Discurso de apertura de Braceli en la Feria del Libro: "Vivimos tiempos confusos, equívocos"
El escritor se refirió a la construcción de la democracia, la Patria Grande, el oficio del periodismo y la política. "No le tengamos miedo a la discusión", subrayó.
La vida del autor nacido en Luján de Cuyo y su prolífera producción literaria (que sigue tan activa como el primer día) se ponen en valor en el marco de la Feria del Libro que desde este viernes se disfruta en el Espacio Le Parc, y en forma simultánea, en varios Departamentos de la provincia.
Para la apertura, el escritor, periodista, ensayista, dramaturgo y poeta, Rodolfo Braceli, llevó adelante un discurso emotivo en el que no faltaron las dedicatorias a la memoria de sus padres, Juana Zarategui y Andrés Braceli, pero tampoco palabras fuertes y reflexivas sobre su pensamiento acerca de la actualidad del país, la noción de Patria Grande, la construcción de la democracia, la ética, la corrupción, el accionar de los Medios de Descomunicación y el oficio del periodismo al que también advirtió que puede ser "el oficio más abominable, más penoso, más patético del mundo".
También desechó la palabra "homenaje" por considerarla lapidaria y agradeció a las autoridades del Gobierno de Mendoza por la distinción otorgada resaltando el Estado de Democracia en la que se produce la invitación: "Por supuesto que si me hubieran dado una distinción semejante por el Brasil hoy gobernado por el de Temer, no la hubiera aceptado, porque ha sido violada la democracia en Brasil", dijo.
En el segmento del discurso al tituló "Ser escritor, ser periodista, ser o no ser", el escritor también expresó lo siguiente:
"Quiero dejar constancia de que soy argentino y que estoy avisado de que mi ego puede romper bolsa en cualquier momento. Entiendo ser argentino integrando el mundo, pero integrando el mundo a partir de Latinoamérica. No coincido para nada con los que consideran que estamos fuera del mundo si hacemos primero pie en Latinoamérica. Al contrario, sin ser parte del organismo de la América del Sur, no podemos -dignamente al menos-, no podemos ser parte del mundo. Pienso y siento que la Argentina es Latinoamérica y si no, no será nada ¿Es que me estoy refiriendo a la Patria Grande? Sí, me estoy refiriendo a la imprescindible Patria Grande. A la realización del sueño de Artigas, Bolívar, Martí, Belgrano, San Martín, Monteagudo y, también estoy pensando una expresión que es la que dijo aquel poeta: "Matria Grande" y me animo a decir aunque contradiga la moda, "Ma Patria", "Ma Patria Grande". En este punto, creo que estamos pendientes.
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"PIENSO Y SIENTO QUE LA ARGENTINA ES LATINOAMÉRICA Y SI NO, NO SERÁ NADA ¿ES QUE ME ESTOY REFIRIENDO A LA PATRIA GRANDE? SÍ, ME ESTOY REFIRIENDO A LA IMPRESCINDIBLE PATRIA GRANDE".
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Soy argentino. Los argentinos según pasan las generaciones venimos agarrados a una frase que no soltamos. Decimos y decimos que estamos tocando fondo. Esa frase, ojo, es una comodidad, porque cuando decimos estamos tocando fondo queremos decir que ya más abajo no podemos estar y que adelante, por el hecho de ser argentinos, lo que nos queda es sólo ascender, progresar.
Los argentinos por generaciones fuimos criados con la idea de que Dios había nacido aquí. Con la idea, que fue agravada sin querer por Fangio y por Maradona, de que no hay caso, de que somos los mejores del mundo. Con el tiempo la calamidad nos golpeó el orgullo, el dinero no valía nada afuera, ni adentro, y nos golpeó el orgullo y el ego, entonces empezamos a decir que éramos los más peores del mundo. La realidad otra vez nos alcanzó y supimos que tampoco éramos los más peores, entonces encontramos consuelo diciendo que los argentinos somos los más inexplicables del mundo. Siempre, siempre: los más. Nuestra utopía más utópica sería un día empezar a ser más modestos. Tenemos que convenir que sí, que somos -eso tenemos que aceptarlo-, muy entretenidos. Tenemos que convenir que ser argentino no es nada del otro mundo. Que ser argentino es algo que le puede pasar a cualquiera.
A la hora de ser ciudadano pienso que se habla y se habla de ética y de corrupción. Y pienso que nos convendría saber que la verdadera ética y la verdadera corrupción, como la caridad, empieza por casa. Pero eso es feo, muy feo, fiero, eso de andar tirando pesadas valijas por sobre las paredes de los conventos, pero así mismo es feo, muy fiero, eso de anidar fortunas en esos paraísos terrenales que se llaman fiscales. Ladrones son los que reciben, son los que dan, son los que fugan el dinero. Para ellos justicia, pero justicia sin arresto domiciliario. Aunque parezca remoto empecemos a soñar una tierra sin ninguna clase de paraísos. Por supuesto, sin ninguna clase de paraísos fiscales. A la justicia y a la cárcel, con este especie de adanes fiscales del siglo XXI. Tendrá que venirnos el día en el que aprendamos que hay alguien al que jamás podremos coimear. Convenzámonos que a nuestro destino no lo podremos coimear nunca.
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"Eso de andar tirando pesadas valijas por sobre las paredes de los conventos, pero así mismo es feo, muy fiero, eso de anidar fortunas en esos paraísos terrenales que se llaman fiscales. Ladrones son los que reciben, son los que dan, son los que fugan el dinero. Para ellos justicia, pero justicia sin arresto domiciliario. Aunque parezca remoto empecemos a soñar una tierra sin ninguna clase de paraísos. Por supuesto, sin ninguna clase de paraísos fiscales".
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Hace unos minutos pronuncié el nombre de San Martín. Sobre él quiero decir que antes de militar fue ciudadano. San Martín jamás justificó las torturas y dijo una frasecita que viene muy bien reiterar en una Feria del Libro como esta. Dijo San Martín: "La biblioteca será superior a nuestros ejércitos". Suena como una canción: "La biblioteca será superior a nuestros ejércitos". Quien dice biblioteca dice Democracia. Gran temita la democracia. La democracia no es ni buena ni mala. No es virtuosa ni perversa. La democracia simplemente nos espeja, es como somos y es lo que también dejamos de ser.
La democracia entre nosotros no es, como decimos, adolescente, ni niña. Apenas si gatea, nunca terminó de estar consolidada. Los nostálgicos de la mano fuerte siguen estando a la orden del día. Hay muchos, demasiados. En nuestra sociedad trabajada para la des-memoria' hay muchos, demasiados que, aunque no son cantores, se cantan en la democracia. La usan y la abusan cuando les conviene. También usaron y la pasaron macanudo durante la dictadura.
Vivimos tiempos confusos, equívocos. Se pregona que se han terminado las ideologías. Esto es falso. Los Medios de Descomunicación' ayudan a esta trampa. Durante años se trabajó desde la comunicación para sembrar paranoia, para crear en esta sociedad -durante muchos años- la sensación de nunca se vio algo así', la sensación de fin del mundo. Es evidente, la paranoia se convirtió en ideología. En ideología de derecha, por supuesto. Casi que la democracia sólo tiene el abrigo de la intemperie y está a merced de la buitredad de los buitres de afuera y de la buitredad alevosa de los buitres de adentro.
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"Vivimos tiempos confusos, equívocos. Se pregona que se han terminado las ideologías. Esto es falso. Los Medios de Descomunicación' ayudan a esta trampa. Durante años se trabajó desde la comunicación para sembrar paranoia (...) Es evidente, la paranoia se convirtió en ideología. En ideología de derecha, por supuesto. Casi que la democracia sólo tiene el abrigo de la intemperie y está a merced de la buitredad de los buitres de afuera y de la buitredad alevosa de los buitres de adentro".
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Como ciudadano habitante pienso que no le tenemos que tener miedo a la discusión. Ni siquiera tenerle miedo a las antinomias. Tengámosle miedo en todo caso, miedo a la indiferencia, a la abulia, a la lavada de manos y a la desmemoria. A esa desmemoria que garantiza más y más impunidad. No le tengamos miedo a la discusión, tengámosle miedo a la hipocresía.
Pienso que no tenemos que terminar con la política. No tenemos que terminar con la política, tenemos que empezar con la política. No nos podemos dar el lujo de la desesperanza, ni el lujo del más sí, ni el lujo de bajar los brazos. Cuidemos a nuestra democracia haciéndola. Que no nos gane la conciencia digestiva, la conciencia eructante. Despertemos. Creo que el ejercicio de la política es algo muy diferente que la fabricación publicitaria de monicacos vacíos, de candidatos de carita bonita o careta. Despertemos y a la hora de dormir durmamos, sí, pero con un ojo abierto y el otro también.
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"Pienso que no tenemos que terminar con la política. No tenemos que terminar con la política, tenemos que empezar con la política. No nos podemos dar el lujo de la desesperanza, ni el lujo del más sí, ni el lujo de bajar los brazos. Cuidemos a nuestra democracia haciéndola. Que no nos gane la conciencia digestiva, la conciencia eructante.Despertemos. Creo que el ejercicio de la política es algo muy diferente que la fabricación publicitaria de monicacos vacíos, de candidatos de carita bonita o careta. Despertemos y a la hora de dormir durmamos, sí, pero con un ojo abierto y el otro también".
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Una parte de esta feria que me honra se refiere a mi labor periodística. Sobre esta condición tengo que volver a una frase de Gabriel García Márquez cuando dice que el periodismo es el oficio más hermoso del mundo. Pero me atrevo a agregarle unas palabras: el de periodista también puede ser el oficio más abominable, más penoso, más patético del mundo. Y eso pasa cuando trabajamos con indiferencia, cuando nos convertimos en partener, en dactilógrafos a sueldo.
A propósito de ética y corrupción, los periodistas parloteamos mucho sobre eso. Faltamos a la ética y somos corruptos cuando, por ejemplo, somos demasiado obedientes, demasiado conformistas, cuando nos dejamos ganar por la indiferencia, cuando nos distraemos de la realidad. En ese caso somos cómplices. Somos una lástima. Y contribuimos a la buitredad, contribuimos a la desmemoria, contribuimos a la suicidación de este Planeta arrasado por este tsunami del neoliberalismo que ha podrido las aguas, los aires y extenuado la Tierra, y ha producido un gran genocidio en los bosques.
Hablando de ética pienso que los periodistas, si no tenemos algo que decir, mejor no lo digamos. Por otra parte, tratemos de escribir y de hablar el castellano en castellano. Por favor, no nos olvidemos de la ética de la sintaxis.
A propósito de no olvidar, quiero traer una frase de un joven atrevido, vehemente, pensante que en un viaje en barco hacia Londres le dieron un tecito y entregó los que los médicos llaman rosquete. Se murió y lo tiraron bien envuelto al mar. Fue uno de nuestros primeros desaparecidos. El jovencito se llamaba Mariano Moreno. Mariano Moreno, el patrono de los periodistas decía: "Es preferible una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila".
Este siglo XXI creo que está narrado por los eufemismos. Por la impunidad de los eufemismos. Las canalladas de Estado más tremendas, las asesinaciones masivas más escalofriantes se disuelven, se evaporan, se licúan a través de dulces eufemismos, y gran parte del periodismo se acomoda a eso y lo acata y lo multiplica.
¿Qué decimos por ejemplo cuando decimos racionalización laboral'?, decimos que decenas, que miles de hombres y mujeres serán desempleados y quedan a la deriva de su familia. Cuando decimos guerra preventiva' es casi un autoelogio de la guerra, ¿no? Decimos genocidios preventivos' con la excusa de la defensa de las libertades y la democracia. Genocidios que devoran a millones de seres, genocidios motivados por la sed y el hambre del petróleo ¿Qué decimos cuándo decimos efectos colaterales'? Decimos que un misil inteligente, por error involuntario, arrasó con cosas y vidas a una aldea entera, a una escuela, a un hospital. Efectos colaterales... ¿Qué decimos cuándo decimos interrogatorios exigentes'? Decimos torturas insoportables, decimos picanas en testículos y vagina, decimos que se está desnucando la condición humana.
Es evidente, nos hemos acostumbrado a aceptar los eufemismos y la impunidad de los eufemismos es consumada a diario por nosotros los periodistas. Pregunto y me pregunto: ¿Cuánto falta para que nos llegue el día en el que se escriba el libro de la obediencia indebida , en el periodista?".
Braceli continuó su discurso recordando al imprentero y editorialista don Gildo D´Accurzi, quien fue la piedra fundamental para que figuras destacadas de la cultura mendocina publicaran sus obras. En su caso, para que pudiera volver a editar "Pauta eneras" (1962), su primer libro quemado por los militares.
Por último, el escritor y periodista argentino, cerró el discurso de apertura de la Feria del Libro con la lectura del poema "Plegaria furiosa, para las Madres Abuelas parteras de la memoria", junto a la actriz Luisa Kuliok. Uno de los momentos más emotivos del encuentro que contó además del público, con la presencia del Secretario de Cultura de la provincia, Diego Gareca, la vicegobernadora, Laura Montero, funcionarios, y la reina y virreina de la Vendimia.