¿Hay personas que están presas y son inocentes? Pregunta que se harán muchos y motivo por el cual existen extensos debates en la sociedad. Lo cierto es que la Justicia mendocina, recientemente, investiga uno de estos supuestos casos.
¿Hay personas que están presas y son inocentes? Pregunta que se harán muchos y motivo por el cual existen extensos debates en la sociedad. Lo cierto es que la Justicia mendocina, recientemente, investiga uno de estos supuestos casos.
Se trata de la pena que cumplen Juan Carlos Aguilera, hermano del Rengo, y Ricardo Cortéz Acosta, condenados a 17 y 12 años de prisión respectivamente por un crimen ocurrido en el barrio La Gloria, en el 2004.
Estos dos sospechosos repitieron una y otra vez que eran inocentes, pero la Justicia los condenó basándose en el relato de una testigo clave (madre de la víctima). Pero luego, esa mujer, admitió que había mentido y que no sabía quién había asesinado a su hijo.
La Suprema Corte de Justicia ordenó en junio del 2012 que el fiscal Carlos Torres investigara un posible falso testimonio de la fémina, pero el magistrado archivó la causa.
Ahora, por distintos recursos que presentaron las defensas de los acusados, un Juez de Garantías remitió el expediente a una Cámara Penal y en los próximos días la causa recaerá en manos de otro fiscal para que se investigue nuevamente un posible falso testimonio de la testigo.
La historia se remite a enero del 2004. El lunes 12, en el interior del barrio La Gloria fue asesinado Cristian Córdoba. Al joven le dieron un tiro y quedó tendido en el suelo, donde finalmente falleció.
Pocos eran los testigos que tenía la causa, hasta que, meses después, la madre del difunto, Rosa del Carmen Sánchez, declaró que ella sabía quién había matado a su hijo, y señaló a dos personas.
Con esto la Sexta Cámara del Crimen, condenó a 17 años de prisión a Aguilera, alias El Moncho y Cortéz Acosta, alias Galleguillo.
Jurando que eran inocentes, estos tuvieron que acatar la decisión de la Justicia y desde hace 9 años están presos en Boulogne Sur Mer.
La sorpresa llegó cuando la mujer se presentó en la fiscalía y admitió haber mentido. Declaré eso por presión policial, aseguró, por aquellos días, la testigo. Incluso, fue hasta el penal y le pidió perdón a Aguilera por lo que había hecho.
Entonces, la causa, luego de algunas idas y venidas, recayó en manos de la Suprema Corte de Justicia que remitió el expediente al fiscal Carlos Torres para que investigara un posible falso testimonio de la fémina.
El magistrado no encontró pruebas y archivó la causa, lo que generó la disconformidad de los abogados defensores que hicieron uso de algunos recursos judiciales.
Así, el expediente viajó esta vez a manos del Segundo Juzgado de Garantías, a cargo de Aníbal Ezequiel Crivelli. El magistrado admitió falencias en la investigación y ordenó que se investigara nuevamente, como así también se decidió a apartar del caso al fiscal Torres.
Por lo tanto, la investigación pasó, semanas atrás, a estar en manos de Paula Quiroga, de la Fiscalía de Cámara de Apelaciones del Crimen. Ella deberá elegir otro fiscal que volverá a investigará a la testigo.
Lo que vendrá
Para la defensa de los condenados, Omar y Gemina Venier por Aguilera y Mariana Silvestri (abogada oficial) por Cortéz Acosta, el objetivo es uno solo: que la Justicia condene a la mujer por falso testimonio. Así lograrían la liberación de los presos que, según ellos, están detenidos injustamente.
Ahora bien, no todo es tan fácil. Además tendrá que haber una instrucción y un futuro juicio, para los defensores el tiempo es oro. Es que en poco más de medio año, el relato donde la mujer admite que mintió caducará.
De esta forma, es clave que antes de que se cumplan 10 años de ese testimonio, que fue en diciembre del 2004, por lo menos se impute a la mujer. Eso permitiría que el expediente no caduque.
En el medio seguirían los dos acusados, que hasta han escrito cartas a los medios y se han encadenado, jurando que son inocentes. La Justicia tiene la palabra, para darle un resultado final a una historia que, a simple vista, pareciera estar llena de injusticias.