Cada 21 de septiembre, se conmemora el Día Mundial del Alzheimer. La fecha fue impulsada por la federación Alzheimer's Disease International (ADI, por sus siglas en inglés) con el objetivo de difundir información científica y concientizar sobre esta enfermedad porque cuanto antes se haga el diagnóstico, mejor. Si bien no tiene cura, existe tratamiento y, más importante aún, prevención.
La neuropsicóloga especializada en adultos mayores, Berenice Lemoine explicó que la Enfermedad de Alzheimer puede tardar hasta 20 años en mostrar sus síntomas y que la enfermedad tiene varias etapas. Por este motivo, resaltó la importancia de la prevención y el diagnóstico a tiempo. Además, se refirió al tratamiento que no cura la enfermedad pero retrasa el progreso de la patología que se manifiesta, en la mayoría de los casos, a partir de los 45 años.
En primer lugar, la profesional explicó que es necesario hacer una aclaración: “Tenemos que hablar de una primera etapa que es la enfermedad del alzheimer y después de la demencia del alzheimer. Hay que hacer esa distinción porque la demencia es la última etapa de la enfermedad y es una de las principales que existen entre los adultos mayores”.
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“El número de casos es cada vez es mayor porque hay más población de adultos mayores por la expectativa de vida. El alzheimer tiene causas hereditarias en un 5% pero el resto se desconoce, es multifactorial y aún está en estudio. Comienza con una acumulación tóxica de proteínas unos 20 años antes de que comience la sintomatología. Por eso, se habla de diferentes etapas, son varias pero podemos resumirlas”, agregó.
Luego, explicó cada una:
Preclínica o asintomática: no se manifiestan los síntomas pero ya está instaurada la enfermedad. Es ahí donde se va haciendo esta acumulación tóxica de proteínas y en la que la persona no sabe que está enferma.
Mórbida: empiezan a manifestarse los síntomas y comienza el deterioro cognitivo principalmente centrado en la memoria, “porque la acumulación tóxica se produce en el hipocampo, que es la principal zona cerebral destinada a la memoria y se empiezan a alterar las conexiones entre las neuronas, es decir, este pasaje de información. Es allí donde empieza también la muerte de la neurona y, en consecuencia, se dan los problemas de memoria, los olvidos de eventos, accidentes, el problema principalmente ocurre en la memoria episódica el problema”.
Demencia: es la última etapa y es la de total dependencia. “La persona pierde toda autonomía y necesita sí o sí depender de alguien más para todas las actividades de la vida diaria. Es decir, todo lo que implica poder comer, poder bañarse. Ingresa en una etapa de desorientación, un deterioro cognitivo ya mucho mayor”.
“A medida que va avanzando la enfermedad, a estos trastornos de memoria también se le agregan los conductuales y del estado de ánimo. Empieza la irritabilidad, a veces, hay actos de agresividad, son signos que aparecen cuando la patología va avanzando”, señaló la profesional.
Los olvidos cotidianos, ¿son siempre una señal de alzheimer?
En esta época en la que el estrés y las preocupaciones están presentes en la vida de todas las personas, es normal “asustarse” cuando, en ocasiones, olvidamos lo que hicimos o íbamos a hacer. Sin embargo, estas “lagunas” no implican necesariamente la presencia del alzheimer. ¿Cómo podemos diferenciarlas?
“Para que la gente no se asuste. En primer lugar, está el rango etario: esta enfermedad se da principalmente en los adultos mayores. Hay otras formas de alzheimer que son atípicas, que pueden manifestarse antes y que son las formas más raras”, comenzó a explicar Lemoine.
“A partir de los 45 años, es normal que comiencen los olvidos. Por ejemplo, antes (en la juventud) era más sencillo acordarse del nombre de un actor o de una película y quizás en la adultez ya no es tan fácil pero eso es normal. Muchas veces, en la edad adulta, en la económicamente activa, también tenemos muchos olvidos, pero eso está asociado al estrés, a una cuestión atencional, a que no prestamos tanta atención a ciertas cosas porque hacemos muchas al mismo tiempo y con el estrés que tenemos, algunas cosas se nos olvidan”, sumó.
Y pasó en limpio: “Para poder diferenciarlos, entonces, tenemos que ver primero el rango etario y después, saber que los olvidos del alzheimer son diferentes, no es el típico de que no me acuerdo dónde dejé las llaves porque, reitero, eso es una cuestión atencional. El Alzheimer no tiene que ver con la atención sino con el registro, esto es, que cuando se intenta evocar la información, no se puede porque no se la registró bien, se da en otra etapa de la memoria. La enfermedad también se expresa en la parte nominativa, es como que la persona tiene las cosas en la punta de la lengua pero no puede decirlas, no le sale, esa es otra forma de diferenciar la enfermedad”.
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Formas de prevenir el alzheimer
Ya quedó claro que, en realidad, el alzheimer no es una enfermedad que aparece de un día para el otro sino que está presente hasta 20 años antes de empezar a manifestarse. A partir de esto, es importante tener en cuenta que hay formas de prevenirlo.
“Hacemos mucho hincapié en la prevención porque, por un lado evita que se instale la enfermedad si la agarramos muchísimo antes. Es decir, siempre- y aplica para todo- recomendamos tener hábitos saludables como: una alimentación sana, actividad física y también mental porque el cerebro es un músculo que se tiene que entrenar”, indicó Lemoine.
“Todos estos son escudos protectores que ayudan a que la etapa asintomática se extienda lo máximo posible si la persona ya tiene predisposición a la enfermedad porque una persona con mayor reserva cognitiva puede ralentizar la aparición de síntomas”
“Además de una alimentación sana y ejercicio físico, todo lo que represente desafíos cognitivos ayudan y mucho: leer, aprender un idioma, bailar, hacer algo que no estemos acostumbrados a hacer, desafiar a nuestro cerebro y, especialmente cuando las personas se jubilan, mantener una vida social porque hay mucho riesgo de depresión. En el caso del alzheimer, la prevención depende más de cada persona que de un estudio de sangre, por ejemplo. Igualmente, siempre pero siempre es recomendable consultar al médico de cabecera ante cualquier duda o en la búsqueda de más información”, cerró la neuropsicóloga.