos de su precio interno (precio pizarra) son el valor internacional (FOB en Puertos Argentinos), el tipo de cambio de liquidación, y la carga tributaria (DEX).
Pese a que el precio FOB cayó un 1,5% y el tipo de cambio de liquidación retrocedió un 3,4% entre el anuncio y la vuelta a la vigencia de las alícuotas previas —variables que, en teoría, debían haber provocado una caída del precio de paridad de exportación de la soja cercana al 4,9%—, ocurrió exactamente lo contrario: el precio pizarra de la soja en la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario experimentó un notable incremento del 13,6% en pesos (equivalente a un 17,6% en dólares al tipo de cambio oficial de liquidación).
Esta divergencia es atribuible a un efecto directo de la eliminación transitoria de los DEX. El sector exportador, al verse obligado a cumplir con las vastas cantidades registradas en DJVE (14,5 millones de toneladas de soja), debió salir a competir activamente en el mercado interno sin haber adquirido todavía gran parte de la mercadería. Esta urgencia competitiva convalidó precios por encima de la paridad de exportación, trasladando una parte sustancial de la menor presión impositiva hacia quienes poseían producto.
La cuantificación del alivio
El análisis detallado de las brechas entre el precio de pizarra y el precio de paridad de exportación permite precisar esta distribución. En el caso de la soja, la diferencia entre la paridad con DEX 0% y DEX 26% se ubicaba en torno a los 160 mil pesos por tonelada. Tras la eliminación transitoria, la brecha entre el precio pizarra y la paridad con DEX 26% se amplió, promediando 96 mil pesos por tonelada.
Estos números indican que los productores de soja que contaban con mercadería disponible y efectuaron ventas en esos días lograron apropiarse de cerca de dos tercios (67%) del alivio fiscal. El tercio restante (33%) quedó en manos de los exportadores, aunque este remanente deberá ser destinado, al menos en parte, a cubrir los ya mencionados mayores costos financieros y operativos derivados de la liquidación anticipada.
Para el maíz, el escenario mostró una distribución diferente: los productores lograron capturar el 43% del beneficio fiscal, dejando el 57% para el sector exportador. No obstante, en los últimos días del período, se advirtió una tendencia declinante en la participación de los productores de maíz, sugiriendo que la exportación había adquirido suficiente mercadería para cubrir una porción de las 2 millones de toneladas registradas.
El informe destaca que, en suma, la medida generó un traslado efectivo de ingresos hacia quienes tenían granos disponibles. No obstante, una vez que el sector exportador complete la adquisición de los volúmenes necesarios para cubrir las DJVE registradas bajo DEX 0%, el mercado inevitablemente regresará a reflejar la misma y elevada carga tributaria que regía anteriormente.