Asimetrías

Desigualdad regional en Argentina: cómo se reparte la riqueza entre las provincias

El PBI argentino muestra fuertes desigualdades entre las provincias de Argentina. Beneficiados y postergados a través de la historia.

Por Marcelo López Álvarez

Argentina es, desde sus orígenes, un país de profundas asimetrías regionales. La distribución del producto bruto interno (PBI) evidencia fuertes contrastes entre provincias, tanto en la cantidad de riqueza que generan como en la calidad de vida que alcanzan sus habitantes. Este fenómeno histórico, alimentado por patrones económicos, demográficos y políticos, constituye una de las claves para comprender los desafíos del desarrollo nacional.

Las diferencias argentinas no son solo de paisaje o de clima. Son desigualdades estructurales que se traducen en niveles muy distintos de ingreso per cápita, de acceso a servicios, y de oportunidades productivas y educativas. Analizar cómo se configura esa desigualdad territorial permite dimensionar los problemas de equidad y los límites de un modelo de país que históricamente se ha concentrado en pocas regiones.

Y esas desigualdades no son adjudicables a los proyectos políticos que hayan gobernado esas provincias y regiones, sino más bien al desacople entre el modelo federal que adoptó la Argentina como organización pero que terminó siendo dominado por el centralismo y el unitarismo porteño y de la Pampa Húmeda.

Una economía excesivamente concentrada

El trabajo de Fundar revela que más de la mitad del PBI argentino se genera en solo dos jurisdicciones: la provincia de Buenos Aires (32%) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (20%). A gran distancia les siguen Córdoba (8%) y Santa Fe (7,8%), que completan el núcleo productivo de la región pampeana. En conjunto, estas cuatro provincias explican más de dos tercios de la economía nacional.

En el otro extremo, las tres provincias con menor participaciónLa Rioja, Formosa y Catamarca— no llegan al 1% del PBI cada una. El desequilibrio es tan pronunciado que Buenos Aires produce más de 50 veces lo que genera La Rioja.

Si se agrupa el análisis por regiones, la región pampeana, que incluye el AMBA, explica el 72% del PBI nacional. El resto del país queda muy relegado: Patagonia (9,5%), NOA (7,9%), Cuyo (5,6%) y NEA (4,9%).

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La desigualdad en la participación del PIB de las provincias de la Argentina no se revierte.

La desigualdad en la participación del PIB de las provincias de la Argentina no se revierte.

La Patagonia: del margen al protagonismo

Pese a ser históricamente una región periférica, la Patagonia protagonizó el mayor salto económico desde fines del siglo XIX. Mientras que el PBI nacional se multiplicó por 34, el de la Patagonia creció 680 veces. Este despegue estuvo vinculado al desarrollo de industrias de hidrocarburos y minería, la promoción industrial y la expansión de sectores como la energía, la pesca y el turismo.

Hoy, la Patagonia produce casi el 10% del PBI del país y tiene el mayor ingreso per cápita regional, muy por encima del promedio nacional. De hecho, provincias como Neuquén, Santa Cruz o Tierra del Fuego presentan niveles de ingreso comparables a Alemania, Italia o Emiratos Árabes Unidos, si se mide el PBI per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo.

PIB per cápita: radiografía de la desigualdad

El PBI per cápita ofrece una medida más precisa de la riqueza relativa. Aquí también se manifiestan fuertes disparidades: solo 8 provincias superan el promedio nacional, mientras que 16 están por debajo. CABA lidera con un PBI per cápita 189% superior al promedio. Le siguen las provincias patagónicas, con desempeños destacados.

En cambio, nueve de las diez provincias más pobres están en el Norte Grande. Las tres más rezagadas —Misiones, Corrientes y Formosa— tienen un PBI per cápita que es 52% inferior al promedio nacional. Esta brecha equivale a una diferencia de seis veces respecto de CABA.

Un dato llamativo: aunque la provincia de Buenos Aires lidera en volumen total, su PBI per cápita es 15% menor al promedio nacional. Su alta densidad demográfica diluye el promedio por habitante.

También es importante tener en cuenta que el PBI se mide según dónde se produce, no dónde vive quien produce. Esto distorsiona ciertos indicadores, como en el caso del conurbano bonaerense, cuyos trabajadores elevan el PBI de CABA aunque residan en otra jurisdicción.

Infografia DIARIO 980x1200 Cuánto más rica o pobre es una provincia A 19-06-2025.png

Argentina y la persistencia de brechas históricas

A lo largo de los últimos 130 años, las desigualdades regionales no se redujeron, sino que se profundizaron. Si bien todas las regiones aumentaron su PBI per cápita, el crecimiento fue muy desigual. La región pampeana pasó de ser 11% más rica que la media nacional en 1895 a serlo en un 10% en 2023. Pero la Patagonia la superó y hoy exhibe un ingreso per cápita 65% mayor al promedio.

Las regiones del NOA y NEA, en cambio, mantuvieron su condición de rezago estructural. Desde fines del siglo XIX hasta hoy, la brecha con la media nacional no solo no se redujo: se amplió. A pesar de ciertos avances recientes —como la expansión agropecuaria en Santiago del Estero—, la diferencia acumulada durante décadas sigue pesando.

Cuyo, por su parte, también se alejó del promedio. En 1895 era una región algo más rica que la media nacional; en la actualidad, su PBI per cápita es 23% inferior. La causa principal: el bajo dinamismo económico de Mendoza y San Juan en comparación con otras regiones.

Una deuda pendiente del federalismo argentino

El recorrido histórico muestra con claridad que, salvo la Patagonia, ninguna región logró acortar la distancia con el núcleo económico pampeano. Y en muchos casos, las brechas se ensancharon. Esto configura un mapa desigual, con regiones que concentran la riqueza, la inversión y la innovación, mientras otras siguen enfrentando obstáculos estructurales para despegar.

La equidad regional, más allá del discurso, sigue siendo una deuda persistente del federalismo argentino. Entender estas dinámicas es clave para diseñar políticas que promuevan un desarrollo más equilibrado, inclusivo y sostenible.

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