Columna del domingo

Muchas disputas para una sola elección

Escribe: Luis Abrego.

En menos de una semana Mendoza irá otra vez a las urnas para cumplir con la primera etapa del cronograma electoral: las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) en un contexto más que especial, marcado por la pandemia; pero también, por la abulia que se advierte en una sociedad agobiada por una recurrente crisis económica que desinfla expectativas.

Así, atípica y apática, la elección del próximo domingo sólo parece haber despertado el interés de sus protagonistas, la misma política, que enfrascada en su particular juego de tronos es capaz de asumir muchas disputas a la vez. No sólo la del frente que se imponga al obtener mayor cantidad de votos y perfilar así la general del 14 de noviembre, sino también un puñado más de objetivos menores sobre los que efectivamente cada uno medirá el triunfo o el fracaso.

Está claro que todos quieren ganar, pero realistas al fin, cada frente o partido se ha fijado alcanzar metas que la noche del próximo domingo darán pie a la euforia o la decepción. Analicemos.

En el Frente Cambia Mendoza (FCM) el optimismo sigue intacto después de conocer algunas encuestas propias y ajenas que lo siguen posicionando como favorito. Sin embargo, hacia dentro se juegan partidas simultáneas que permitan un rédito especial para sus principales figuras, en particular, de cara al 2023.

Tal vez el más interesado en obtener un resultado lo más contundente posible es el propio Rodolfo Suarez cuya controvertida inclusión en la boleta fue justificada como la posibilidad de plebiscitar también su gobierno. En especial por el momento de incertidumbre, zozobra sanitaria y caída de ingresos que ha debido sobrellevar su gestión, no exenta además de contrapuntos y tironeos con la Nación. Si se diera una amplia victoria abriría además una posibilidad cierta que podría incluso confirmar en noviembre el dominio del gobernador en la Legislatura.

No menos interés en el mismo objetivo demuestra Alfredo Cornejo, quien como cabeza de lista busca revalidar su liderazgo en el oficialismo local, pero también la posibilidad de exhibir en el contexto nacional una victoria que mantenga intactas sus aspiraciones presidenciales, o al menos su grado de influencia como referente de la Unión Cívica Radical (UCR) en la coalición Juntos por el Cambio (JxC). Pero asimismo, que lo legitime en su próximo desembarco en el Senado de la Nación donde espera confrontar directamente con Cristina Fernández de Kirchner.

Sin embargo, en el FCM hay disputa interna con la lista que logró estructurar el Frente Liberal Productivista (FLP) que encabezan el empresario vitivinícola Rodolfo Vargas Arizu y Josefina Canale. Un sector que si alcanza la minoría quedará incorporado en la boleta definitiva del oficialismo para las generales, lo que podría incluso alterar el trabajoso acuerdo que la UCR logró con Omar De Marchi (Pro), tanto para el tramo nacional como el provincial. Y, por ende, hacer tambalear ese precario vínculo.

Por otra parte, los intendentes del oficialismo con aspiraciones también pretenden revalidar su presencia en los territorios que gobiernan, pero en especial aquellos que se consideran para suceder a Suarez dentro de dos años. Un lote en el que se anotan Tadeo García Zalazar (Godoy Cruz), Ulpiano Suarez (Capital), Daniel Orozco (Las Heras) y el siempre mencionado aunque reacio a las especulaciones Marcelino Iglesias (Guaymallén), quienes querrán ratificar a partir del 12 de setiembre un proceso de posicionamiento que pueda derivar en sus nominaciones o mayor influjo para 2023.

Por el lado de la oposición, el Frente de Todos (FdT) sabe que tiene un desafío mayúsculo por lo que han sido las perfomances del peronismo en las últimas elecciones en la provincia, pero también por el desgaste adicional que se refleja en los sondeos respecto de la imagen de Alberto Fernández en Mendoza. Una jurisdicción donde el manejo de la pandemia con los escándalos del Vacunatorio VIP y el OlivosGate parece haber impactado en demasía, aumentando aún la refracción a la imagen presidencial.

Por ello, hablan de lograr en las PASO un número mágico, de extrema modestia, casi un piso electoral -imposible de no superar para el peronismo- que le permita mejorar en las generales y mantener la expectativa para el turno electoral donde se elegirá gobernador. Ese porcentaje planteado como objetivo no dicho pero que es un secreto a voces, se ha fijado en el 30%. Creen, de allí en más, que si se supera ese guarismo todo será moderado festejo que mantenga la ilusión ante la derrota repetida.

Una posible debacle no solo en términos de frente electoral o de los partidos que componen el FdT, sino en particular de la chance de Anabel Fernández Sagasti de insistir con una nueva candidatura a la gobernación en 2023. Si el 30% no se alcanzara, o apenas se traspasara, no sólo perfilará un pobre desempeño para las generales, sino también la posibilidad de poner en duda su liderazgo. Una mala o muy mala elección abriría, además, las puertas al debate interno y a los cuestionamientos anticipados sobre si la senadora nacional está en condiciones de seguir representando con competitividad al espacio en el futuro.

Mucho entonces también está en juego para el Partido Justicialista (PJ) y sus aliados. En particular la más reciente y polémica incorporación de José Luis Ramón, resistida en silencio por algunos sectores partidarios, quien encabeza la lista de legisladores provinciales del Primer Distrito.

En la misma dirección, los intendentes justicialistas también buscarán mantener sus pagos chicos ordenados, pues eso es el principal reaseguro de equilibrio al dominio que La Cámpora hoy tiene de la estructura partidaria. Maipú, con Matías Stevanato y San Rafael con Emir Félix son los principales polos de contrapeso, pero también el recambio y la alternativa interna a un kirchnerismo que parece no cuajar en Mendoza. Un desafío que también obliga a los intendentes justicialistas candidatos: Martín Aveiro (Tunuyán) y Roberto Righi (Lavalle) quienes tienen además el objetivo de traccionar para la lista que encabezan Sagasti y Adolfo Bermejo.

La batalla por el sitial de la tercera fuerza también aparece como apasionante. Más que por el volumen de votos por la paridad que, al menos en los sondeos, exhiben tanto el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), el Frente Vamos Mendocinos (FVM), el Partido Federal (PF), el Partido Verde (PV), así como Compromiso Federal (CF) y el Partido de los Jubilados (PdJ) en menor medida. Una múltiple atomización de voluntades que por fuera de la polarización que impone la grieta puede terminar perjudicándolos a todos por igual, y que los ha obligado a reorientar prioridades. Básicamente, alcanzar el piso impuesto por ley para las generales: el 3% para las listas provinciales y el 1,5% para los cargos nacionales necesarios para seguir en carrera.

Como se verá, y pese a lo achaparrado del contexto, una sola elección despierta infinidad de especulaciones y ansiedades, todas ellas ligadas más que a la mejora de las condiciones socioeconómicas al reparto de los espacios que habiliten futuros movimientos de los elegidos, como en un sinfín ajeno a las necesidades de quienes los elijen. Una percepción que alimenta para el domingo la incógnita creciente del voto en blanco o del ausentismo.

Se dirá, en todo caso, que el poder es necesario para transformar. Les diremos que el poder no siempre ha demostrado tal vocación. Apenas, una constante y lenta degradación de ilusiones con la que también se ganaron y perdieron elecciones. Ojalá esta vez sea en verdad diferente.

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