Natalio Faingold (ex Alcohol Etílico y Altablanca) llegará a la Sala Mayor con la segunda pieza de la Trilogía de leyendas iniciada por "El Futre".
Esta vez la historia que lo ha inspirado es la de la Difunta Correa. El espectáculo titulado "Deolinda Correa" se llevará a cabo este viernes a las 21.30.
Como lo hizo aquella vez con la historia del hombre sin cabeza, el Oratorio de Deolinda Correa tomará los matices surgidos de la mixtura del rock y el folclore para dar forma a esta fusión musical. Este nuevo trabajo trata, a través de la música, contarnos la historia de esa mujer, que en épocas muy duras que le tocó vivir luchó hasta el último momento para salvar la vida de su hijo.
El espectáculo tendrá sobre el escenario a la cantora Sandra Amaya, acompañada por Faingold en piano y teclados, Seba Rivas en guitarra eléctrica, Germán Peña en Bajo, Didier Turello en batería y Samuel Aspe en guitarra acústica.
La función se concretará el viernes 25 de julio, a las 21.30. Las entradas, disponibles en la boletería del Teatro, tienen un costo de $150 para Plateas y Palcos Bajos, $80 para Plateas y Palcos Bajos y $60 para los sectores Tertulia y Paraíso (sin numerar).
Leyenda popular
En 1840, en un pueblo llamado La Majadita, vivía Deolinda Correa junto a su marido y el pequeño hijo de ambos.
Un día irrumpieron las montoneras, reclutando soldados para la guerra. Se llevan a su marido por la fuerza.
Deolinda, joven y bella, queda sola y desprotegida. Es acechada por un comisario y escapa siguiendo los rastros de su amado y llevando su bebé en brazos.
Después de un largo caminar por el desierto, cae exhausta y se recuesta bajo un árbol. Allí muere deshidratada.
Unos arrieros encuentran a Deolinda tendida junto a su bebé, que milagrosamente sigue vivo, amamantándose de su difunta madre. Luego entierran a Deolinda y se llevan al pequeño.
Unos años después, en medio del desierto, un arriero pierde todo su ganado en una tormenta. Desesperado se arrodilla en la tumba de "La Deolinda" y le pide ayuda. Al día siguiente sus quinientas cabezas de ganado aparecen sanas y salvas.
Así, la Difunta Correa empieza su largo camino en el mundo de los necesitados, convirtiéndose en la leyenda del desierto cuyano.