Si algo parece que le trajo al gobierno el traspié electoral y la renovación de parte del Gabinete es la hiperactividad. La decisión de imprimirle otra imagen al Ejecutivo es la misión que tomó como eje de gestión el nuevo Jefe de Gabinete.
Si algo parece que le trajo al gobierno el traspié electoral y la renovación de parte del Gabinete es la hiperactividad. La decisión de imprimirle otra imagen al Ejecutivo es la misión que tomó como eje de gestión el nuevo Jefe de Gabinete.
El exgobernador tucumano Juan Manzur, no solo en una semana imprimió otro ritmo a los pasillos y despachos de la Casa Rosada, sino que ocupo el centro de la escena quitando la marca de la figura presidencial. A tal punto que anuncios que en otra época hubieran sido encabezados por el primer mandatario quedaron en la palabra del tucumano acompañado por el ministro del área respectiva.
Lo que queda por evaluar es si los anuncios, sus alcances y su verdadera afectación después en la vida real tienen la efectividad que el Ejecutivo desea y si le alcanzan para el objetivo de dar vuelta la gran encuesta de septiembre. Si fuera una casa de apuestas la posible recuperación electoral del oficialismo paga 100 a 1. Pero se sabe que la política no es apuestas y los parámetros sobre los cuales los votantes deciden qué hacer en el cuarto oscuro son aun menos predecibles que un resultado deportivo.
Un par de dirigentes consultados en el transcurso de esta semana frenética se mostraron sorprendidos por el resultado de un trabajo al que accedieron en las últimas horas realizado en forma telefónica. El mismo revela que una enorme cantidad de ciudadanos no tienen registrado que en Noviembre hay que volver a las urnas y creen que el 12 de septiembre se eligieron los legisladores y que el "Gobierno perdió las elecciones".
Por eso algunos de los planificadores de las campañas creen posible, por lo menos, achicar la diferencia y apuestan a que la catarata de anuncios sumado a alguna mejora económica real en los próximos 45 días alcance a cambiar el clima y llevar a la mesa electoral a quienes no se acercaron a votar este mes.
La tarea no será fácil. Es cierto que en esta semana el Ejecutivo realizo una serie de anuncios importantes y se vienen muchos más en busca de mejorar la situación de sectores importantes de la población.
El interrogante que crece es si alcanza con reforzar lo que se ha hecho hasta ahora o es necesario ampliar fuertemente esa base a la cual llegan las medidas. La primera impresión es que los anuncios amplian la sensación de la que hablamos en este mismo espacio hace una semana. Dejan fuera a un importante sector que sin dudas fue parte fundamental del electorado que le solidificó el triunfo al Frente de Todos en 2019.
Un ejemplo de que esa desconexión entre el asfalto y los despachos continua es la evaluación que el Ejecutivo hizo de los créditos a tasa cero a monotributistas. Desde la AFIP y el Ejecutivo se comunicó como un récord y éxito que se entregaron 200 mil créditos. La masa de monotributistas en el sistema esta rondando los 4 millones de ciudadanos. Doscientos mil créditos implican que apenas el 5 por ciento pudo acceder a uno. Un número demasiado exiguo cuando el FdT perdió casi el 50 por ciento de los votos que lo acompaño en 2019.
La ampliación del mínimo no imponible de Ganancias es una medida más amplia que permite que el millón doscientos mil ciudadanos que quedaron fuera del gravamen después de la modificación del año pasado sigan fuera del piso. Sin embargo, el salario promedio de los trabajadores en la Argentina es de aproximadamente 50 mil pesos por lo que los 175 mil pesos de piso de Ganancias son solo un sueño para el 90 por ciento de los asalariados formales e informales. El verdadero problema en el cual se deberían centrar todos los esfuerzos es que el salario promedio de un trabajador argentino no alcanza a cubrir la canasta básica que marca la línea entre caer en la pobreza o fuera de ella.
La hiperactivdad del Gobierno incluyó el sábado con reuniones entre el Presidente y el Jefe de Gabinete con el Ministro de Agricultura y todo hace prever que estamos a las puertas de algun anuncio tendiente a descomprimir la tensión con el sector agroexportador en la búsqueda de cerrar focos de conflicto. Sin embargo, el kilo de asado sigue entre los 600 y 700 pesos. Es cierto que detuvo su carrera hacia el espacio exterior pero sigue siendo casi un artículo de lujo en la mesa de los argentinos y lo reflejan los números del consumo de carne en el mercado interno.
Desde algunos sectores del oficialismo plantean estas mismas dudas y consideraciones acerca de las medidas y hasta dónde se avanza. Plantean que es necesario generar una mejora importante en la famosa clase media argentina a la que consideran una gran generadora de trabajo. No será trabajo de calidad como se dice ahora, pero esa es la inmensa minoría que cuando puede asomar la cabeza contrata alguien para las tareas del hogar, convoca a un jardinero, un plomero etcétera, y desde esos mismos espacios reclaman medidas activas. Ellos son los que provocan el verdadero derrame definía un sociólogo cercano al oficialismo en rueda de amigos al analizar los resultados electorales y las marchas y contramarchas del Ejecutivo.
En esos mismos espacios analizan que en los últimos 16 años el Frente o el Justicialismo (como quiera llamárselo) no ganó ninguna elección intermedia y que el programa de gobierno debe ser ganar en el 2023. Es técnicamente cierto, pero también las circunstancias históricas pueden ser parecidas, pero nunca iguales. Es más, o menos lo mismo que pasa con la discusión que se plantea entre la Vicepresidenta y su sector y el Ministro de Economía y parte del Ejecutivo. Puede ser cierto que en los números no hay política de ajuste como plantea el Ministro. Pero también es cierto lo que plantea la titular del Senado que en la práctica hay un fuerte ajuste en el bolsillo de los argentinos y que el gobierno lo pagó en las PASO.
¿La hiperactividad alcanzará para cambiar la realidad y con ella la percepción de los ciudadanos? La respuesta llegara el próximo 14 de Noviembre.