Bienvenidos a la "canibalización" del mercado interno de vinos
Al primer semestre del 2013, las exportaciones acumulan una caída del 22,28%, mientras que los despachos al consumo interno crecieron sólo 2,38%. Lo que se pierde a fuera no se logra ubicar adentro y la sobreoferta está llevando a una competencia despiadada. Las consecuencias son desinversión y concentración del negocio.
La crisis externa que padece la vitivinicultura argentina, como consecuencia del atraso cambiario, inflación de costos en dólares y pérdida de competitividad, empieza a impactar puertas adentro, en el mercado interno. Es que lo que no se logra vender a fuera, porque los mayores costos impiden llegar a los mercados mundiales con un precios competitivo, las bodegas intentan venderlos en un mercado interno que a duras penas lucha por mantenerse. Y esta competencia despiadada entre las bodegas, con una mayor oferta de vinos, está generando una canibalización del mercado interno.
Los números dan cuenta de esto. A lo largo de los primeros seis meses de 2013, las exportaciones de vinos acumulan una caída en volumen del 22, 28%. En cantidad, esto representa que Argentina dejó de exportar 39,37 millones de litros, según datos del INV.
En igual período, los despachos al consumo interno crecieron 2,55%. Esto representa un aumento en la cantidad del vino vendido de 11,79 millones de litros.
Las cuentas, entonces, marcan que sólo en el primer semestre del año es mucho más lo que se dejó de exportar en vinos (27 millones de litros de vino) de lo que crecieron las ventas en el mercado interno.
Como el vino es un producto anual, cuyas existencias dependen no sólo de las fluctuaciones del mercado (ventas) sino también de la cosecha anual de uva (cantidades) que se obtiene, el impacto de esta situación puede verse en las actuales existencias de vinos. A enero de 2013, según datos del INV, las existencias totales de vinos en la Argentina alcanzaban a 10,54 millones de litros. Al 1 de julio de 2013, también según datos del INV, hay un stock acumulado de vino por 19,10 millones de litros. En siete meses casi se duplicó el stock de vinos.
Como el mercado externo es un lugar cada vez más lejano para el vino argentino, esta mayor oferta (existencias) se está tratando de vender en el mercado interno. Más bodegas apuntan sus cañones al consumidor argentino. El problema es que el consumo interno de vinos no crece lo suficiente como para absorber lo que se está dejando de exportar. Y esta sobreoferta, está canibalizando el mercado.
Juan José Canay, presidente de Bodegas de Argentina.
El mercado interno está prácticamente en los mismos volúmenes que el año pasado, porque que suba un 1% o baje un 1% no cambia el negocio. El problema aquí es de rentabilidad, donde el margen es cada vez más ajustado y en algunos casos ya hay pérdidas sobre todo en la exportación. Y esto se nota. Nosotros como país podríamos exportar mucho más pero no lo hacemos por una cuestión de precios, admite Juan José Canay, presidente de Bodegas de Argentina.
Los destinos en el mundo a los que mandamos la mercadería no aceptan aumentos de precios y nosotros no podemos vender a los mismos precios porque nos suben mucho los costos internos. Por eso perdemos mercado. Argentina tiene y puede exportar mucho más, de hecho venía creciendo muy bien, pero es un crimen que ahora no podamos seguir creciendo, admitió Canay, antes de señalar que hay fuertes caídas en la exportación también de vinos a granel y de mostos exclusivamente por cuestiones de precios.
El mercado interno ya está canibalizado, admite el Presidente de Bodegas de Argentina, antes de señalar que la gente que se dedicaba mayoritariamente a la exportación de vinos, ahora no puede exportar, por lo que trata de vender en el mercado interno para sobrevivir. Pero el mercado interno no está creciendo lo suficiente como para absorber esta mayor oferta de vinos. Y cuando todos quieren ofrecer, hay riesgos de saturar el mercado. De hecho hay restaurantes que están cerrando, vinotecas que tienen problemas y también están cerrando, se atrasan los pagos y todo esto no deja un panorama muy alentador, admite el empresario.
La pérdida de competitividad la hemos planteado a nivel nacional y hemos contado como sector con el apoyo de los gobiernos provinciales, pero hasta ahora lamentablemente no hemos obtenido nada de todo lo que hemos pedido. No hay eco en ningún lugar y esto se da en todas las economías regionales. El reflejo de esto es que caen las inversiones, porque si las empresas no tienen rentabilidad lo primero que ajustan es la inversión y esto afecta el futuro de la industria vitivinícola, señala Canay.
¿Y las consecuencias?
Ya hay bodegas que están teniendo problemas y hay muchas en venta. Es inevitable que pase esto, con el consiguiente efecto negativo que tiene sobre la cadena de pagos y los productores de uva que le venden a estas bodegas, admite el dirigente.