Los imprescindibles de Mendoza

Marciano Cantero, el mendocino estrella de rock

Fue parte de Los Enanitos Verdes, sus canciones las canta el mundo, amante de los aviones a escala y papá de Javier. Marciano Cantero, un ser único y talentoso.

Por Walter Gazzo

Horacio Eduardo Cantero Hernández es Marciano Cantero y nació el 25 de agosto de 1960 en Mendoza, hijo de Roberto “Cacho” Cantero e Hilda Hernández. Fue el hermano del medio: primero llegó Eduardo y, por último, Marta.

Gran parte de su vida la pasó en la calle Cayetano Silva, en plena Sexta Sección. Desde esa casa natal fue a hacer sus estudios primarios en la escuela Arístides Villanueva y, más tarde, hizo el secundario en la entonces ENET N°1 Ingeniero Pablo Nogués.

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Marciano Cantero junto sus compañeros de promoción del Pablo Nogues.

Marciano Cantero junto sus compañeros de promoción del Pablo Nogues.

El sobrenombre de “Marciano” se lo puso un amigo del barrio. Estaban reunidos en la plaza de la vuelta de su casa y llegó Horacio con su guitarra y los anteojos. Este chico dijo: “Miren, se parece a un marciano” y de ahí quedó el apodo (era la época en que la serie “Mi marciano favorito” era un éxito televisivo).

Marciano siempre estuvo atrapado por la música. Su hermano Eduardo sabía tocar la guitarra y fue quien le enseñó los primeros acordes. Pero, su joven pasión por The Beatles lo llevó a investigar más y ahí nació ese amor por el bajo. Ya adolescente, fue disc jockey con una consola que él mismo se armó. Y así también empezó a relacionarse con el mundo de la música de Mendoza y compuso sus primeras canciones: “Nuevo amanecer” y “El payaso”. Solía alternar su trabajo de DJ con alguna presentación solista y llegó a ser bajista de Tecobe, una célebre y pionera banda de rock liderada por Sergio Bonelli y Jorge Benegas.

Por entonces -fines de 1978- la banda emblemática y señera del rock mendocino era Altablanca y sus integrantes le ofrecieron a Marciano que fuese su sonidista ya que conocía cómo operar sonido y, además, era músico. En el libro “Aún siguen cantando” de Roly Giménez cuenta Marciano Cantero: “Lo de ser sonidista tiene que ver con ser DJ y es algo que aún hoy me apasiona: armar el espectáculo, ser el que trae un poco de diversión, de show, aunque no lo parezca. Pasa que de chico, o eras bueno para el fútbol o no, y yo no era bueno. Me gustaba la música y la cosa técnica. Un vecino mío ponía música en fiestas y me lo pasaba en su casa, oyendo. Me gustó todo eso. Fui disc jockey y puse música en fiestas de 15, casamientos, etc. El equipo de giradiscos, los bafles, los amplificadores, todo lo hice yo, con mis propias manos. Esa etapa de DJ significó ganarme un dinero extra mientras estudiaba. Aparte me di cuenta que el mundo del entretenimiento pagaba porque era bastante estable la oferta. Mi pasión por el bajo ya estaba a full y ya hacía mis primeros pininos musicales. Empecé a componer mis primeras canciones. Quería ser cantante y bajista. Mi primer grupo fue Adonay, un intento de juntarnos con mis amigos del barrio y hacer música. Estuvo muy bueno pero empecé a entender más de las relaciones humanas y de lo que yo quería. Luego vino la oportunidad de estar en Tecobe, un grupo que ya venía tocando hace tiempo. Aprendí mucho de ellos que hacían una mezcla de rock, jazz y fusión folclórica. Me gustó mucho esa etapa. Aprendí un montón”.

Mario Mátar, otra leyenda mendocina habla sobre Marciano en el mismo libro: “El 11 de abril de 1980 tocan en el estadio cerrado de Andes Talleres los siguientes: Altablanca, Jorge Benegas y Los Enanitos Verdes, un grupo desconocido hasta entonces. Fue el famoso recital del tomatazo a Marciano. Le tiraron un tomate que le dio de lleno en la cara pero él siguió cantando. Es que cantaba muy mal en esa época…”.

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Los Enanitos Verdes, en 1982.

Los Enanitos Verdes, en 1982.

Esa fue la presentación oficial de Los Enanitos Verdes, banda formada por Marciano Cantero en bajo y voz, Felipe Staiti en guitarra y Daniel Píccolo en batería. Cuenta Felipe Staiti en el libro “Aún siguen cantando” de Roly Giménez: “Con Marciano nos conocíamos de nombre. Alguna vez había tocado con él en el colegio Agustín Álvarez. Creo que fue el primer concierto punk de Mendoza porque se armó un despelote bárbaro. Seguimos tocando juntos y se sumó Elio González en la batería pero al tiempo se fue y se sumó Daniel Píccolo, que era sonidista en el Movimiento Juvenil Peregrinos. Ahí formamos el grupo que era más heavy que tiempos después”.

Los Enanitos Verdes marcaron un antes y un después en el rock hecho en Mendoza; y sus buenas canciones llevaron al grupo a un primer plano nacional y, poco tiempo después, a la trascendencia internacional.

“La muralla verde”, “Tus viejas cartas”, “Simulacro de tensión”, “Por el resto”, “Te vi en un tren”, “Guitarras blancas” y “Amigos” fueron algunos de los temas compuestos en aquella década dorada para el grupo, que por entonces recorrió una y otra vez América Latina, coincidiendo con los pasos de Soda Stereo y Zas.

El suceso de Los Enanitos Verdes en el continente llevó a la banda a casi vivir de gira fuera de la Argentina. Eso hizo que Marciano Cantero decidiera radicarse en la ciudad de Hermosillo, en el desierto de Sonora (México) desde 2003 hasta 2017, llegando incluso a obtener el pasaporte mexicano.

En 1988 la banda es protagonista de un grave accidente de tránsito en México donde falleció su agente de prensa Roberto Cirigliano. Este hecho más alguna desilusión por la escasa repercusión del disco “Había una vez…” hizo que el grupo detuviera su marcha. Cantero inició su carrera como solista con el disco “Luna nueva”, editado sin demasiada difusión. Después encaró su segundo proyecto, “Beat Club”, lanzado en 1991. En 1992 se reuniría con sus compañeros para el retorno de Los Enanitos Verdes, banda en la que continuó hasta su fallecimiento.

En 2019 Marciano vuelve a vivir en Mendoza y hay algo fundamental: el amor vuelve a aparecer en su vida. Viviana, su novia de la juventud a la que le había dedicado varias de las primeras canciones del grupo (el clásico “Tus viejas cartas”, entre otras) pasa el ser el centro de su vida y se casa con ella.

Pasados los efectos de la pandemia, la banda sale a girar por el mundo para celebrar el 40° aniversario de la creación de Los Enanitos Verdes. Tras llegar de Estados Unidos, Cantero padeció algunos problemas y consultó al médico que decidió internarlo por complicaciones renales. Tras ser operado, falleció a los 62 años en el mismo lugar en el que nació, el 8 de setiembre de 2022.

Marciano se casó tres veces y tuvo un hijo: Javier, que fue la luz de sus ojos. Estando internado en el Policlínico de Cuyo -ya no muy bien de salud y esperando su operación- Javier le dijo que viajaría a Mendoza para estar con él. Fue una de las noticias más lindas que tuvo Marciano en sus últimos momentos. Fueron días muy intensos y afectivos porque Javier se quedó todo el tiempo con él en el hospital, no se separó de su lado.

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Marciano y Javier Cantero.

Marciano y Javier Cantero.

Los que conocían íntimamente a Marciano sabían que había otra pasión en su vida: el aeromodelismo. Construía sus propios avioncitos que luego hacia volar. Además, supo celebrar algún triunfo del Atlético Argentino, equipo del cual se hizo hincha gracias a la voluntad de su padre que fue dirigente del “Boli”.

Horacio “Marciano” Cantero es uno de los imprescindibles de Mendoza, el único de los nuestros que llegó a estar en la cumbre del rock mundial… Sin dudas, los anteojos más famosos del rock latinoamericano.

"Hay hombres y mujeres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles" (Bertolt Brecht).

Esta columna fue declarada de interés cultural por el Senado de Mendoza según consta en la resolución 78.208.

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