Desafíos de la maternidad

Crianza, trabajo y tecnología: las diferencias y similitudes entre las madres de ayer y hoy

Este Día de la Madre, Sitio Andino dialogó con mujeres de la provincia de Mendoza para conocer cómo ha cambiado la maternidad a lo largo de los años.

Por Sitio Andino Sociedad

El tercer domingo de octubre se celebra el Día de la Madre en Argentina, conmemoración basada en la celebración católica de la Maternidad de la Virgen María. Gracias a diferentes procesos sociales y conquistas de derechos a lo largo de los años, algunas formas de maternar se han repensado y otras experimentaron cambios sustanciales. ¿Cómo la ejercen, hoy en día, las madres mendocinas?

Las diferencias y similitudes entre las madres mendocinas de ayer y de hoy

Ser madre no es tarea fácil. Si bien está responsabilidad siempre se adjudicó (y aún se sigue haciendo) a la mujer por su “instinto maternal”, sensibilidad y predisposición innata, no hay nada escrito sobre la manera correcta de criar a una persona.

“Al principio fue difícil porque no sabíamos nada, ni de cambiarle el pañal, ni de hacerlo dormir. Después, en la adolescencia, [lo complejo] fue cómo manejar sus cambios de humor; ahora es un poco más fácil porque ya son independientes” cuenta Gloria, de 59 años, en diálogo con Sitio Andino.

En esta experiencia coincidió Miriam: “Como todo lo que no conocés, cuesta hasta que te adaptas. Dar de mamar, cuando se enferman… Una va aprendiendo a la par del niño, no hay ningún manual sobre qué hacer o cómo hacer”.

A Miriam le dicen “Tití” de cariño, es madre de tres -Gonzalo de 39 años, Romina de 35 y Gabriel de 25- y su emoción al hablar de sus hijos es contagiosa: “Son el premio de mi vida”, afirma. Tras ser mamá a los 25 años junto “al amor de mi vida”, contó que recibió mucha ayuda de sus familiares y se basó en las “mamis, tías y amigas que habían sido mamás” para guiarse en esa nueva aventura.

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“El desafío mayor es el ambiente hostil que hay en las redes sociales”, Neyén, 28 años.

Por otro lado, Neyén y Lucia, dos jóvenes de 28 y 24 años respectivamente, encuentran que una de las mayores dificultades para la crianza en la actualidad es la tecnología.

Sin desestimar otros obstáculos, Neyén puntualiza que en lo relativo a redes sociales “estamos en un momento muy hostil. Siento que es realmente importante que mi hija esté informada en un montón de cosas para que me pueda comunicar ante cualquier problema que tenga en el futuro”.

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Trabajo y maternidad: la complejidad de separar ambas esferas

Años atrás, las imposiciones sobre todos los roles que debía ejercer la mujer para ser “bien vista” en la sociedad iban mucho más allá de la -ya ardua-, tarea de ser madre y, según añade Mariana, estos mandatos eran mucho más estrictos que en la actualidad.

“Fui mamá por primera vez a los 26 años. A esa edad también me casé, sino era como que se pasaba mucho el tiempo”, comienza la mendocina de 51 años que trabaja como secretaria en una escuela primaria.

“En mi época, -continúa- te tenías que casar, te tenías que quedar embarazada y tener un hijo. Lo que veo en la actualidad es que no es obligación casarse y se decide la maternidad. [Una mujer] puede tener la edad que tenga y no tener hijos y no pasa nada. Antes te miraban raro”.

Tanto antes del embarazo como en los primeros años de vida de Constanza -su primera hija y hermana mayor de Máximo- Mariana ya ejercía como maestra. Asimismo, su esposo también trabajaba y se organizaban para evitar “molestar a terceros”, pero la docente siempre tuvo que intercalar su formación profesional con la maternidad.

Gloria, ciudadana colombiana radicada en Mendoza, también tuvo que administrar su tiempo entre las obligaciones laborales y la crianza de sus hijos. “Durante mi primer embarazo trabajé hasta el último mes vendiendo muebles. Después de tener a mi primera hija, dejé de trabajar hasta que ella cumplió un año; ahí empecé de nuevo. En mi segundo embarazo, no trabajé durante ni después de tener a mi hijo ya que era riesgoso ”, relata.

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Sin asistencia, la crisis económica golpea a las mujeres de Mendoza.

Sin asistencia, la crisis económica golpea a las mujeres de Mendoza.

En la actualidad, cada vez se dificulta más separar el trabajo de la vida personal, especialmente en una era en la que la hiperconectividad suele llevar a estar presentes en todo y en todo momento. En este escenario, Lucia, quien fue mamá de Nerea a los 22, asegura que no puede equilibrar su faceta profesional con la maternidad.

Cuando le doy mucha atención a mi desarrollo personal, no estoy atenta a mi hija y cuando estoy con ella es imposible trabajar. Entonces, hago lo que puedo y lo que me sale”, señala.

“Yo recién llevo un mes siendo madre entonces, en cuanto a lo profesional, todavía no sé bien cómo organizarme porque tengo licencia solo en uno de mis trabajos. No sé cómo será [cuando esté] al 100%”, aporta Neyén, quien explica que, con su pareja, se “intercambian” para cuidar a la beba: “Mientras él trabaja yo cuido a Alme y viceversa”.

Tecnología: hasta qué punto se la puede separar de la crianza

En la era digital, resulta casi imposible no pensar en una maternidad que se encuentre alejada de la tecnología. Por más que se intente no exponer a los menores a las pantallas, eventualmente se abrirán camino en su vida.

Lucía reconoce que los dispositivos tecnológicos son “una herramienta muy poderosa, pero que afecta directamente a las criaturas, a los niños”. “Hoy en día uno quizás no se da cuenta, pero vive con el teléfono en la mano y eso se refleja en la crianza de los niños. Y, entendiendo que las pantallas también son nocivas para los menores, se tiene que balancear entre lo que uno utiliza y la crianza que se quiere dar”, agrega.

“En cuanto a las redes sociales, insisto en que hay sobreinformación, por lo tanto todo el mundo sabe todo y todo el mundo tiene argumentos por más que no sea profesional”, apunta Neyén, comunicadora social y mamá de una pequeña que dentro de poco cumplirá los 2 meses.

“Durante el embarazo, y ahora también, he tenido que bloquear cuentas y contenido porque te hacen sentir mal, culpable y no tendría que ser así.

“En tanto a la tecnología en otro sentido, la utilizo para poner música, ni siquiera googleo. Soy una persona que confía mucho en las profesionales así que, ante cualquier duda, voy a la pediatra de mi hija. La idea es no usar tecnología, que sea “cero pantalla” hasta los dos años por lo menos. Vamos a ver si se puede”, concluye.

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Formar a los adultos del futuro: diferentes métodos, el mismo cariño y objetivo

Bajo la premisa de que “todo acto tiene una consecuencia natural”, la joven de 24 años explicó que eligió la crianza respetuosa como método para educar a su beba. “No es necesario castigar o reprender al niño por algún acto cometido sino que, simplemente, se demuestra a través de la consecuencia natural y se enseña a partir de eso. Además, con los valores de la paciencia, del respeto y de la no violencia”.

Neyén coincide con este abordaje y detalló que tiene en cuenta un dicho de su madre: “Ella me decía que uno, con los hijos, siempre intenta hacer algunas cosas que no hicieron con uno tal vez por falta de información o de conocimiento”, inicia.

“Hoy en día la crianza es, quizás, hasta más permisiva. Antes pesaban más los roles o formas de crianza más tradicionales. La mujer se quedaba a criar y el estrés de estar en la casa suma muchísimo”, añade Lucía.

Y continúa: “Nuestra generación tiene un montón de esas cosas en cuenta. Por ejemplo, no poner expectativas sobre la vida de nuestros hijos. A mí me gustaría que mi hija pueda elegir todo lo que quiera y que cuente con mi apoyo para lo que sea, tanto para una carrera como un deporte. Me gustaría que tenga una crianza basada en la naturaleza, también. Que pueda disfrutar de ella”.

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Así como Neyén y Lucía consideran valores esenciales para transmitirle a sus pequeñas la empatía, el respeto, el valor del trabajo, de la constancia y del autoestima; las mamás de otras generaciones resaltaron las mismas cualidades en sus hijos ya adultos y, cómo no, se emocionan al verlos independizados y cumpliendo sus metas.

“A los chicos los hemos criado con muchos valores y mucho esfuerzo. Son un orgullo porque ambos son muy responsables”, señala Mariana. Miriam, por su parte, añade que ver a sus pequeños convertirse en adultos es “algo hermoso”. “Decís ‘he cumplido bien la tarea’. No solo verlos adultos, sino encaminados en la vida. Es un alivio, una alegría, verlos con una profesión, una pareja…”.

“Es triste porque se independizan, pero a la vez es lindo porque ya están haciendo lo que ellos quieren y les gusta”, Gloria, 59 años.

“La diferencia entre la maternidad actual y las generaciones anteriores es, justamente, el tipo de crianza”, señala Lucía. “No digo que lo anterior esté mal, juzgar las maternidades ajenas no está bien, porque maternar es mucho más complejo de lo que uno cree. No hay descansos, los desafíos son muy grandes y las responsabilidades pesan muchísimo porque si vos no te haces cargo podés hacerle daño a esa persona”, concluye.

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