Nuevamente acudimos a la ayuda de Eduardo Galeano, quien con su cuento nos permite cuestionarnos sobre el espacio de los Millennials en las organizaciones.
Nuevamente acudimos a la ayuda de Eduardo Galeano, quien con su cuento nos permite cuestionarnos sobre el espacio de los Millennials en las organizaciones.
“Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla, en medio del patio de ese cuartel había un banquito, junto al banquito un soldado hacía guardia.Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día todas las noches, todos los días y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó, si así se hacía y siempre se había hecho por algo sería y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos y después de mucho hurgar se supo. Hacía 31 años, dos meses y cuatro días un oficial había mandado a montar guardia junto al banquito que estaba recién pintado para que a nadie se le ocurriese sentarse sobre la pintura fresca”.
El ejército es una organización verticalista apoyada en el dictado de órdenes y su acatamiento, no es así en el caso de las empresas actuales. Sin embargo, todavía algunas mantienen una estructura de funcionamiento parecida a lo que nos cuenta Galeano. “Cumplir sin discutir” podría ser el lema y en alguna época lo fue.
El concepto del trabajo a nivel social cambió y nosotros observamos, desde un análisis transgeneracional, que los milennials son cuestionadores natos en este tema (en todos los ámbitos de la vida para ser más realistas). Lo que en algún momento se vio como holgazanería o desinterés hoy toma otra mirada.
Los milennials vinieron a cuestionar, a no aceptar el status quo, es difícil que se acate una orden sin más. Fueron quiénes buscaban ir más allá y aire para volar, la jaula de pensamientos no va más.
Las razones para esto habría que buscarlas en los cambios en la sociedad en las últimas décadas, los cambios en las familias, en la educación. Está habiendo una lenta transición de generaciones con espíritu de sacrificio hacia una generación que reclama la satisfacción.
Los padres de los milennials pertenecen a la generación de la posguerra y la década de los sesenta, épocas difíciles, épocas de construcción y reconstrucción tanto en lo material como en los valores, la ética y la moral. Fueron tiempos de grandes cambios.
Son los que les inculcaron que traten de ser felices con lo que hagan, “no importa que camino elijas, que con lo estudies y en lo que trabajes seas feliz”. Más o menos ese fue el mensaje en el mejor caso. Y cumplen.
Son también los nuevos clientes, los nuevos consumidores de productos y servicios, son actores principales de los cambios, no se conforman “con cualquier cosa” que le ofrecen. Demandan calidad y que los valores de lo que consumen vayan a la par de los suyos. Esto se transformó en un gran desafío para el mercado.
Aunque no sean tal cual como lo relatado en el cuento, el solo “olorcillo” a algo así es lo que genera el rechazo o antipatía de los milennials hacia las estructuras organizacionales rígidas.. Del mismo modo reconocemos que esta antipatía se corresponde también con una enorme desconfianza de las generaciones anteriores hacia los “nuevos”.
Hasta hace poco los mayores de 50 años eran mayoría en las empresas, con años de trabajo en las mismas. Algunas predicciones consideran que en muy pocos años el 75% de las personas que trabajarán en las empresas serán milennials. De ahí la importancia del tema.
Los milennials son nativos digitales, nacieron, crecieron y estudiaron en un mundo con la información al instante de cualquier cosa en cualquier parte del mundo, crecieron en el mundo de google y Wikipedia, un mundo colaborativo entre diferentes culturas, la información confidencial es cada vez más reducida, está al alcance de la mano de cualquiera en cualquier momento.
Es un cambio cultural muy grande para las estructuras empresarias, cuando alguien las cuestiona parece como una catástrofe, lejos de las intenciones del cuestionador, solo que creció en un mundo que ya no acepta el “porqué sí”, quiere saber por qué y el para qué.
¿Qué aportan los milennials? Inmediatez y dinamismo que a la misma vez requieren para sus tareas. La necesidad de resolución inmediata sacude muchas veces las estructuras burocráticas de las empresas. Un impulso surgido de no quedarse “esperando” que las cosas sucedan, sino “hacer” que sucedan.
Muchas start up han sabido capitalizar estas cualidades, en turismo, e-commerce, empresas digitales, saben que si se les da aire arrancan ayudan a expandir el negocio.
¿Entonces?
Lo primero es aceptar. Este mundo que vivimos lo construimos nosotros mismos.
Los más viejos comienzan a aprender de los más jóvenes. Por esto es muy importante preguntar, conocer cuál es la perspectiva del millennial. Por su lado, las nuevas generaciones, tienen que conocer cuál es la perspectiva de lo que ya estaba y buscar una transformación acorde a la flexibilidad de la cultura organizacional.
Nosotros promovemos un modelo organizacional de respeto por lo anterior y de respeto por los valores de la generación de relevo, un modelo de integración de las generaciones.
Los millennials necesitan a las generaciones anteriores y el mundo del trabajo necesita a los millennials.
Y a no quedarnos dormidos que los centennials ya están dentro del mercado laboral, pero eso es tema para otra nota.
Amigo/a, lector/a: ¿Qué estás haciendo con los “milenios” de tu empresa?
*En colaboración con la Lic. Sofía Florín. Especialistas en Psicología Organizacional, Emprendedores y Empresas Familiares