Opinión

Columna política: Guerra y retenciones, los fantasmas de marzo

Por Marcelo López Álvarez

Durante y después de la pandemia se popularizó en las redes sociales un meme con la cara del presidente Alberto Fernández medio sorprendido, medio desencajado y la leyenda "Y ahora que pasó".

El ya famoso meme seguramente debe haberse hecho realidad en la madrugada del martes, no solo en la cara del presidente sino también en la del ministro de Economía, cuando se conoció la noticia de la entrada de las tropas rusas a Ucrania que en horas hizo volar por las nubes el precio del petróleo, el gas y la mayoría de los commodities y entorpeció, una vez más, las negociaciones con el FMI.

Lo más probable es que, contra lo que ya parecía una certeza, Fernández no pueda anunciar el martes en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el acuerdo con el Fondo y el envío del mismo al parlamento.

La disparada los precios internacionales y la incertidumbre sobre el futuro comportamiento de los mercados no solo abre interrogantes en las negociaciones con el FMI y sus exigencias de reducir los subsidios, sino que además pone nueva señal de alerta sobre las variaciones de los precios en el mercado interno y una nueva disparada inflacionaria.

Pero si eso no bastará en el Ejecutivo ven con cierta preocupación la presentación de la Sociedad Rural ante la Justicia Federal de Córdoba para dar por terminados los derechos de exportación. En la Rosada coinciden con varios abogados constitucionalistas y expertos en derecho comercial que aseguran que la presentación no tiene ningún asidero. La propia Constitución prevé que en caso de no aprobarse un presupuesto continua vigente el del año anterior. Pero también saben que en la Justicia Argentina y sobre todo en los Tribunales Federales lo que menos suele encontrarse es apegó al derecho.

La escalada de los precios del trigo, el maíz y la soja, junto con el expediente judicial desataron una vez más la discusión y el conflicto sobre la pertinencia y necesidad de las retenciones. Como ya es demasiado habitual el debate carece rigurosidad y sobre todo de argumentos y conocimiento sobre el tema.

Hay varios factores que se deberían considerar en esta discusión, desde qué se exporta, cómo se declaran esas exportaciones, cómo las exportadoras y acopiadores liquidan a los productores y una serie de etcéteras que dejaremos para otra oportunidad. En este contexto es interesante recordar un poco la historia de los derechos de exportación en la Argentina, sucesión de acontecimientos que dista bastante de lo que se suele escuchar en los medios concentrados, espacios donde lo que siempre está ausente es el conocimiento.

El origen de las retenciones no está en ningún gobierno peronista o popular sino que aparecen por primera vez en el sistema aduanero argentino en 1862 bajo mandato de un liberal de ley como Bartolomé Mitre. En 1863 mediante una ley enviada al Congreso termina de reorganizar el sistema Aduanero, con el objetivo de fomentar el comercio con Europa reforma el sistema impositivo del comercio exterior manteniendo lo que hoy conocemos como derechos de exportación.

Durante las décadas del 20 y el 30 las retenciones desaparecen, pero también comienzan los problemas (agravados por las crisis internacionales) ante el furor exportador que complica la economía interna.

Ya en la década del 40 con la llegada de Juan Domingo Perón como personaje influyente de la política argentina a se pone el ojo en ese sistema exportador que desbalanceaba la economía interna y como parte de las políticas de desarrollo el presidente de facto Edelmiro Farrel (bajo la influencia de Perón y sus equipos) crea el IAPI(instituto Argentino de Promoción del Intercambio)

En aquellas épocas las exportaciones las concentraban Bunge y Born y Dreyfus (casi 80 años después con algún agregado la situación y los nombres son los mismos) y el objetivo del IAPI -simplificándolo para fácil entendimiento- era comprar todo lo exportable (sobre todo maíz, trigo y carne) a un precio de mercado interno que decidía el Ejecutivo para después exportarlo a precios internacionales. Esa "ganancia" iba destinada a financiar el desarrollo de modelo industrial argentino. Modelo que no hace falta recordar fue exitoso hasta 1955

El modelo no era nuevo, era la mejora y continuidad de la Junta Reguladora de Granos creada en 1933 por el gobierno de facto de Agustín P Justo que cumplía la misma función de comprar la producción exportable para después exportarla. La diferencia con el IAPI es que no tenía ningún fin más que garantizar precios convenientes o razonables a los productores con fuerte intervención en la conducción de los grandes exportadores.

En 1955 con la disolución del IAPI por la Revolución Libertadora se vuelve a un modelo primarizado y de desindustrialización del cuál la Argentina ya no volvería a recuperarse.

En la década del 60 las necesidades de José María Guido lo llevaron a reorganizar el Instituto como Junta Nacional de Granos que intervenía en el mercado comprando y exportando pero compitiendo con privados y cooperativas, además de controlar las exportaciones argentinas del sector.

Vale recordar que la Revolución Libertadora apenas un par de años después de desarmar el IAPI dispuso retenciones a las exportaciones de un 20 por ciento que luego Arturo Frondizi llevó al 25 por ciento.
Durante toda esa década todos los ministros de Economía, hasta el Adalbert Krieger Vasena aplicaron retenciones de entre el 20 y el 25 por ciento

Ya en la década del 70, en 1972, el Gobierno de Alejandro Agustín Lannuse aplicó un sistema de retenciones móviles (sí como la 125) atadas al precio internacional de los productos, pero en aquellos años parece que los tractores no tenían gas oíl para ir a cortar las rutas, o el Gobierno no lo permitía.

La ley 19. 503 también fijaba el máximo de las retenciones móviles en el 15 por ciento con el objetivo según rezaba el artículo 2 de "asegurar niveles de precios internos adecuados para los productos, impedir transferencias de ingresos inconvenientes entre distintos sectores de la economía nacional u obtener una correctora relación entre semielaborados o manufacturas y sus correspondientes insumos mediante una intervención ágil y expeditiva". Como extra a las retenciones el Gobierno dictatorial también apeló a medidas como el cierre absoluto de las exportaciones de carne por varios meses con el objetivo proclamado en el artículo 2.

Con idas y vueltas los derechos de exportación quedaron siempre presentes hasta la llegada de un fiel representante del sector y de los primeros pasos del neoliberalismo, José Alfredo Martínez de Hoz, que elimino totalmente los gravámenes de exportación e importación con los resultados ya conocidos.

Fue el propio proceso a la salida de la Guerra de Malvinas, en el tramo de Reynaldo Bignone que volvió a colocar los derechos de exportación a los productos agropecuarios.

En 1983 al retorno de la democracia Raúl Alfonsín comenzó un nuevo proceso de baja de las retenciones hasta casi llevarlas a cero para el maíz y el trigo. Sin embargo, a principios de 1988 debió volver a imponer los derechos de exportación generando un conflicto mayúsculo con la Sociedad Rural que termina de hacer eclosión en aquel famoso discurso del 13 de agosto de 1988, en la muestra ganadera

Con llegada de Carlos Menem al poder y el nombramiento como ministro de Economía de Miguel Ángel Roig (que falleció a los cinco días de asumir) y después Aldo Rapanelli, representantes de la principal exportadora de cereales de la Argentina en aquellos años Bunge y Born, pasó lo obvio. Con el famoso argumento de desarrollar el campo se eliminaron las retenciones. El resultado fue el esperado, el campo no se desarrolló y la desfinanciación comenzó a cubrirse con toma de deuda hasta que llega la primera crisis del gobierno menemista. El modelo Bunge estalla por el aire y llega Antonio Hermán González que retoma la política de derechos a algunos productos. Cuando finalmente estalla el modelo de endeudamiento sistemático y desfinanciación del Estado en 2001 con la llegada de Eduardo Duhalde al Gobierno una vez más se incrementan los derechos en todos los productos exportables.

La historia de la última década ya es conocida con conflicto de la 125 incluido. Con la llegada de Mauricio Macri en el 2015 retira las retenciones a maíz, trigo, carne y productos regionales y baja cinco puntos a la soja. Una vez más el modelo de desfinanciar el Estado y cubrirlo con deuda fracasa. La de la deuda con los privados desemboca en el FMI que exige al macrismo volver a colocar derechos de exportación a las exportaciones argentinas.

En momentos dónde los recursos son escasos, se negocia contra reloj con el FMI y se desinforma con pasión sobre las medidas económicas que se toman o sobre la propia historia Argentina viene bien recordar el derrotero económico de una medida que tiene alguna vicisitud más que la de los "últimos 70 años".

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