Aunque no recordemos nuestros sueños, todos soñamos y, además, lo hacemos con más frecuencia de lo que solemos pensar. Cuando dormimos, atravesamos diferentes etapas, cada una de ellas con un estado cerebral particular.
Aunque no recordemos nuestros sueños, todos soñamos y, además, lo hacemos con más frecuencia de lo que solemos pensar. Cuando dormimos, atravesamos diferentes etapas, cada una de ellas con un estado cerebral particular.
“Sea cual sea el tipo de sueño que tengamos, soñar es un proceso natural, normal. El contenido de cada uno de ellos es muy variado, algunos son tenebrosos, otros son más agradables -de esos de los que no se quiere despertar-, otros son misteriosos, incomprensibles, raros y otros tantos son eróticos”, señaló José Padilla, psicólogo clínico interesado en la educación y en las prácticas filosóficas.
Padilla, quien forma parte del grupo de investigación de la Pontificia Universidad Javeriana, con sede en la ciudad colombiana de Bogotá, añadió: “Los sueños eróticos no son un problema, son siempre un camino para conocer mejor nuestra dimensión erótica, la forma en la que nos relacionamos, la manera en la que nos sentimos, los deseos insatisfechos que tenemos, etcétera”.