Otro fin de semana donde el furor del anuncio de los anuncios hizo su aparición con todo éxito. A pesar de los rumores, las declaraciones y las reuniones llegó el lunes sin medidas concretas, el dólar en su versión ilegal y financiero se tomó un respiro pero aún continúa su paseo por la estratosfera y los precios acompañándolo por especulación de los formadores y la necesidad básica de los comerciantes chicos y medianos de cubrirse y preservar su stock y sus posibilidades de reponerlo.
En este último caso ayer los representantes de los supermercados pegaron el faltazo a la reunión prevista en la Secretaría de Comercio para establecer las nuevas listas y valores de los diversos programas vigentes.
La incertidumbre es una de las peores consejeras, pero si esa expectativa además es fogoneada por quien debe desactivarlas el escenario se hace aún más difícil y cuesta arriba.
En tres semanas de corrida fuerte y desestabilización del peso y la economía argentina resulta difícil de entender que la única medida concreta que se haya tomado es la creación de un tipo de cambio para los turistas extranjeros que llegan a la Argentina a disfrutar de sus bellezas naturales.
El resto de las medidas o mejor dicho de las no medidas son una serie de parches que la mayoría de las veces tiene resultados contraproducentes con lo buscado.
La realidad incontrastable es que por acción u omisión, sumado al conflicto mundial, la cantidad de dólares disponibles se achicó de manera preocupante, obligando al Gobierno a tomar medidas de restricción de exportaciones inevitables, pero esa medida tiene dos o tres consecuencias. Es cierto le permitirá al Ejecutivo tener los dólares necesarios para pagar la importación de energía indispensable, pero a la vez genera la retracción de algunas actividades algunas ciertas y otras que aprovechan la volada y presionan para mejorar sus ganancias, como la amenaza de la Cámara de Chacinados de que podría faltar salamines y salchichas. A río revuelto ganancia de vivos, especuladores y chantas.
El informe de este lunes de la Consultora Sarandi asegura que la “Brutal aceleración del dólar la última semana, escalando la suba anual al 64,1%, esto son 20 puntos por arriba de la inflación en lo que va del año. Tiene tres momentos desde su origen en junio, que se fueron potenciando:
Empezó con la descoordinación entre el Banco Central y Mecon tras el prorrateo de Leliqs para migrar fondos hacia el Tesoro.
Tuvo una segunda ronda sobre fines del mes pasado, cuando se limitó el acceso a dólares para importaciones en efectivo, y las empresas corrieron a pagar dólar cable.
Registró un tercer viaje con la inestabilidad política de julio (recambio en el Ministerio incluido), y la posterior dilación en la aplicación de un programa frente a la crisis.
La dinámica no se sostiene. La brecha entre el dólar oficial y el MEP escaló a un 131% sobre fines de la semana pasada, y esto genera una multiplicidad de distorsiones macro. Si el promedio del 75% en el primer semestre ya era pernicioso para el funcionamiento económico, mucho más una brecha que ya excede el 100%.
De hecho, sobre fines de semana pasada se volvió a abrir un diferencial entre el Blue y los dólares financieros, que ya escala a más del 7%.
Esto denota que hoy la aceleración está liderada por minoristas y empresas chicas, que empujan el segmento informal. También marca que la presión dolarizadora puede estar cerca de un techo, ya que sobre fines de semana pasada perdió fuerza el alza en el MEP y el CCL.
En cualquier caso la situación es crítica. Si no se reduce esta brecha a corto plazo, la economía se paraliza y el país acelera rumbo a la recesión”
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Con la lupa puesta en el dólar el Gobierno sigue dejando crecer los rumores sobre próximos anuncios que ni confirma ni desmiente.
Agrega que “La falta de dólares es el principal factor que explica el descalabro cambiario. Ocurre que en el año el Banco Central registra compras netas solo en el orden de los U$S 900 millones. Son 8,4 veces menos que los U$S 7.500 millones adquiridos en igual momento del año pasado.
Sobre este punto, las últimas semanas se puso especial foco sobre la comercialización de los granos acopiados por el complejo cerealero de exportación. Los números del año marcan que las ventas del complejo oleaginoso al exterior caen 3,7% promedio en el año, ajustadas por precios internacionales, mientras que las exportaciones de productos primarios merman 7,8%. La baja está directamente conectada con la situación financiera. Por un lado, la brecha cambiaria estratosférica tiene implícita una expectativa de devaluación alta, que incentiva sentarse sobre los stocks. Por otro lado, la baja tasa de interés abarata el apalancamiento financiero y comprime el costo de oportunidad.
Ahora se evalúan alternativas para ‘movilizar’ la disposición del sector a liquidar. Son loables, pero tardías. Es evidente que el Gobierno pecó de optimismo respecto de la respuesta de las empresas frente a las condiciones imperantes”.
Las conclusiones del informe son correctas, lo sorprendente es que no importa el color político siempre se tropiece con la misma piedra.
Lo mismo que está sufriendo ahora el Ejecutivo con los agroexportadores y los enormes productores (no con los productores) ahora, lo vivió Raul Alfonsín, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y ahora Alberto Fernández.
A pesar de ello es imposible lograr un acuerdo político para dar solución definitiva al tema. El síndrome de Estocolmo que sufre la oposición es notable, debería recordar lo que pasó al comienzo de su Gobiernos en 2016 cuando le creyeron al famoso campo que les iba a liquidar 25 mil millones de dólares porque se había terminado la era de Cristina mala. Alfonso Prat Gay todavía está esperando esa liquidación. Y lo que vivieron en 2018 cuando vivieron el mismo proceso que se está viviendo ahora de casi extorsión para lograr la devaluación y nos terminó depositando (junto a la incompetencia del presidente y su equipo de Champions) en las fauces del FMI.
La inestabilidad política y la falta de definiciones de la coalición gobernante es un caldo donde se va cocinando lentamente el estofado de la inestabilidad y de que al final lleguemos a la profecía autocumplida de la crisis. Pero a su vez también profundiza un marco donde comienza a polarizarse las posibles soluciones y la necesidad de que habrá que tomar un camino claro y definido hacia un lado u otro.
El sector agroexportador está siempre en el ojo de la tormenta por su comportamiento histórico y unos cuantos etcétera. Sin embargo no estaría mal poner también la mira en el sector financiero. Es una deuda que tiene la democracia con un sector que es tan perjudicial para el manejo de la economía local como la especulación de los agroexportadores concentrados.
El Espacio de Producción y Trabajo que integran empresarios pymes, cooperativas y sindicatos y que convocan esta tarde a la Marcha de Antorchas difundieron un comunicado largo e muy interesante y en uno de sus párrafos con la vista en ese sector asegurá que “es preciso revertir proceso especulativo creciente creado desde la dictadura militar – cuya legislación sigue vigente- que se ahondó en últimos años, inhibiendo tanto el ahorro genuino y confiable en moneda nacional como el acceso necesario y razonable al crédito por parte de las pymes urbanas y rurales, las cooperativas y la población en general”.
Un día de estos será interesante recuperar la historia del sistema financiero desde 1977 para aquí y como es un sector que nunca perdió privilegios y que máximizó ganancias de forma desmedida por sobre el aparato productivo e industrial de la Argentina.