Análisis

Abstinencia digital: ¿por qué no podemos escapar de la "vida virtual"?

En el Día de la Abstinencia Digital, el cruce entre la vida "real" y la "digital" sigue en debate. ¿Podemos separarlas? ¿Por qué cuesta tanto desconectar?

Por Florencia Rodriguez

Primero las cartas, luego el telégrafo, el teléfono y la historia de la comunicación siguió evolucionando hasta nuestros días. Por estos años, es difícil- y hasta extraño- encontrar en una casa un teléfono fijo pero más llamativo es encontrar a una persona que no tiene celular, parecería casi imposible en el 2023. Con la evolución de las interacciones humanas, llegaron las computadoras, los chats y después, las redes sociales a través de las cuales se puede saber casi constantemente de la vida de otro o, al menos, de lo que quiere compartir. Estas aplicaciones se instalaron casi sin problemas a tal punto que se le dedican varias horas del día por lo que generó un debate entre “la vida real” y la “vida digital”, la “offline” y la “online”, respectivamente y se llegó a instituir una efeméride al respecto: el Día de la Abstinencia Digital. ¿Tanto nos cuesta desconectar? ¿Todavía podemos separar la cotidianeidad en dos aspectos?

El pasado 5 de marzo, se celebró el Día de la Abstinencia Digital. Es curioso tener que impulsar una fecha para algo que debería ser cotidiano, pero al parecer, no lo es tanto.

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Vida real vs Vida digital

Patricia Schwarz, doctora en Ciencias Sociales, magíster en Investigación en Ciencias Sociales y licenciada en Sociología, analiza el fenómeno de este “enfrentamiento”.

“El término de la ‘vida real’ es muy interesante porque en todos los estudios que se realizan en relación a lo vincular con la tecnología aparece este término y la pregunta: ‘¿dónde está la vida real?’ Si lo que se vive en la pantalla es real o no. Hay muchas opiniones al respecto pero el consenso al que se ha llegado, en general, en las investigaciones sobre el tema es que la vida real también pasa por las experiencias en el campo tecnológico, en el mundo digital. De hecho, se retroalimentan, ya no están separadas”, comenzó a explicar.

“Podríamos decir que son modalidades diferentes de lo real pero que están siempre dentro de lo que es la vida real porque la persona que está viviendo experiencias mediada por lo digital también transcurre su vida, al cuerpo le pasan cosas en relación al uso de las tecnologías así como a las emociones, a la subjetividad, a lo cognitivo. La vida real de esa persona también está presente cuando usa la tecnología. La vida real online y la vida real offline, entonces, son diferentes aspectos de lo mismo y esto fue muy debatido”, agregó.

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El cara a cara y el celular

Es muy frecuente estar en una reunión con familia o amigos/as y al cabo de unos minutos, agarrar el celular, no necesariamente para responder un mensaje sino para revisar las redes, cualquiera de ellas y “desapareciendo” de su contexto cara a cara con sus acompañantes.

Sin embargo, a tal punto se han insertado las redes sociales en la vida cotidiana que ya no se habla de esta ausencia en la vida real sino más bien de una parte de ella porque tiene impacto directo sobre esta. Schwarz, también investigadora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Centro Científico Tecnológico (CCT), del Conicet en Mendoza, lo analiza:

“Una de las características propias de esta dinámica digitalizada tiene que ver con lo que explican los especialistas que señalan que generan una atención permanente, parcial y continua. Hay una adaptación de nuestro cerebro a las diferentes demandas a la que lo sometemos para adaptarnos a nuestro entorno en cualquier contexto. Es difícil desconectarse porque incluso haciéndolo, la vida offline va a seguir afectada por la online: probablemente alguien pueda decirte: ‘Te mandé un mensaje ayer y no me respondiste, ¿todo bien?’”.

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Lo cierto es que muchas situaciones, encuentros de la ‘vida real’ se generan a partir de la ‘digital’, se puede conocer personas, concertar encuentros, retomar contacto con gente que no veíamos hace mucho tiempo y la lista sigue. No obstante, como explica Schwarz, “todas las cosas, en exceso, tienen impactos negativos. Entonces, ante esa situación se propone un corte pero en realidad por qué hay que hacerlo a la fuerza, ¿por qué cuesta tanto? Porque ya es parte de la vida offline, no es accesorio, que se pone y se quita sino que la vida ‘digital’ ya es parte de la ‘real’”.

Sobre la necesidad de crear el “Día de la Abstinencia”

“Es lo mismo que ocurre con el Día del Parto Humanizado: si hizo falta cuando el sentido común dicta que lo lógico es tratar bien a las pacientes, el trato respetuoso, entonces evidentemente estábamos muy mal. En este caso, es algo parecido, es bastante lógico que hayamos llegado a esto por varios motivos identificables. En principio, por la progresiva urbanización a nivel global. De algún modo, que haya una gran concentración de personas en poco espacio, también deja poca oposición al campo digital o tecnológico porque, efectivamente, donde hay más espacios, hay otras alternativas del hacer y así poder llegar a competirle a la conexión”, expuso la doctora.

Y agregó: “Por eso, muchas veces cuando se trata la problemática de la hiperconectividad de las poblaciones más jóvenes, muchas veces lo que se trata es cultivar alternativas. No hay que demonizar a las tecnologías digitales sino proponer, impulsar otras opciones a esas prácticas y tener otras acciones posibles para enriquecer las experiencias de esas personas. En general, en las grandes urbes está mucho más estimulado el uso de las tecnologías que en espacios rurales y la realidad es que la población mundial está tendiendo a la urbanización”.

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Para Schwarz, la existencia de un Día de la Abstinencia sirve, siempre y cuando, se utilice para llamar la atención sobre la necesidad de encontrar un equilibrio entre “las dos vidas” y para impulsar otras propuestas de contacto directo como practicar un deporte, aprender algo nuevo, promover reuniones y actividades que nos brinden placer.

“Ahora, no tendrá sentido si la idea es desconectarse full por un día y luego regresar como si nada. De nada sirve, estar excesivamente con el uso de la tecnología, soltarlas un día y volver al exceso. Además, a esta altura, ya no se puede porque es un nuevo lenguaje, una nueva dinámica que si soltás, quedas afuera”, cerró.

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