Otro efecto de la recesión

Entre subas de precio y caída de ventas, las verdulerías pelean para sobrevivir

Por heladas y cambio de estación, el precio de algunas hortalizas treparon hasta 1000%. Impacto en ventas y estrategias de supervivencia.

El cambio de consumo estacional por frutas y verduras de producción local, y por ende, a menor precio, al parecer no basta. La recesión empieza a torcer decisiones de compra que se traducen en caída de ventas, y un efecto indeseado: el cierre de verdulerías en varios puntos de la provincia de Mendoza.

Entre los casos más notables está el del tomate, con una trepada de hasta 400% respecto a abril.

"Termina la época de producción local de varias hortalizas, y empieza el ingreso de la del Norte argentino con precios que se han elevado fuerte. Es una franja bastante amplia, que incluye al tomate, pimiento, berenjena y choclo", enumera Omar Carrasco, referente de UFHA (Unión Frutihortícola Argentina) en Mendoza.

Precios por las nubes (y ventas en picada)

Si bien algunos productos, habitualmente considerados caros como la palta, bajaron, la preocupación pasa por las subas exorbitantes que ya se perciben en los precios al público.

"Un kilo de tomate vale lo mismo que una bolsa de papa. Increíble!".

La exclamación de un comprador que frecuenta una de las ferias del Gran Mendoza muestra cómo se han distorsionado los precios. Ese tipo de reacción explica la marcada caída en ventas, que se percibe incluso desde los mercados concentradores o de abasto, las conocidas ferias.

Según Carrasco "para operadores las ventas tuvieron una caída notable. Si comparamos con enero, es un 50% como mínimo. Eso responde a que la gente a mitad de mes ya no tiene efectivo, y eso deriva en el cierre de algunas verdulerías chicas y hasta medianas porque no alcanzan a reembolsar lo que gastan en mercadería".

Lo dicho: el tomate es la referencia más clara. El cajón de 20 kilos, por el que en abril se pagaba entre $5000 y $6000, hoy ya cuesta $55.000/$60.000. Es decir, su precio se disparó hasta 1000% en lo que va de mayo.

Algo similar pasa con la berenjena, que no superaba los $7000 hace un mes y trepó a $45.000 por caja. O el pimiento: el precio del rojo no baja de $63.000, casi 3 veces el que tenía en abril; mismo salto dió el verde, que difícilmente se encuentre por menos de $20.000.

Otro producto consumido como el zapallito italiano, o zucchini, pasó de $8000 a $55.000 en el mismo lapso.

Como contrapartida, los cítricos (limón, naranja) empiezan a bajar y ya se consideran baratos para los precios usuales del mercado. Actualmente, una caja de naranjas ronda los $14.000, bastante por debajo de su precio hasta hace un mes.

Algo similar pasa con manzana y pera, al igual que banana (entre $18.000 y $20.000 la caja origen Ecuador, la más cara). Y sobre todo palta, comúmente fuera del alcance de la mayoría de los bolsillos por su cotización: por estos días la bolsa puede pagarse por la mitad del precio del exorbitante tomate.

Fraccionar, una estrategia

Comprar por kilo es algo que parece ya de otra época. El poder corrosivo de la inflación obligó a los consumidores de frutas y verduras en Mendoza desde hace tiempo a adquirir unidades para que el dinero rinda lo más posible.

En los puntos de venta "leen" ese nuevo hábito y lo usan como recurso para sostener las ventas.

"Mientras el tomate aumentó 30%, el atado de acelga cuesta 40% menos. La gente ya se lleva por unidades: por ejemplo, 3 zanahorias no se puede gastar menos de $1.200", detalla Brisa, del otro lado del mostrador de una verdulería de Ciudad.

Como otros puntos de venta, reconocen los altibajos en las ventas. "Una buena mañana puede rondar los $50 mil, pero un día flojo cae a la mitad. Por eso intentamos mover las ventas con todo lo posible para sostener el negocio", agrega la jóven.

En otro local ya aplican una estrategia propia: fraccionar los productos.

Sergio, su dueño, cuenta que "como es difícil que la gente se lleve un repollo entero, lo dividimos hasta en cuartos que se venden envueltos. Y se venden al mismo precio que por kilo".

Así, por un trozo de un repollo de hasta 2,5 kilos a un valor $2000, se puede gastar no más de $400.

Como cada año, no por repetido el consejo para el consumidor pierde vigencia: no comprar lo que está caro, y caminar para encontrar el mejor precio. O estar dispuesto a reemplazar insumos, como pasa con el tomate para la ensalada, por lechuga, con mayor oferta y más barata.

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