solo 16 chicos de 100 termina la escuela en tiempo y forma

Hambre de tortitas y de saberes: el fracaso educativo de la Argentina

Por Myriam Ruiz.

Este sábado se celebró el Día de los Jardines de Infantes y las seños de Nivel Inicial. Una fecha que los jardincitos festejan a lo largo y ancho de la Argentina y que a nosotros nos da la excusa de pensar y repensar la educación. Mucho hay para decir, por cierto, luego de dos años de crisis escolar marcado por la pandemia y ya promediando un 2022 que muestra a la Argentina muy por debajo de sus niveles educativos históricos, casi en el último lugar si se la compara con Latinoamérica.

Comencemos por reconocer lo que está ocurriendo hoy en nuestras escuelas. El bajo nivel de conocimientos de los alumnos argentinos viene siendo puesto en evidencia desde hace ya varios años por las pruebas internacionales.

Los resultados de las Pruebas PISA nos dejaron por el suelo. Los países censados educativamente fueron 77, Argentina quedó en el lugar 65 en Ciencias; en Lectura, en el puesto 63; y en Matemática casi nos caímos del ranking: quedamos en el lugar 71. De hecho, en América latina, el nivel de conocimientos de matemática de nuestros adolescentes está por debajo del de Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil.

Alieto Guadagni, ministro y referente de Educación de distintos gobiernos, resaltó su preocupación sobre todo por los malos índices en Matemáticas. "Hoy, en el mundo el principal capital no es el tradicional capital físico, sino el capital humano, es decir la población bien capacitada para afrontar los desafíos de este siglo de la ciencia y la tecnología".

Lo cierto es que estamos en un siglo 21 arrasador, donde se nota y mucho que los nuevos trabajos demandan personal cada vez más capacitado. "No es casualidad que el crecimiento económico se mudó de Occidente a Asia, donde la política educativa es espectacular. El mecanismo de ascenso social hoy es la educación", dijo Guadagni en una entrevista esta semana.

Veamos el nivel secundario en los colegios argentinos. Un informe reciente del Observatorio Argentinos por la Educación reveló que la deserción y falta de finalización de la escuela a término es el color que predomina en el relevamiento de los secundarios.

En los últimos diez años, sólo el 53% de los alumnos argentinos alcanzó el último año de su educación a término. Esto es, contando primaria y secundaria 12 años después. El resto se dividió entre los que terminaron con sobreedad (por repetición de uno o más años) y los que directamente abandonaron la escuela.

El Informe también compara los datos obtenidos con los de las Pruebas Aprender 2019 que mide el estudiante ideal y el aspiracional, aquel que además de cursar y terminar su escolaridad domina con buenos o muy buenos resultados Lengua y Matemáticas.

El resultado comparativo es una soberana cachetada a nuestro futuro como nación. Solamente el 16% de los alumnos argentinos alcanzó la meta de terminar su educación en los años previstos y dominando bien, o muy bien tanto la palabra escrita como el pensamiento matemático. Este resultado fue antes de que la pandemia hiciera trizas nuestras posibilidades aún más.

De mejorar todo esto no sólo depende de tener alumnos cuyos padres vean la necesidad de que vayan a la escuela y completen su educación. También es necesario que los Gobiernos nacionales y provinciales recuperen la visión de que un maestro y un profesor deberían ser los sueldos públicos mejores pagos de una nación que se precie.

Uno de los ejemplos usados por Guadagni es el de Ecuador, donde Rafael Correa elevó la calificación para el ingreso en la carrera dociente. O sea, para estudiar abogacía se puede entrar con 500 puntos; para para ser maestro se debe superar los 800 puntos de un total de 1000. Casi, la perfección y la idoneidad.

Nelson Mandela decía que "la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo". Es el futuro de nuestra tierra la que se pone en juego. Argentina debe salir en su nivel secundario y universitario de la teoría, los pizarrones y las fotocopias para caer de lleno en la realidad. Nuestros chicos y chicas deben comenzar con prácticas y pasantías mucho antes de obtener un título. Los saberes que aprenden deberían estar ya cruzados fuertemente por la tecnología y el universo digital, que son los empleos que más piden los mercados internacionales.

El país se desintegra en todos los indicadores que deben preocuparnos y sobre los que necesitamos una mirada de Estado: la economía, el pleno empleo, la producción, la seguridad, la salud y, sobre todo, la educación. Mientras todo esto ocurre, en Argentina el debate se banaliza y la dolorosa realidad de chicos a los que la merienda o el magro almuerzo en los colegios no les alcanza son dejadas al margen, igual que la falta de inversión en infraestructura y las fotos de alumnos sentados en tachos de pintura. 

No sé si un docente se calzará el zapato de un Presidente alguna vez; pero que un Presidente o Presidenta debería calzarse las zapatillas de un maestro, pararse frente a un curso, correr para solucionar urgencias, pedir fiado para que la carnicería les de lo necesario para alimentar a los chicos, reir con lo hermoso y llorar ante los chicos que llegan con hambre al cole... eso sí debería pasar. Y muy a menudo. 

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