Esas islas... tan parecidas a Ushuaia que el corazón se confunde
Por Myriam Ruiz.
Se cumplen 40 años de Malvinas. Esa herida que tal vez ya no sangra, pero sigue doliendo en el tiempo, en quienes fueron a luchar y volvieron; en las familias que perdieron allí a un hijo o un hermano; y en las generaciones de argentinos que lo vivimos a través de la radio, de la tele, de las cartas y de los relatos de quienes nos contaban lo poco que se sabía. Los que en ese momento éramos niños pensábamos que Malvinas eran jóvenes vestidos de soldados entonando el himno o alguna canción que en ese momento el gobierno militar puso de moda.
En este 2022 Malvinas nos encuentra en medio de otra guerra, entre Rusia y Ucrania, justamente también por temas de frontera. Y es cuando la soberanía cobra nueva y especial relevancia.
Rosendo Fraga, historiador y analista político del centro de estudios Nueva Mayoría, explicaba en estos días que los 40 años del desembarco argentino en Malvinas encuentran un mundo donde "los temas de soberanía son más importantes que 30 años atrás".
Explica que con el cambio de siglo, la importancia estratégica de las Islas es mucho más fuerte para Inglaterra, por lo que la recuperación de la soberanía argentina sobre ellas está más lejos que antes.
"En los ochenta el interés era la pesca; en los noventa se sumó la cuestión energética y el petróleo; y en el siglo XXI, la proyección a la Antártida adquiere importancia estratégica por razones geopolíticas y eventualmente económicas", indica.
Fraga también es claro al decir que la sociedad argentina mantiene el espíritu sobre las islas pero no está de acuerdo en volver a utilizar la fuerza en el reclamo. La resolución debe ser por la diplomacia.
Realmente es posible ver la rapidez con la que desde el 2000 han cambiado las fronteras en el mundo,no solo entre países sino sobre los océanos y sobre el espacio. La lucha ya no es quien llega a la luna, sino quien siembra mayor cantidad de satélites en el espacio porque eso da poder geoestratégico a empresas y potencias.
Malvinas sigue siendo tierra casi infértil rodeadas de un mar riquísimo y productivo. Pero lo más importante para Inglaterra es que son su peldaño para acceder a la Antártida, la fuente de agua dulce más rica del planeta.
Desde aquí un homenaje a los veteranos de guerra y a los caídos en Malvinas. Y un pedido en voz alta de que se los escuche, se los visibilice, no queremos verlos con medallas un día cada año, en este 2 de abril, y que el resto del tiempo sufran necesidades.
Al fin y al cabo, como decía Gabriel García Márquez en El general en su laberinto: "La independencia era una simple cuestión de ganar la guerra... Los grandes sacrificios vendrían después, para hacer de estos pueblos una sola patria".
Y para el corazón, este hermoso relato que hace el historiador argentino Federico Lorenz sobre Malvinas luego de visitarlas: "Las islas son hermosas. Agrestes, vírgenes, tan propias en la memoria porque son tan parecidas a Tierra del Fuego que podría confundirme...". "El viento, sin alturas que lo detengan, corre con mucha fuerza por aquí. Es el mismo viento que sopla en San Julián, similar al que sopla en Lapataia." "A la izquierda, las casas de techos tan coloridos de la población, tan parecidas a sectores de Ushuaia".
¿Es eso, no? "Tan parecidas a Ushuaia" que tal vez por eso el corazón se confunde.
El relieve de Malvinas no es inglés, es argentino. Los colores de Malvinas, su flora, su fauna no son británicos, son argentinos. El mar, bravío pero de ese azul antártico que tiene el sur, no tiene nada que ver con el congelado mar del norte: es argentino. Las aves; el viento; el sol; hasta la primavera y el otoño son sureños, bien argentinos.