Así fue la emotiva excursión de Guadalupe y Azul, las hijas del andinista Guillermo Vieiro
En febrero de 2024, la mochila de Guillermo Vieiro fue hallada a 40 años de su subida al Volcán Tupungato. El mismo mes, pero de 2025, sus hijas la recuperon.
Así fue la emotiva expedición de Guadalupe y Azul, las hijas del andinista Guillermo Vieiro
A fines de febrero trascendió una noticia que marca un nuevo hito en el mundo del andinismo y, cómo no, en la historia toda. Guadalupe y Azul Vieiro encontraron, a una altura imponente, la mochila de su padre, Guillermo. En 1985, el conocido andinista perdió la vida tras lograr la ascensión al volcán Tupungato, pero el reciente hallazgo demuestra que su legado no terminó allí, y que el expedicionario tenía una historia más que compartir junto a sus hijos.
Este nuevo capítulo comenzó en el transcurso del segundo mes de 2024, cuando la guía de montaña Gabriela Cavallaro se cruzó con la mochila que el bonaerense nacido en 1941 llevaba en la expedición de hace cuatro décadas. Durante su último día en la provincia de Mendoza, Guadalupe -la hija menor de Vieiro- pudo dialogar con Sitio Andino sobre el hecho y contó cómo vivieron este “reencuentro” cargado de emoción.
Así fue la travesía para recuperar la mochila del andinista Guillermo Vieiro
Gabriela -una de las guías que acompañó a las hermanas Vierio durante esta hazaña- realizaba una excursión comercial cuando advirtió la presencia de un bulto detrás de una piedra en el volcán Tupungato. El ascenso por el pico, peligroso en sí mismo, se había complejizado por cuestiones climáticas, lo que llevó a tener que desviarse por la ruta planeada inicialmente.
Si no fuera por esta eventualidad, Cavallaro tal vez no habría cruzado caminos con esta historia digna de las pantallas grandes. Tras divisar la mochila y geolocalizar el punto, la andinista se contacta con la familia Vieiro y les dice, contundente y segura: “Yo quiero ir a buscarla”.
guadalupe vieiro.jpeg
Gentileza Guadalupe Vieiro
“Allí se gesta la idea”, afirma Guadalupe a este medio. El plan creció y creció hasta convertirse en el relato que hoy reúne a los hermanos en Mendoza. “Gabi” comenzó a reclutar gente para la empresa y, si bien quería hacerlos partícipes de la expedición a los tres, finalmente Rodrigo, el hijo mayor de Guillermo, no pudo subir.
De esta forma, el equipo quedó armado por Guadalupe, Azul, Gabriela, Juan Martín Schiappa De Azevedo, Gerardo Castillo y Valentina Roggiero como guías; Ricardo Funes, Ismael y Bastian Ortega en logística y Melina Tupa como documentalista y Javier Gutiérrez en cámara. A futuro, la emotiva excursión cobrará vida, nuevamente, a modo de documental.
En busca de un “pedacito de historia” de Guillermo: la preparación de sus hijas
Por cuatro décadas, la mochila de Guillermo quedó alojada en la cordillera, a más de 6.000 metros de altura, luego de que el andinista perdiera la vida tras lograr la primera ascensión por la pared Este. Días atrás, sus hijas emprendieron un camino similar al de sus últimos pasos, con el objetivo de recuperar el preciado objeto.
“Emocionalmente, la realidad es que no me preparé mucho. Fue medio vivir el momento e ir viendo qué me pasaba”, explica Guadalupe sobre cómo fue “la previa” al ascenso. “Los guías estaban súper comprometidos y conscientes de que, para nosotras, esto iba a ser movilizante, por lo que tuvimos mucho apoyo y contención de ellos”, añade.
En cuanto a lo físico, la mujer que ejerce como psicóloga comenzó a prepararse cuatro meses antes y estuvo “muy bien”. “No fue una complicación. Yo vivo en Bariloche y nunca había hecho altura, pero sí hago montaña hace varios años”, relata.
La expedición constó de varios días de mucha caminata y un nivel imponente. “Creo que tuvimos solo un día de descanso los que subimos -en cierto punto, la altura comenzó a surtir efecto y el grupo tuvo que dividirse- y fue intenso. Pero la realidad es que tuvimos todas las condiciones perfectas en cuanto al clima, a los campamentos y otras cuestiones, que fueron fluyendo para que se diera lo mejor posible”, suma.
Tras el esfuerzo, la recompensa se materializó el día 22 de febrero, cuando Gabriela, junto a otros dos guías, recorrió el último tramo hasta la mochila. “Fue increíble. Si bien sabíamos más o menos donde estaba y los veíamos, cuando la trajeron fue como poder abrazar una parte de mi viejo, conectar con él de una manera más física que yo, por lo menos, como era más chica, no tuve la posibilidad”, recuerda sobre aquel conmovedor momento. “Fueron varios días de llanto”, añade mientras ríe.
guada vieiro.jpeg
Gentileza Guadalupe Vieiro
Si bien Guadalupe reconoce ser “más psicóloga que andinista”, desde hace varios años recorre los picos de Bariloche: “Nunca seguí el camino de mi viejo, pero me gusta mucho la montaña. Siempre estoy conectada con el deporte, ya sea por esquí, escalada, caminata o lo que sea”.
El legado de Guillermo Vieiro, según familia y allegados
El increíble hito recorrió todos los rincones del país rápidamente y las lágrimas de alegría y nostalgia comenzaron a brotar de los ojos no solo de quienes pudieron compartir la vida del andinista, sino también de quienes leyeron su historia a través de redes sociales o algún medio.
“Todos los mensajes que nos llegan son de mucho amor, de mucho reconocimiento hacia él”, expresa Guadalupe en este sentido. Además, añade que, quienes lo conocieron “siempre lo describen como una persona muy solidaria, que le gustaba compartir su conocimiento. Estaba siempre dispuesto a ayudar a quien le pasara algo en la montaña”.
Guillermo era “muy tenaz, con objetivos claros y bastante fuerte. Era una persona que le gustaba compartir con sus amigos o con la gente de montaña sus saberes”, detalla Guadalupe, su hija.
También fue presidente del Centro Andino de Buenos Aires y en el Centro de Montaña de Tandil, donde dio muchos cursos. Leonardo Rabal, quien lo acompañó durante la subida al volcán Tupungato y también falleció aquel 28 de enero, lo conoció en esta última institución.
Ese día, su cuerpo fue hallado por un compañero de vida y de aventuras, Ulises Sila Vitale. En diálogo con el medio Cultura de Montaña, el andinista recordó un episodio en el que, junto a Vieiro, rescataron a un “compatriota que estaba en las últimas en el Campamento de Berlín”, en Plaza de Mulas, de los Andes. Sin dudar un segundo, ambos corrieron a su auxilio y lograron salvarlo.
image.png
Guillermo Vieiro en uno de sus múltiples ascensos.
Gentileza Cultura de Montaña
“Luego de esta expedición, nunca más integré grupos junto a Guillermo. Eso sí, el destino me marcó para que fuera yo, junto al entonces Sargento Ayudante baqueano Lucero, a quienes nos tocó la triste experiencia de encontrar su cuerpo junto al de Rabal, en el glaciar Sur del Tupungato”, rememora.
La trayectoria de Vieiro y su intrepidez despiertan gran orgullo y admiración entre aquellos andinistas que lo conocieron. Quienes no lo vieron en persona pero se interesan en el deporte y comparten su pasión por la montaña, se asombran por sus conquistas y se maravillan con su legado. Su familia no es ajena a estas muestras de aprecio ni a esas mismas emociones, las cuales afloran cada vez que recorren los picos de Bariloche, que recuerdan por medio de las fotografías que tomaba el propio Guillermo y, ahora, con la grata satisfacción de poder contar una nueva hazaña del indomable bonaerense, una compartida con sus propios hijos.