El 14 de octubre de 1943, bajo el gobierno militar encabezado por Pedro Pablo Ramírez, en Argentina se prohibió el lunfardo (argot) y comenzó la censura radiofónica para las letras de tango escritas en lunfardo o al “vesre”.
El 14 de octubre de 1943, bajo el gobierno militar encabezado por Pedro Pablo Ramírez, en Argentina se prohibió el lunfardo (argot) y comenzó la censura radiofónica para las letras de tango escritas en lunfardo o al “vesre”.
Las modificaciones obligatorias en la difusión radiofónica de las letras y títulos, con la intención de moralizar, se transformaron en una fábrica de disparates.
No se sabe bien cómo surgió esa prohibición pero que se activó, se activó. Muchos se preguntaron… ¿esa prohibición se hizo, acaso, a través de un decreto? Pues no hay documento que lo pruebe.
Un hermoso tango con letra de Celedonio Flores es “Mano a mano”, una de las frases de su letra dice:
“Rechiflao en mi tristeza, hoy te evoco y veo que has sido en mi pobre vida paria solo una buena mujer…”.
En la versión modificada, el texto aparece así:
“Te recuerdo en mi tristeza y al final veo que has sido, en mi existencia azarosa más que una buena mujer”.
Esta disposición originó situaciones ridículas en el forzado cambio de títulos de los tangos. Por ejemplo, “La maleva” pasó a ser “La mala”; “El ciruja” fue “El hurgador de basurales”; “Chiqué” fue “El elegante” y “El bulín de la calle Ayacucho” fue “Mi cuartito”. En el tango Cambalache donde dice…”el que vive de las minas….”, quedó como “…el que vive de los otros…”
El lunfardo nació de la mezcla de los idiomas de los inmigrantes. Todos usamos el lunfardo para comunicarnos. ‘Pibe’, ‘macana’, ‘chamuyo’, ‘laburo’, ‘mina’, ‘banquina’, ‘guita’, ‘trucho’, ‘chabón’ y ‘gilún”, “yeta”, son tan solo algunas de las palabras que el colectivo popular utiliza a diario. Las diferentes generaciones van enriqueciendo el lunfardo, muchas palabras del inglés han sido castellanizadas e incorporadas a nuestro lenguaje cotidiano: “delivery”, “sale”, “matchear”, “cyber monday”, etc.
Estas son palabras propias de la Argentina, pero todos los países y/o regiones tienen su propio lunfardo (argot). Son términos que sobreviven... ¿Qué hace que un término perdure en el tiempo? Deambulan… algunos se afincan y pasan a ser parte del lenguaje cotidiano.
¿Existe el lunfardo en las empresas?
En base a nuestra experiencia nos atrevemos a afirmar que la comunicación informal cumple la función del lunfardo en las empresas. Algunos lo llaman “jerga”.
Nos referimos a ese lenguaje que se sale de las formalidades clásicas de la comunicación organizacional, que se da a través de constancias escritas y de los canales oficiales de la empresa que habitualmente llevan firma y queda constancia de su contenido y en general respetan los mecanismos institucionales con respeto de las jerarquías.
La comunicación informal no cumple ninguno de esos requisitos, no hay firmas, no hay constancias y circula por canales improvisados y espontáneos.
¿Por dónde?
No siempre hay “espacios” para la comunicación informal, se desarrolla en base a vínculos persona a persona, las reuniones de café, al lado de la fotocopiadora, en un ascensor, compartiendo un almuerzo, en el viaje de regreso a casa, al pasar por una oficina y encontrar una puerta abierta y se “entra” a un encuentro no planificado.
Nosotros pensamos que la comunicación informal hace “al alma” de la empresa, ese intangible que mantiene las relaciones y los vínculos.
Se da en un marco de libertad de las reglas, no hay canales definidos, puede surgir en cualquier circunstancia y se da de manera fluida y permite compartir temas de interés común independientemente del lugar que cada uno ocupa en la empresa.
Hasta ahora mencionamos lo que podríamos llamar aspectos positivos de la comunicación informal aunque debemos ser cuidadosos porque también tiene sus riesgos y efectos que pueden resultar dañinos.
La información es difícilmente comprobable, no resulta fácil detectar responsables del origen, no permite ningún tipo de control, y uno de los mayores riesgos es la aparición y circulación de rumores.
Conocimos en nuestro contacto con directivos de empresa algunos que temen a la comunicación informal y quisieran tomar medidas (algunos lo hacen) como las del funcionario de la dictadura de 1943…”prohibir el lunfardo”.
Imposible.
¿Qué recomendamos?
Aconsejamos a esos directivos que no se asusten, que no teman al contacto entre “su gente”, el temor está basado en una fantasía infundada: que se puede “alimentar el descontento”, ¿puede pasar? Sí, puede pasar, en nuestra experiencia la proporción es mínima. También, conocer de qué se habla y formar parte de eso brinda información muy valiosa para saber qué creencias tienen sobre la empresa y qué tan a gusto se está.
No es la prohibición la que puede disminuir los riesgos de la comunicación informal, la prevención pasa por mantener una comunicación clara y fluida en todos los estamentos, estar muy abiertos a escuchar a los otros, facilitar la cooperación, coordinación e integración de los miembros de la empresa.
El buen chamuyo paga, posta, posta.
Amigo lector: ¿Puede identificar la comunicación informal de su empresa?
*En colaboración con la Lic. Sofía Florín, especialistas en Psicología Organizacional, Emprendedores y Empresas Familiares.