Lo que los argentinos hemos bautizado grieta (en realidad posturas políticas, ideológicas y hasta sociales antagónicas) no es nuestra como la birome, el dulce de leche o el bondi, sino más bien una situación socio política tan vieja como la humanidad y que con nuevas características cruza hoy el Mundo.
Esas diferencias que a nivel global en algún momento se dieron entre comunismo y democracias occidentales, más recientemente entre oriente y occidente y otras tantas formas parece ahora extenderse intra países del orbe con una marcada diferencia de proyectos identificados como de derecha (en muchos casos al filo de lo antidemocrático) y los proyectos de carácter nacionales o populares con una cercanía a lo que en una época se definió como centro izquierda o izquierda capitalista.
Por estos días esas diferencias entre movimientos políticos (quizás más ideológicos que políticos) parecen apoderarse de la vida institucional de la mayoría de los países del mundo occidental democrático. En apenas 20 días la situación se ha replicado en Suecia e Italia (con resultado ya conocido) y este domingo se verá en Brasil con la disputa exclusiva entre dos candidatos, Jair Bolsonaro y Lula Da Silva.
Si en la Unión Europea el triunfo de la derecha en Suecia fue mirado con recelo y preocupación, la victoria de La Liga en Italia con la preeminencia de su versión más radical y xenófoba terminó de prender las luces de alerta.
La imagen de italianos en Roma trepando a los balcones de organismos oficiales para bajar las banderas de la Unión Europea y reemplazarlas por banderas italianas (que se viralizó rápidamente en cuentas afines) minutos después de conocerse que Giorgia Meloni será la nueva premier de la tercera economía de la Comunidad reafirmó que los tiempos que vienen para la unión de Europa no serán fáciles.
La izquierda y la centro izquierda sumaron más votos que la derecha, pero el sistema electoral y el armado político le permite a estos últimos con el 40% de lo votos quedarse con el 60% de los escaños
Benito Mussolini en el 22 formó y lideró una coalición con partidos de derecha que obtuvo menos del 10 por ciento de los votos, y llegó al poder por algo muy parecido a un golpe con la marcha de las camisas negras sobre Roma que le ganó la pulseada al Rey Saboya
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Giorgia Meloni, la próxima premier italiana llega desde el neofascimo a gobernar la tercera economía de la Unión en un mundo en crisis y polarizado
Cosas de los vericuetos de la historia, exactamente un siglo después una dirigente que se proclama admiradora del Il Duce llega al poder en alianza con partidos de derecha llegando al 40% de los votos en tanto que Meloni en forma individual se quedó con el favor de más de un cuarto de los votantes italianos.
Los principales medios italianos y europeos en sus ediciones de ayer han tratado de restar algo de importancia a la situación como si así cambiarán la realidad de una victoria arrasadora de una entente de inspiración fascista y que sus discursos de campaña se metieron de llenó en la xenofobia, la confrontación religiosa, el desprecio a las identidades de género y la separación de Europa
Meloni pasó del 4 por ciento de los votos que obtuvo en 2018 al 26.2% de este domingo, lo que puede suponer una normalización en las sociedades (fenómenos similares se viven en Francia, Suecia, España, Brasil, Argentina. etc) de los discursos neofascistas, de discriminación y hasta cierta dosis de violencia. A este fenómeno se debe sumar el abstencionismo (que el domingo en Italia llegó al 36 por ciento, la cifra más alta desde 1948).
Tampoco es un dato menor que la izquierda y la centro izquierda sumaron nominalmente más votos que las expresiones de derecha, pero el sistema electoral y el armado político le permite a estos últimos con el 40% de lo votos quedarse con el 60% de los escaños.
El domingo en Brasil (si las encuestas no fallan) Lula ganará la primera vuelta de los comicios presidenciales, sin embargo Jair Bolsonaro con cientos de puntos en común en sus discursos con los movimientos europeos de derecha, hará una muy buena elección. En Chile, Franco Parisi obtuvo el 10 por ciento de los votos en las últimas presidenciales, en la Argentina el fenómeno urbano de Milei, Espert se mantiene y la presidenta de uno de los principales partidos de oposición tiene más puntos en común en sus declaraciones con Meloni de lo que se podría imaginar.
El mundo parece avanzar hacia dos polos ideológicos y políticos irreconciliables, pero a diferencia de otros momentos históricos no aparecen dos centros geopolíticos claramente identificables sino que las diferencias cruzan transversalmente los más diversos rincones de las sociedades occidentales, generando seguramente una nueva materia de estudio para la sociología, la ciencia política y la comunicación.
Ahora queda por ver la materia más esperada; cuál es la capacidad para gobernar de estos movimientos.