Elecciones 2023, la esperanza que los precios justos controlen el monstruo
Mientras el precio de la carne se dispara y la inflación sigue alta, el Gobierno apuesta a los acuerdos y a Precios Justos con la mira en las elecciones 2023.
El camino hacia las elecciones 2023 de octubre y a un posible reeleccionista del Frente de Todos no es fácil ni mucho menos pavimentado. Tampoco lo es el de la oposición. Pero para el oficialismo, que se regodeó y regodea con la idea de que Macri y su equipo fueron los primeros en no lograr reelegirse desde la reforma constitucional, el desafío es doble para no caer en su propia trampa.
En ese camino cada día cuenta. Y más que mirar al rival debe mirar para sus adentros donde las malezas parecen crecer con ganas de ahogar cualquier vestigio de vida. Las internas parecen inexplicables en la fuerza que tiene para sí la responsabilidad de gobernar y que debería saber que su mejor (¿y único?) argumento para reelegirse es gobernar bien.
Mientras el presidente decidió arrancar el año en modo campaña transformándose en el único posible candidato del oficialismo que recorre el país, con la vicepresidenta autoexcluida de la pelea y el candidato natural (si sale como él espera) asegurando que piensa más en la gestión que en candidaturas, las malezas aprovechan para salir y mostrarse. La discutida y postergada mesa de conducción del Frente podrá ordenar la situación. Es una incógnita más que certeza, pero le sería muy útil al Ministro de Economía, no solo para tranquilizar la política que incide en la economía sino también para que su esperanza de ser el candidato sea, por lo menos, posible.
Entre el enorme abanico de problemas que atraviesa la economía argentina, la inflación junto a los ingresos y el condicionante del FMI más ladeuda en pesos -que no es lo más peligroso pero trae complicaciones- son los que se llevan el podio, donde el Gobierno debe apuntar sus cañones en la batalla.
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El precio de la carne está en el centro de escena inflacionaria que tendrá una amplia incidencia en las Elecciones 2023.
Si bien desde el Gobierno aseguran que el salario le gana mes a mes un poquito a la inflación es una verdad muy parcial. Es una situación que solo se da en algunos gremios y sectores que tienen representaciones fuertes, pero no se verifica en la enorme masa de trabajadores y trabajadoras monotributistas, independientes, y de los estados (nacional, provinciales y municipales), que pierden considerablemente con la inflación y lo seguirán haciendo si no hay políticas activas de redistribución de la riqueza que genera la economía.
Los números de la macro siguen dispersos mostrando un desempeño aceptable pero lejanos de la enorme mayoría de los ciudadanos. El gobierno que ayer festejaba una nueva mejora en los índices de empleo privado en la actividad industrial, debe entender junto con sindicatos y dirigentes que (como ya también explicamos en estos espacios) las formas de trabajo y contratación se han modificado sustancialmente. El desafío de estos tiempos es ver cómo se dota a esas nuevas formas de trabajo y contratación de los derechos laborales y previsionales para cumplir con el mandato constitucional de que todos somos iguales ante la ley.
El principal foco de conflicto (por lo menos mediático y para los bolsillos de los ciudadanos) es los precios y la inflación que no tiene en este momento justificación ortodoxa de emisión. Está apenas rondó 1 punto del PBI con un crecimiento de la economía tres o cuatro veces superior. Una muestra de que el proceso de ajuste -siguiendo el mandato del FMI- es real y bien concreto. Pero también una muestra de que la lucha por la redistribución de la riqueza es importante.
En esa pelea el Ejecutivo puso sus fichas en el programa Precios Justos, que en su primera etapa (por lo menos en el interior del país) se pareció más a Precios Escondidos que justos. En la segunda etapa, presentada el viernes, promete mayores controles mediante un acuerdo tecnológico con el gigante mundial Amazon que permitirá (según expresaron) tener bajo control uno de los principales problemas de la primera entrega del programa que fue el desabastecimiento, o más bien la mecánica de esconder y redistribuir a lugares no controlados los productos.
Sin embargo, el problema de fondo parecer ser otro y es la incapacidad del Estado de controlar o poner en caja a los actores de las distintas cadenas, muchas veces asociados a los factores concentrados de poder.
Un claro ejemplo de estas contradicciones que tiene el Ejecutivo -y en general el Estado (gobierne quien gobierne)- es la relación con el campo y la carne. Esta semana el sector productivo recibió miles de millones de pesos y una serie de facilidades por sobre cualquier contribuyente a raíz de la sequia. La decisión está muy bien pero… ¿cuál es la contraprestación o gesto del sector beneficiado? Aumentar 30 por ciento el precio de la carne con la justificación que perdieron contra la inflación.
El gobierno observa en silencio la provocación, que no solo complica a los consumidores y a los queridos carniceros, sino también su combate con la inflación. Ni siquiera se pregunta en voz alta si es verdad dicha pérdida.
El sector cuyos dirigentes les encanta hablar de supuesta historia cuando denuncian políticas del pasado, sufre un ataque de amnesia y solo ve los últimos días cuando a ellos les conviene.
Veamos si es cierto que el sector perdió contra la inflación, como denuncian, para justificar la injustificable dispara de los precios.
Para ello recurrimos al Centro de Estudios Agrarios, que nos simplificó la tarea. Según denuncia el sector, en 2022 -donde el gobierno no pudo controlar la inflación y se acudió a una sobre liquidación de animales por la sequía- la pérdida fue de entre 30 y 40 puntos contra el IPC en el precio de la hacienda en pie y en el mostrador.
Sin embargo, si tomamos el periodo del último año de la gestión anterior y de esta hasta 2021, observamos que los precios de la carne y de la hacienda en pie le ganan sobradamente a la inflación, como lo muestra el cuadro del CEA.
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La situación se repite en varios rubros donde los precios superan ampliamente la inflación en los últimos cuatro o cinco años, sin que al menos haya explicaciones razonables ni coherentes en un rubro tan sensible como los alimentos y en un contexto donde, además, la FAO informó que los precios internacionales de las commodities alimentarias retrocedieron 0,8 por ciento en enero. Lo que se constituye la décima caída mensual consecutiva, generando una situación muy distinta al año anterior cuando los precios subieron 2,8 promedio en el primer bimestre y 13,1 por ciento en marzo debido al impacto de la guerra en Ucrania.
En comparación con el nivel máximo alcanzado en marzo de 2022, los precios promedio de las commodities disminuyeron 17,9 por ciento. El índice de la FAO abarca carnes, productos lácteos, cereales, aceites y azúcares. O sea que el contexto internacional tampoco justifica el aumento de precios. O quizás sí porque, como bien se sabe en la Argentina, cuando todo sube, los precios suben, y cuando todo baja… los precios también suben.