Pigna, Sztajnszrajber y la "angustia de los próceres" en el Le Parc
En el marco de la Feria del Libro y ante una gran convocatoria de público, el historiador y el filósofo reflexionaron sobre la Independencia argentina.
"Pensar el Bicentenario: Historia y Filosofía de la Independencia", es la propuesta a cargo del historiador Felipe Pigna y el Filósofo Darío Sztajnszrajber, que este sábado en el marco de la Feria del Libro de Mendoza congregó a una importante cantidad de gente en el estacionamiento del espacio cultural Julio Le Parc.
Reconocidos ambos por tener la habilidad de hacer accesible el conocimiento para todo tipo de público, plantearon una presentación dinámica en la que se abordó la temática a partir de entradas' e intercambio de ideas, abordadas desde la disciplina que maneja cada uno.
En este sentido, durante el inicio se marcó el terreno para la primera lectura para pensar los 200 años de Independencia del país, y fue la referencia al discurso del presidente Mauricio Macri, en donde habló de la angustia' de los próceres por independizarse de España, en presencia del rey emérito, Juan Carlos.
"A esta fecha entendemos que este año no se le dio la importancia debida", dijo Darío Sztajnszrajber y un Pigna que le salió al cruce lo interrumpió agregando: "Perdón Darío que te interrumpa, te noto un poco angustiado, ¿puede ser?". "Un poco", le respondió el creador del programa de televisión "Mentira la verdad".
El diálogo continuó de este modo:
Darío Sztajnszrajber: -La angustia es un tema para hablar del Bicentenario. Creo que Felipe irónicamente está remitiendo a la tal vez una de las declaraciones más importantes que hubo este año sobre el Bicentenario, ¿no? Si no me equivoco el Presidente de la Nación en el acto principal en donde se conmemoró el Bicentenario, con la presencia del Rey de España, lo que hizo fue decir en un discurso que revisando la historia de nuestros próceres él piensa o él sostiene, que ellos sintieron en ese momento angustia por haberse separado de España.
Felipe Pigna: -Querido Rey.
Darío Sztajnszrajber: -A vos te molestó más el querido Rey que el resto de lo que dijo.
Felipe Pigna: -Sí, el querido rey me molesto un poquitito. Sobre todo por el querido Rey, porque es Juan Carlos de España que está procesado, él y toda la familia, ¿no?, por corruptos; los borbones españoles. Además era el único invitado, eso también dio mucha pena porque no había ningún representante de Latinoamérica, de las comunidades indígenas. Era como raro que el Día de la Independencia estuviera el rey de España, curioso, ¿no?
Darío Sztajnszrajber: -Bueno algo dice, ¿no? Nosotros estamos acá para pensar juntos el Bicentenario y en especial, la primera premisa de la que necesitamos partir y que creo que tiene que ver con esto, es que los discursos que en el presente, se realizan sobre el pasado, hablan más del presente que del pasado (Aplausos) Entonces, evidentemente, hay que ver quién tiene angustia, ¿no? Quién tiene angustia y por qué por ejemplo, entre otros temas, no aparece en el relato del Bicentenario la palabra revolucionarios'.
Felipe Pigna: -Totalmente. La palabra angustia no se puede aplicar a gente que estaba realizando un hecho tan glorioso, como proclamar la Independencia. Además, en la misma Acta de la Independencia se dice: "Romper los violentos vínculos que nos ataban a España". Hubo un hermoso baile ese día de la Independencia. Hay un documento poco conocido que lo redactan los mismos congresales que se llama "Manifiesto de Agravios", que se publica al año siguiente, en donde dicen por qué efectivamente tomaron la decisión de la Independencia después de 300 años de oprobio, de avasallamiento, de masacres, de no dejarnos tener nuestra industria, de no dejarnos estudiar. Bueno, ese Manifiesto de Agravio es un documento muy importante que aleja cualquier idea de angustia', por cierto, ¿no?
Darío Sztajnszrajber: -La angustia además, según Kierkegaard, un filósofo danés del siglo XIX, es un estado que se presenta antes de tomar una decisión. O sea, uno siente angustia cuando tiene ante sí toda una serie de posibilidades y no puede no elegir. Estamos competidos a tener que elegir una de esas posibilidades. Entonces frente a la duda de que lo que elijamos pueda salir mal, uno siente angustia. Lo más fuerte de la angustia es que uno sabe que tiene necesariamente que elegir aunque no quiera.
Lo que entendemos con Felipe es que los revolucionarios en esa época sabían lo que querían, no es que sintieron angustia porque estaban ante una cantidad de opciones y estaban viendo dubitativamente cuál elegir, ¿no?
Felipe Pigna: -Sí, la angustia podía existir en cuento a que estaba en zona de guerra, que sabían que si entraban los españoles iban a ser los primeros en ser fusilados, pero no por separarse. Esa angustia seguramente no existía.
Dejando en claro que la angustia no formó parte del proceso de revolución independentista, el historiador y el filósofo, ahondaron en el Bicentenario reflexionando sobre la lectura que se hace de los acontecimientos del pasado.
"Vamos a ir abordando el tema del Bicentenario yo desde la filosofía, él desde la historia, para ofrecerles a ustedes algunas reflexiones, que como dijo Felipe, tienen más el objetivo, no de buscar certezas, sino de pelearnos contra las certezas instituidas. Creo que las dos disciplinas de las que venimos, se puede hacer de otro modo claro, pero nosotros nos interesa trabajar la filosofía y la historia como lenguajes de apertura y provocadores de preguntas", dijo Sztajnszrajber.
"Todos damos por supuesto que la historia tiene que ver con lo que pasó y se supone entonces que lo que pasó es incuestionable porque pasó y en general, sobre todo en la historia social y en la historia política, se producen discusiones acerca de lo que sucedió, más si lo vivimos, porque entendemos que no debería estar ligado a la interpretación personal, sin embargo es imposible acceder al pasado de manera objetiva. Por ahí es un deseo que tenemos, una aspiración, pero que tienen más que ver con una idealización de lo que es la historia de lo que realmente resulta posible. Es obvio que el pasado pasó, pero también es obvio que nuestras limitaciones como seres humanos nos condenan a tener que acceder al pasado de una manera parcial. Así como no hay manera que el mapa coincida con el territorio, si no, no es mapa, del mismo modo todo relato de la historia no puede coincidir de manera lineal y directa con lo que efectivamente pasó, sobre todo porque es irrecuperable", agregó.
En este intercambio propuesto al público, Pigna echó luz sobre cómo pensaron la revolución y la independencia Belgrano, Moreno, Castelli, Monteagudo y San Martín; cuál era la situación social, económica y cultural de la época, en qué contexto mundial se dio este proceso, qué acontecimientos provocaron que pasaran seis años hasta la declaración de la Independencia y qué temas fueron los que se trataron en el Congreso de Tucumán. Con estas directrices, Pigna destacó principalmente la figura de Belgrano y su aportes adelantados acerca de considerar a los pueblos originarios y las mujeres en la vida política y social. Además resaltó la visión de San Martín y destacó su proyecto de protección a la industria nacional que presentó en el Congreso de Tucumán y que hacía referencia a la producción de vinos en Mendoza.
Por su parte, Sztajnszrajber, desde la filosofía invitó a pensar preguntas como
¿qué significa ser independiente?, ¿qué es la libertad?, ¿cómo se construye una identidad nacional?, y ¿cómo pensar las categorías de Patria y Nación en un contexto globalizado actual?
Sobre este último interrogante el filósofo con más popularidad del país invitó a pensar a los presentes:
"La última pregunta, ¿qué es la Patria hoy? Es un término muy complejo, muy interesante, porque en principio es de esos conceptos que a uno le cuesta arrojarlo a la reflexión, faltarle el respeto. Que eso es pensar, ¿no?, pensar siempre es una actitud irreverente, más contra los dogmas que constituyen a uno mismo. Esta cosa de que hay cosas en las que uno no se puede meter: la patria, la madre. Es como que hay cosas que no hay que pensar. Hay que meterse con todo básicamente, ¿no? Me parece que el principal obstáculo es uno mismo y su propia tranquilidad. La Filosofía intranquiliza, desacomoda, provoca, genera desconcierto, perplejidad.
(...) La Filosofía nos permite pensar la idea de Patria. Una idea muy particular, porque en términos etimológicos, patria remite a padre ¿Por qué patria remite a padre?, porque hay una necesidad de querer construir la metáfora de que la patria es como nuestro padre o nuestra familia de la que provenimos de modo sanguíneo, biológico. No es que esto sea así, si no que hay que ir constituyendo una metáfora efectiva que genera la idea de que todos somos de algún modo miembro de una misma comunidad. Como si todos fuésemos hijos de un mismo tronco, que en este caso sería el territorio, que nos hace argentinos. Ahora les quiero decir algo, las naciones modernas no tienen más de 300 años y los estados nacionales modernos, menos. Lo que llamamos Argentina en términos territoriales fronterizos no es más que es un recorte artificial que se hace en un territorio. Que Entre Ríos haya quedado de un lado y no del otro no tiene nada que ver con la naturaleza, ni con la biología, tiene que ver con una decisión política y económica. Bueno, pero uno podría decir que hay límites naturales que justifican ciertas costumbres, ¿cuáles?, ¿Argentina y Bolivia?, se metió una alambrada ahí y lo único que se hizo fue partir a los collas en dos, porque quedaron familias diezmadas que estaban en la frontera, que estaban donde estaban porque sí.
(...) Cuando uno va hacia el pasado se da cuenta que esa supuesta Nación cerrada responde siempre a construcciones culturales que hacia el pasado incluso revisitan la historia para crear proveniencias comunes. Ahora es increíble, cuando uno piensa la patria en términos de identidad nacional, la patria está muy ligada a la identidad. La pregunta por la identidad es la pregunta, ¿quién soy yo? Si empezamos a indagar seguramente entre las primeras 10 características sale el argentino. La nacionalidad está muy ligada a la identidad y fijénse que esa identidad se establece siempre sobre el recorte del extranjero. La patria increíblemente supone la idea de lo más propia, pero que sólo tiene sentido porque se diferencia del otro. Hay patria porque hay otro, o sea, un extranjero, que tiene otra patria. Lo loco es que los dos tenemos patria y si los dos tenemos patria somos iguales. El otro, es el que queda afuera de la identidad.
Al mismo tiempo, ¿quién es el otro de nuestra patria? El otro de nuestra patria no está afuera, está adentro. Porque la definición de otredad tiene que ver con aquello que no puede tener identidad ¿Qué es otro? El otro es alguien al que no puedo acceder porque cuando trato de pensarlo nunca termino de alcanzarlo, porque sus propiedades no son propiedades que yo me permito admitir, me permito pensar. Me excede la tranquilidad de mis categorías. Entonces al otro lo traduzco a lo que yo necesito traducirlo para mi propia tranquilidad o al otro lo pierdo. No puede tener nombre el otro porque si ya tiene nombre no es otro, es alguien al que yo le di una característica que me permite entonces relacionarme con él, pero si me relaciono con él, entonces no es otro. Es tan fuerte el término otro, que no permite ser rellenado por ningún concepto, porque en el momento en el que lo relleno con un concepto deja de ser otro para pasar a lo que yo necesito que el otro sea. Por eso el otro es molesto, por eso el otro me molesta, porque no lo puedo terminar de entender, pero está ahí, irrumpe y me exige una relación.
El otro no sólo que está afuera sino que está adentro, sino que el otro es casi la expresión más acabada de lo que somos. O mejor dicho, de lo que no queremos ser y por eso invisibilizamos ¿Por qué no tiene nombre?, porque es otro, porque es el hijo de la mixtura y la mixtura es insoportable para una identidad fija. Es el hijo de la hibridación, es el hijo de la mezcla, es tan extraño a nosotros porque es popular y lo popular para nosotros está asociado a lo primitivo, a la tierra, a lo animal. Hay una mayoría silenciosa en nuestra patria que es otro porque ni siquiera le hemos dado el derecho de un nombre, sino que lo entendemos como otro en función de su carencia. El otro carece, por eso le decimos con el color de la carencia: el negro, la negrada. El adjetivo que describe a ese otro mayoritario desposeído, carente, que sólo podemos admitir como parte de nuestra necesidad. Hasta hay una legisladora en Buenos Aires que escribió un libro llamado "Cómo conseguir una mucama y no perderla en siete días", y en ese libro dice: hay que llamarlas mucamas para que crean que su profesión es idéntica a la de una azafata o el de una policía; porque no puede relacionarse con la otredad. Sólo puede decirle, mucama, que es lo que le cierra a ella en sus categorías. A ese otro le han puesto el nombre de cabecita', un nombre que remite a un pájaro bobo, porque esa es la única forma de aceptar una diferencia que encaje en lo que el poder necesita que el otro sea. Ese otro, esa mayoría silenciosa, no sólo es la patria; la patria, es para ellos".
Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber hacen preguntas, creen en cuestionar los relatos impuestos y creen en la divulgación y en la educación de la historia y la filosofía desde todos los medios posibles. Esta es la metodología de trabajo que comparten y que el público mendocino pudo apreciar en el marco del encuentro de las letras local.
"Felipe y yo apostamos a la divulgación porque creemos que cualquiera puede hacer historia y filosofía, más allá de una carrera, puede hacerse incluso en la vida cotidiana, incluso repensando algunos aspectos de sí mismo", señaló Sztajnszrajber.
Así mismo, el ensayista y también profesor, agradeció especialmente a las autoridades de la Secretaría de Cultura a cargo de Diego Gareca, por la pluralidad de la programación del evento y la oportunidad de brindarles el espacio.