El ex presidente de Nintendo Hiroshi Yamauchi, quien convirtió la empresa en el mayor productor de videojuegos del mundo, murió este jueves de neumonía en un hospital de Kyoto, Japón, a los 85 años.
Yamauchi nació en noviembre de 1927 y a sus 22 años sucedió a su abuelo en la dirección de lo que entonces era una empresa familiar fabricante de cartas Hanafuda, un tipo de naipes tradicionales japoneses, y condujo la empresa hasta 2002, cuando renunció.
Durante su gestión al frente de la compañía, Yamuauchi logró lanzar al mercado videojuegos masivos que marcaron historia, como Zelda, Donkey Kong y Super Mario, que llegó a ser el juego más vendido de la historia, según los registros de los records Guiness.
Después de un primer cambio de nombre en 1951, Nintendo adquirió este nombre en 1963, cuando Yamuauchi decidió ampliar la empresa a nuevos tipos de productos: paquetes de arroz instantáneo. Tras el fracaso inicial, un año después creó la división de juegos, que se dedicó a fabricar juguetes.
Después de dedicarse durante algunos años a la importación a Japón de la consola estaounidense Magnavox Odyssey, en 1977 Nintendo lanzó al mercado su propia consola, la Color TV Game 6.
Cuando la industria de los videojuegos estaba en expansión, Yamauchi tomó la dicisión de extender la compañía hacia los Estados Unidos, donde lanzó algunos de los arcades que triunfaban en Japón, como Radar Scope o Space Fever. Pero el éxito no se reprodujo. Entonces, Yamauchi contrató al diseñador Shigeru Miyamoto, quien fue el encargado de producir el "Donkey Kong".
En 1985, Nintendo lanzó el Super Mario, el juego que revolucionó la industria de los videogames, -también producido por Miyamoto, quien desarrollaría The Legend of Zelda, Star Fox, Pikmin y F-Zero-, y en 1989 sacó al mercado la consola de bolsillo Gameboy, que se convirtió en un auténtico hit.
El último producto de la era Yamauchi fue la consola GameCube, que a la larga sería la consola menos vendida de la empresa.
El 31 de mayo de 2002, Yamauchi decidió dar un paso al costado. Para entonces ya era uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada en 3900 millones de dólares -hasta era el dueño del club de baseball estadounidense Seattle Mariners-, y había dejado su marca indeleble en la histora de los videojuegos.