Opinión

La desertificación avanza, secando hasta las ideas

La sequía y desertificación de Mendoza es la peor en 600 años. La política, que no escuchó a los científicos, debería estar recuperando el tiempo perdido

Por Myriam Ruiz

La mega-sequía que afecta a Mendoza es la más prolongada de los últimos 600 años y es la crisis hídrica que está afectando a toda Sudamérica en distintos niveles y contrastes. Tanto desde el Ianigla, a nivel local, como desde instituciones científicas internacionales se viene advirtiendo de cómo la temperatura global aumenta mucho más rápidamente de lo que se esperaba, provocando desertificación y requiriendo de políticas y entendimientos urgentes.

En Mendoza, el clima parece haberse ensañado con el sector productivo. A la falta de lluvias se sumaron heladas tardías que están acabando con la producción de la temporada.

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Productores reclamaron por la corta del agua de riego que les impidió defender a los viñedos de la helada

Productores reclamaron por la corta del agua de riego que les impidió defender a los viñedos de la helada

Viñedos que estaban en brote resultaron diezmados por la helada negra de la última semana y el reclamo de los agricultores se hizo escuchar desde todas las regiones productivas: Irrigación ha establecido cortas en los turnos de riego de 20 días lo cual inutilizó una de las herramientas con las que se podría haber defendido a los cultivos ya que el terreno húmedo mitiga el daño del frío.

Lo cierto es que la falta de nieve en la cordillera y la baja constante en los caudales de los ríos mendocinos viene desde hace 13 años. En todo este tiempo, los gobiernos de Mendoza no hicieron sino decretar la emergencia hídrica y, en algún caso, establecer financiamiento para acceder a sistemas de riego presurizado.

En esta década y pico no se han planteado soluciones eficaces ni para mejorar el acceso al agua de los regantes de la provincia, ni tampoco para dar una lógica sustentable a la demanda de consumo urbano que sigue aumentando -sobre todo sobre el Río Mendoza-.

La sequía y las olas de calor están marcando a fuego el planeta. Luego del verano europeo muchos ven con temor las temperaturas en el hemisferio sur y, ciertamente, la civilización debería prepararse para un mundo distinto.

Santiago de Chile ya comenzó con la corta de agua para consumo. El gobierno del país vecino estipuló un semáforo para los ríos Maipo y Mapocho que abastecen a la metrópolis de más de 6 millones de personas: cuando el caudal baje a niveles mínimos, lo cual se espera que ocurra, comenzará el racionamiento de agua a veces de hasta 24 horas.

¿Puede el Río Grande convertirse en un río cedente del Atuel, tal como estudia España a alguno de sus ríos? ¿Puede el Río Grande convertirse en un río cedente del Atuel, tal como estudia España a alguno de sus ríos?

Buscando información sobre qué están haciendo países del mundo desarrollado que están sufriendo el mismo problema que nuestra región nos encontramos con una extraña pero no por ello original propuesta de los legisladores de Vox en España. Allí, una zona de Castilla-La Mancha está sufriendo sequías que ya impiden la vida en los pueblos. En base a ello, la idea que han presentado es que el Ebro (de enorme caudal) se convierta en un "río cedente" o sea, y tal como se entiende claramente, un río que ceda parte de su agua a otro que está sufriendo la escasez de caudal.

"Estamos dentro de una nación y hay que conectar unas cuenca con otras para que aquellas que puedan suministrar agua a las que tienen menos caudal, lo hagan", han señalado los legisladores españoles en un proyecto más que polémico.

Pero bueno, pensamos en los "ríos cedentes" y nos preguntamos: ¿qué hace falta para que el famoso Trasvase del Grande al Atuel (que lleva 40 años de cotilleo) se tome como una medida estratégica ante la falta de recurso hídrico?

Nuestros vecinos pampeanos tendrían que aplaudir la medida ya que a través del Atuel les llegaría el agua que piden.

La sequía extrema que ha diagnosticado Irrigación para los ríos mendocinos hace que las medidas no puedan continuar siendo, año tras año, dar menor cantidad de agua a los regantes. Esto no es responder con soluciones a algo que está diagnosticado desde hace décadas con imágenes satelitales de la cordillera.

Sería estratégico que ideas que son soluciones, como la de los reservorios hídricos, encontrasen rápido financiamiento y fuesen extendidas con urgencia a cada una de las inspecciones de cauce de Mendoza.

Por otro lado, diez intendentes de la provincia acaban de firmar un acuerdo histórico sobre el cambio climático que tiene que ver con descarbonizar sus departamentos. ¿No sería urgente plantear la huella hídrica de cada actividad económica y comenzar a trabajar sobre esta crisis?

Preguntas que uno se hace mientras mira cómo la desertificación avanza imparable sobre terrenos que hasta ayer eran fincas de duraznos y viñedos, sembrándolo todo con sus horribles cardos y secando lechos de arroyos hasta convertirlos en crujientes baldosas de barro ancestral.

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