Sergio Massa se enfrente cada día pruebas para salir del laberinto y recuperar la confianza. El mundo volátil da una oportunidad. ¿La política la tomará?
Como Ofelia en el Laberinto del Fauno, Sergio Massa tuvo la revelación que podía ser candidato cohesionando las expectativas del oficialismo. Pero la vida lo metió en el Laberinto y al igual que la joven princesa las pruebas por enfrentar antes de la luna llena o el cierre de listas son cada vez más difíciles y casi insuperables.
La inflación, la pobre renegociación con el Fondo que solo aumenta los componentes inflacionarias de los próximos meses de la economía y la (a esta altura ya notable) incapacidad de parte de su equipo para poder hacer cumplir, aunque sea mínimamente, los acuerdos firmados lo ponen cerca de salir del laberinto como candidato pero no por convicción sino por espanto ante la ausencia de valientes que tomen la posta.
Nadie de nuestros lectores u oyentes puede declararse sorprendido por el número de la inflación o la disparada de los precios de los alimentos, temas de los cuales venimos brindando números semana a semana.
El dato del IPC de febrero, y ya se puede sumar el de marzo, es el reflejo de un problema mayúsculo de la economía argentina sin embargo el mayor problema no parece ser la inflación sino el fracaso de todas las políticas puestas en marcha para termina con ella en los últimos ocho años.
El gobierno anterior duplicó la inflación recibida y este la volvió a duplicar, ya no es un problema de partidos o modelos sino que cada vez más parece ser un severo problema de poder de quienes son elegidos por los ciudadanos como sus representantes y quienes tienen el poder real solo por prepotencia de tamaño o volumen de sus recursos.
El sometimiento de los representantes ciudadanos ante los poderes internacionales y locales es cada vez más visible, la inflación de alimentos no hace más que reflejarlo, el aumento promedio de estos y los elementos de primera necesidad mas que duplicó el los valores de los acuerdos alcanzados por el Ejecutivo y los sectores empresarios. Esta claro que alguien no cumplió y el otro no tuvo (ni tiene) la voluntad o el poder de hacer cumplir lo firmado.
Los valores que se acumulan son cada vez más perjudiciales para la sociedad y afectan fuertemente los derechos más básicos como la alimentación y la vivienda.
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Los datos de la inflación ponen a Sergio Massa en un laberinto cuya salida parece más complicada.
Un informe del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano asegura que desde junio de 2022, el índice de los alquileres creció un 245 por ciento. Un alquiler pactado en $20.000 el 1° de Julio de 2020, se transformó en uno de $69.000 al 1° de marzo de 2023.
La insatisfacción democrática crece en algunos sectores de la sociedad y comienza a parecerse a un barril de pólvora sobre el cual camina la dirigencia (sin distinción de color) pero también la sociedad en conjunto que termina atada a esos barriles como rehenes de la situación.
El Gobierno parece no darle batalla real a la inflación pero tampoco tomar nota que los formadores de precios y sus procesos de acumulación de la renta y lo poco o mucho que crece la economía están guerreando contra él.
El 40 por ciento de los votantes ya son menores de 40 años o sea que nacieron después de la recuperación democrática y no se han visto contenidos satisfactoriamente por el único sistema de gobierno posible. El 70 por ciento de los consumidores (como lo explicamos ayer) se abastece de sus alimentos y necesidades en los negocios y locales que los factores de poder eligieron para hacer sentir con todo el rigor su decisión de no cumplir los acuerdos y apenas cubren con sus ingresos las necesidades básicas. Ante ese panorama la reflexión imposible de soslayar es la del fracaso del ejercicio de la ciencia política por la mayoría de los dirigentes que, encerrados en algún mundo desconocido, pierden anclaje de la realidad.
¿Es posible que con el grafico de la inflación sobre la mesa nadie mire hacia los nombres que velan por la Secretaria de Comercio? En un mundo normal no. También es cierto que un nombre no cambia la política, pero también lo es que un fusible que salta a tiempo te salva del incendio.
Argentina se enfrenta a un momento muy particular donde parece estar atada de pies y manos y con una dirigencia que por momentos parece haber tirado la toalla. Sin embargo las situación internacional le da una nueva oportunidad de romper las sogas y hasta de escapar del laberinto por arriba. ¿Habrá voluntad y valentía política para hacerlo?