Prevención desde la infancia

El agua no espera: el rol de la natación para evitar ahogamientos en bebés y niños

Con estimulación temprana y contención emocional, niños y niñas aprenden a flotar y perder el miedo al agua. Los beneficios de esta actividad que salva vidas.

Por Celeste Funes

Cada 25 de julio se celebra, a nivel mundial, el Día para la Prevención de los Ahogamientos. Esta fecha, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, busca concientizar sobre este problema prevenible. En este marco, resulta fundamental hacer hincapié en la enseñanza de natación a bebés y niños, una actividad que salva vidas.

La natación no solo promueve el juego y la relajación, sino que puede evitar tragedias relacionadas con el agua. Lamentablemente, durante el período estival es muy común leer en medios de comunicación noticias sobre el deceso de menores y adultos en diques, ríos e, incluso, en piletas hogareñas.

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En el marco de esta efeméride, SITIO ANDINO dialogó con Alejandra Cabañez, encargada de Bombal Indoors, sobre por qué es fundamental que bebés y niños aprendan a nadar desde edades tempranas. Con años de experiencia, asegura que muchas tragedias podrían evitarse si se aplicara la estimulación acuática desde pequeños.

Estimulación temprana: el primer contacto con el agua

“La actividad que ofrecemos se llama estimulación temprana y comienza a partir de los cinco meses. Los bebés ingresan al agua con sus padres, en una pileta especial. A través de juguetes, lluvias suaves y el contacto, van conociendo el entorno acuático”, comenta Cabañez.

La contención emocional y la guía lúdica son pilares en la enseñanza en Bombal Indoors, el centro de natación ubicado en el departamento de Godoy Cruz.

El proceso es lúdico: “Van tocando objetos con los pies, con ayuda de los papás. Ellos colaboran. Los bebés aprenden jugando”. Este aprendizaje va en etapas y, de los cinco meses a los tres años, se realiza esta práctica antes de pasar a natación infantil.

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De la pileta chica al aprendizaje integral

“Desde los tres hasta los seis años, los chicos pasan a la pileta chica. Ahí ya tienen otro tipo de independencia: aprenden a flotar, respirar, a sumergirse y a realizar los primeros movimientos de nado como crawl y pataditas”, señala.

La pileta va en declive, permitiendo que quienes aún sienten temor puedan adaptarse progresivamente. “En la pileta grande, aprenden a meter la cabeza bajo el agua y a conocer distintas capacidades corporales”, agrega.

Beneficios físicos y emocionales de aprender a nadar

Cabañez cuenta que también reciben pequeños con discapacidad que son derivados desde el Hospital Notti. “A ellos también les hace muy bien. Se relajan mucho en el agua, y cambian su expresión después de una clase. Aunque no hablen, se nota”.

¿Qué pasa con los niños más grandes que tienen miedo al agua? “A partir de los tres años, los recibimos y trabajamos con pelotitas, juegos y mucha contención del profe. En la tercera clase, ya se animan solos. Hemos tenido casos donde no querían ni meter el pie, y ahora buscan su juguete bajo el agua”.

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“El agua los relaja. Hay niños que llegan con patologías o problemas de motricidad, y se los ve transformarse después de la clase. Pierden el miedo, mejoran su autoestima y tienen una conexión distinta con el espacio acuático”, asegura.

La estimulación también se convierte en una herramienta para el desarrollo emocional. “Aunque no se expresen verbalmente, su carita cambia. Se sienten mejor, más confiados”.

Natación infantil, cómo ayudar para perder el miedo

Desde Bombal Indoors, invitan a los papás a presenciar una clase gratuita. “Siempre ofrecemos una clase de prueba sin cargo, para que las familias vean de qué se trata. Invito especialmente a padres primerizos, que tienen temores, a que se animen a traer a sus hijos”, señala.

En las redes sociales del centro de natación se encuentra la información necesaria para conocer más sobre ellos. Desde las 16:30 a 18:30 hay diferentes turnos para niños y niñas de 4 años en adelante. A las 19:30 llega la hora de bebés, quienes pueden comenzar a familiarizarse con el espacio acuático a partir de los 5 meses.

Por último, Cabañez es enfática: “Con estimulación temprana, los bebés se defienden. Los soltás en el agua y se giran boca arriba solos. Si todos hicieran esta actividad, dejarían de pasar tantas desgracias”. “Es prevención, es cuidado y es vida”, concluye.

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