Natalia Oreiro escribe en español y en ruso cada vez que publica un contenido en Instagram. Es nueva en la red social. La actividad de la cuenta no alcanza a tener 40 posteos (por lo menos hasta este momento), pero ya tiene 377 mil seguidores. Desde que Netflix estrenó el documental "Nasha Natasha" el último 6 de agosto, la actriz, cantante, bailarina y empresaria de la moda no deja de recibir comentarios y elogios. Ella responde a las repercusiones así: en español y en ruso.
La distancia geográfica y cultural entre el Río de la Plata y el país que preside Putin parece insalvable desde este costado del mundo. Y más si advertimos que el puente pueda sostenerse en una mujer que nació en un barrio de la Ciudad de Montevideo, Uruguay, con un par de sueños en el bolsillo. Pero así es, Natalia Oreiro ha logrado unir las dos puntas del lazo y el fenómeno es real. ¿Cómo pudo? Tiene carisma, cree en sí misma y sabe cómo entregarse a las oportunidades. El resto es obra de un búmeran universal que dice que cuando das, recibes.
¿Así de sencillo? Las pistas nos las da el realizador uruguayo Martín Sastre (Miss Tacuarembó), que es quien con belleza estética y algo de poesía narrativa dirige este registro documental sobre la artista.
Un registro que no es un retrato puntilloso sobre su vida, pero sí un fresco sobre la intimidad de la gira que en 2014 Oreiro emprendió por distintas ciudades de Rusia a bordo del Transiberiano y que permite en ese recorrido no sólo atestiguar la fascinación de sus seguidoras, sino también hacer algunos altos en el camino para obtener testimonios de su entorno y referenciar su infancia, su ida a Buenos Aires y algunos otros momentos significativos de su carrera.
Volviendo a Rusia, todo indica que fue la transmisión de la novela "Muñeca brava" por aquellas lejanías frías lo que captó la atención de niñas y adolescentes que se sintieron identificadas por su personaje de chica común. Pero si este fue el comienzo, definitivamente ella supo fidelizar la conexión. En este sendero es en el que se mete de lleno la película para terminar revelando mucho más de lo que conocemos públicamente de la protagonista de películas de ficción como "Wakolda" e "Infancia clandestina". Esto es: horas y horas de dedicación a sus proyectos, coser vestuario a mano -por ejemplo-, arribar a lugares donde a nadie se le ocurre llegar para ofrecer un abrazo y sacarse una foto, mantener los pies en el afecto de su marido, el músico Ricardo Mollo y su pequeño hijo Merlín, y una larga lista de razones que tienen más que ver con una convicción que se tiene adentro, que el éxito que llega de afuera. "Yo quiero ser alguien importante", dice una Natalia niña en su Uruguay natal presagiando el futuro...
Si en la Argentina muchas y muchos nos preguntamos por qué Natalia Oreiro es una máxima figura en Rusia -y no es que aquí no lo sea pero no en esa magnitud-, que convoca multitudes a estadios y hace que cientos de chicas que no conocen nuestro idioma canten y bailen la coreografía de "No me arrepiento de este amor", de Gilda, este documental es una puerta directa a comprender la historia de una fascinación y una apropiación. "Nasha Natasha" que quiere decir "Nuestra Natalia", da cuenta de esto. Y también de esos fuegos de los que hablaba Galeano, esos que arden con tanta pasión que quien se acerca "se enciende".