Maximiliano Guerra brindó una noche de tango y seducción gitana
El reconocido bailarín regresó a Mendoza junto al Ballet del Mercosur para presentar su propia adaptación de "Carmen". El público aplaudió de pie el espectáculo que calentó la antesala al ritmo del 2x4.
Para muchos mendocinos amantes de la danza, las bajas temperaturas no fueron un impedimento para concurrir la noche del domingo a la cita que propuso el reconocido bailarín Maximiliano Guerra junto al Ballet del Mercosur en el auditorio Ángel Bustelo. Un día antes fue el departamento de Rivadavia el que disfrutó de su presencia en el Teatro Ducal.
Mendoza recibió con una gran convocatoria al reconocido bailarín Maximiliano Guerra quien presentó la obra "Carmen".
La visita se enmarcó dentro de la gira que el artista emprende por segunda vez con el espectáculo Carmen por todo el país. Fue así que ante una gran concurrencia el cuerpo de bailarines puso en escena la adaptación que el propio Guerra hizo de la novela de Prosper Mérimée. Una pieza que él mismo ha confesado que le fascina interpretar porque fue su inicio como primer bailarín en el Teatro Argentino de la Plata cuando sólo contaba con 16 años.
A modo de antesala y para preparar el terreno de la trágica historia de la sensual cigarrera de espíritu rebelde y libre, la compañía abrió la primera parte del programa con la puesta Tango Paradiso, donde el público pudo disfrutar de pasionales y bellos cuadros coreográficos que vibraron al compás de la música ciudadana.
El tango abrió el programa de la noche.
Luego de un corto intervalo todo se dispuso para dar vida una vez más a la hermosa gitana interpretada por la bailarina, Patricia Baca Urquiza, quien regresa a los escenarios tras recuperarse de un infarto que sufrió en el 2011 en plena función de esta misma pieza. Esbelta y de movimientos de extrema delicadeza, la esposa de Guerra cautivó a los presentes con una extraordinaria actuación como protagonista de la puesta. La mujer capaz de conquistar a tres hombres al mismo tiempo arriesgando en ello hasta su propia vida.
Por su parte, Maximiliano Guerra entregó lo mejor de su técnica y años de trayectoria en la danza con el rol de Don José. Mientras que el resto de los bailarines del ballet se lucieron cada uno en su papel.
La versión se presenta despojada en cuanto lo escenográfico pero cargada de dramatismo y una teatralidad cautivante. El cuadro final con Carmen falleciente en brazos del autor de su muerte y el destino riéndose por la fatal suerte que corrieron ambos, corona maravillosamente un espectáculo que el público mendocino aplaudió de pie.