En la cárcel de mujeres de Cacheuta desde marzo se realiza un ciclo de teatro donde elencos locales presentan obras con perspectiva de género. Es la primera experiencia con estas características que se da en la provincia y está impulsada por la actriz Érica Gómez, quien desde hace un año da clases de teatro en el penal en el marco del proyecto de extensión universitaria Agüita pa las Avispas y Voces del Silencio.
Cuenta que fue habitando la penitenciaría y la realidad de esos mundos femeninos que surgió la necesidad de presentar esta propuesta, que cada jueves, revoluciona hacia adentro y hacia afuera el espacio tiempo en el que la ficción conecta a mujeres privadas de su libertad con mujeres teatreras.
"Es una movida bastante revolucionaria en cuanto a ingresar con nuestras escenografías, con nuestra gente. Que suceda el convivio teatral, transformar el espacio. El convivio lo tenemos todos, los artistas, ellas que son público, más la gente que trabaja en el servicio penitenciario, porque ellos también pasan muchas horas encerrados en ese lugar. El teatro habilita entonces este convivio que tiene por naturalidad ponernos en una especie de ritual a todos", cuenta la actriz y dramaturga.
Flyer del ciclo de teatro diseñado por las mujeres privadas de su libertad en la cárcel de Cacheuta. Foto: gentileza.
El proyecto se llama "Ciclo de teatro para la libertad" y está producido por Telares Teatro, la compañía que dirige Érica Gómez junto a Celeste Rodríguez. Y cuenta con el auspicio del Instituto Nacional del Teatro (INT), y el trabajo en conjunto de las áreas de Educación y de Género y Disidencias del Servicio Penitenciario Unidad 3 Almafuerte II.
Empezó el 10 de marzo -en el marco del mes de la mujer- y concluye el 21 de abril.En total, son cinco las obras que fueron invitadas a participar: "La Quitapena", "La niña gallo", "Destacada", "P.U.T.A" y "En todos lados".
Reuniendo todas estas voluntades es que se abrió una convocatoria a propuestas que tenían que tener -además de una temática de género- algunos requisitos específicos, como poder adaptarse al espacio y tener un dispositivo técnico bastante simple.
"Hemos tratado de que sea variada la programación para que se encuentren con diferentes estilos de teatro. También ha habido una generosidad muy grande por parte de los elencos y eso está re bueno. Hubo una predisposición a adaptarse y también un compromiso muy grande. Estamos tratando de hacer registro sobre los que les va pasando a ellas porque también es desmitificar todo lo que pasa, ¿no? Hay mucho prejuicio sobre lo que son estos espacios, sobre las mujeres y también te das cuenta de que es tan delegada la línea entre el afuera y el adentro, esta bueno tener esa empatía y esa consciencia", cuenta Gómez.
Uno de los elencos que participan en el ciclo. Foto: gentileza.
Otra de las características del ciclo es que se logró que las obras pudieran llegar a la mayor población posible de mujeres, entonces algo que no suele suceder es que se pudo intervenir en las alas en donde ellas habitan.
"Vamos a las alas todos los jueves a donde están y quienes quieran, tienen la posibilidad de presenciar la función.La verdad que el 80% de los pabellones asisten y se quedan a ver la obra. Compartimos después una merienda y también hay un desmontaje. El desmontaje es un intercambio con los elencos para que pregunten lo que quieran, ya sea desde el tema de la obra, de cómo se realizó la obra, quiénes son las personas que participan. Es un espacio de intercambio, de palabras, de dialogo", agrega la gestora del ciclo.
Otro aspecto muy importante es que la propuesta impulsa una instancia de participación artística por parte de las internas. Antes de la presentación de cada obra, alguna de ellas realiza alguna performance en poesía, música o danza. "Son como una especie de teloneras, la idea es integrar las expresiones artísticas de lo que viene de afuera con las que se dan dentro del penal. Esta re bueno porque así son parte, la idea es que ellas sean protagonistas también, no simplemente espectadoras del ciclo", explica la actriz. Hasta el flyer de promoción del ciclo de teatro fue diseñado por ellas.
El teatro como un puente hacia la libertad
Generar espacios de expresión, espacios que permitan transformar-se. Espacios que quizás se asemejen por instantes a la libertad. El teatro como instrumento posibilitador de una resiliencia, de otra forma de habitar el mundo. Sobre todo esto cuenta Érica Gómez, autora también de "La niña gallo", una de las obras que forman parte del ciclo y que visibiliza la problemática de la desaparición y la violencia hacia las mujeres.
-¿Por qué el ciclo se llama teatro para la libertad?
-El ciclo se llama Teatro para la libertad porque si bien es un concepto que se trabajó mucho el año pasado en el taller, no solamente es la libertad entendida como atravesar los muros o estar adentro, sino qué es la libertad para las mujeres, cómo ha estado condicionada nuestra libertad históricamente por ser mujeres. Esa palabra resonó mucho entonces me pareció interesante de que el ciclo se llame así. Más que el teatro abre a la libertad, abre el espíritu, abre las cabezas.
Obra "La niña gallo". Foto: gentileza.
Hay un mundo dentro de cada ala de la cárcel, historias muy profundas y un mundo en cada historia de las mujeres que están ahí. También abrir esta perspectiva y sobre todo que el arte nos propicia ese sentido de libertad, creo yo. Yo lo experimento desde la dramaturgia, desde la escritura, desde la actuación, desde los talleres en los que trabajamos.
Realmente lo que sucede en las clases de teatro es que muchas veces los muros se caen, se derriban, desaparecen por el estado de plenitud, de goce, de diversión, de libertad que ha pasado muchas veces, de olvidarnos. Yo como tallerista que estoy ahí adentro y ellas también. Son instantes, son momentos, es una hora, hora y media, pero se logra. Entonces trabajar y replicar ese aspecto puede ser muy bueno para una resiliencia y sobre todo pensando que la comunidad de mujeres que hay presas es muy mínima a comparación de toda la comunidad de gente privada de su libertad. No se cuál será el porcentaje total, pero serán unas 150 mujeres que habitan el Almafuerte, mucho menos que en una escuela quizás.
El porcentaje es bastante bajo y la mayoría son mujeres que van a salir, que van a dejar de estar presas de su libertad, entonces el arte quizás puede ser un puente para que atraviese algunas sensibilidades, algunas perspectivas de vida, o identificarse o saber que muchas veces todas estamos atravesadas por las mismas opresiones, entonces ponerlas en valor, visibilizarlas, interpelar. Un poco ese ha sido el objetivo de estas obras. Estas obras que van tienen esta perspectiva de género y casi todas atraviesan mundos femeninos o de disidencias.
-¿Cuál fue la obra que abrió el ciclo?
-En la inauguración del ciclo se presentó la obra Quitapena que la escribió Mariú Carrera que también actúa, y que la dirige Celeste Seydell. Para mí fue muy importante poder presentar una obra donde esté Mariú Carrera, que esté abriendo el ciclo porque es una mujer militante, una mujer muy comprometida con el teatro, con lo social. Mariú es una referente de acá de Mendoza.
También por el ciclo estuvo La niña Gallo, que fue una obra muy fuerte porque habla del encierro y estábamos hablando del encierro dentro del encierro, donde la obra siempre deja una pregunta a las condenas y a las causas que no son vistas desde una perspectiva de genero, que es algo que se necesita mucho. Esa obra fue muy bien recibida, fue muy emocionante también.
Foto: gentileza.
-La sociedad contemporánea está más atravesada por contenidos audiovisuales y redes sociales y el teatro no llega a todo el mundo. ¿Puede haber sido la primera vez para muchas la de presenciar una función de teatro?
-Muchas ya han tenido un acercamiento con el teatro estando así presas de su libertad porque se dan talleres y porque lo han experimentado en las clases, pero la verdad que hay un gran porcentaje de mujeres que poco o que nunca habían visto una obra de teatro. Eso pasa y es una situación social con el teatro que tenemos, digo, el teatro sigue siendo una disciplina artística elitista porque llega generalmente a ciertas clases. Para muchas sí ha sido la primera vez. También entender el código del teatro que es esta cuestión que tiene que ver con la escucha, con entregarse a eso que está pasando, con emocionarse y dejarte atravesar.
Uno de los objetivo que teníamos con el ciclo es acercar el teatro a lugares donde no llega, donde no ha sido visto, en donde no hay una actividad frecuente o recurrente de la misma. Y lo bueno que tiene el teatro es que abarca todas las disciplinas entonces creo que todas tienen un potencial. Son mujeres que creo que tienen mucho para contar y para decir, en donde son voces muchas veces silenciadas, son historias tapadas de mucha opresión entonces también la idea es estimular través del teatro sus expresiones, por eso está esta posibilidad de que intervengan antes de la función, de que sea una semillita de expresión para donde ellas la quieran largar.
Sí es real de que lo han recibido muy bien, que están descubriendo muchas lo que es el hecho artístico y cada una desde su forma. Desde la que se acerca desde lejos hasta la que está sentada adelante a carcajada o a llanto limpio. Todo eso convive, todo eso pasa y es interesante. Que cada una pueda recibir la obra como quiere también es un gesto de libertad, sobre todo ellas que muchas veces tienen marcado lo que tienen que hacer y lo que se puede o no se puede dentro de ese contexto.
Foto: gentileza.
-¿Cuánta apertura hay en estos espacios para propuestas culturales de este tipo?
-Yo creo que falta, ya sea desde adentro, desde afuera, falta.
Falta una consciencia social de que lo artístico puede ser un herramienta de resiliencia, sobre todo. Me parece que es interesante trabajar con esa palabra porque las mujeres que también salen de ahí no van a ser y no son las mismas que antes de ingresar, entonces también es como poder darles herramientas para que puedan transformarse a la hora de encarar su nueva vida.
Pensando también que la gran mayoría de las mujeres van a a salir en libertad, son muy pocas las cadenas perpetuas, el gran porcentaje de las mujeres van a salir. Entonces bueno, ver cómo van a salir a encarar y a enfrentar esta sociedad. Yo creo que faltan más actividades artísticas y culturales que promuevan esto: la resiliencia. Que promuevan espacios donde ellas puedan expresarse, donde puedan transformarse.
-¿Qué futuro tiene un ciclo teatral como este?
- Yo creo que sería buena idea que fuese algo que se instaure, que fuese una semilla y que pueda seguir creciendo y cada vez en este crecimiento sean mucho más partícipe ellas.
Este por ser la primera vez tuvo un trabajo intenso porque hay un tema burocrático, hay que llegar hasta donde hemos llegado, es un caminito de hormiguita entonces esto es una primera experiencia, un primer acercamiento y la idea sería que crezca y que todos los años se pueda hacer. Que sea un estímulo por sobre todas las cosas para las mujeres que están presas de su libertad y que pueda ser reconocido, porque hay mucho para hacer y hay mucha vida adentro de la cárcel de mujeres.
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*Las fotos que aparecen en este artículo retratan momentos vividos durante las funciones del ciclo junto a los elencos participantes en la cárcel de mujeres de Cacheuta. Son una gentileza de la actriz Érica Gómez.