Sociedades por conveniencia con la mira puesta en 2023
Por Luis Ábrego.
Luego de horas de negociaciones, amenazas de rupturas y operaciones cruzadas, el mapa electoral de cara a las legislativas empezó a definirse esta semana con dilaciones, pero sin sorpresas. De uno y otro lado de la grieta está claro que al menos los dos espacios mayoritarios buscaron la consolidación de lo ya acumulado aunque con diversa suerte.
Sin embargo, la dispersión de la oferta electoral, por su parte, pretende también el armado de otras propuestas que buscan pelear por quedarse con el rótulo de "tercera fuerza", una etiqueta que supieron encauzar en su momento figuras como Aldo Giordano, Nicolás del Caño, pero también José Luis Ramón. Y que ahora, justamente tras la implosión de Protectora, ha quedado huérfana de representación electoral.
Precisamente es el Partido Demócrata (PD) que tras su salida del Frente Cambia Mendoza (FCM) y tras sumar a los impulsores del MendoExit y otros partidos menores, vio la posibilidad de reverdecer viejos laureles bajo la denominación de Vamos Mendocinos (VM). En esa misma cruzada abrió su puerta a otro sector disconforme del FCM, la Coalición Cívica (CC). El agrupamiento que lidera Elisa Carrió y que en Mendoza se referencia con Gustavo Gutiérrez también dio el portazo al oficialismo sobre la hora, aunque no sin crisis interna.
Es que como le pasó al PD, también la CC dejó en el oficialismo a una parte de su dirigencia que no avaló la salida del frente que conduce el radicalismo. Y a ello le sumó una amenaza de intervención partidaria según lo que se dispuso a nivel nacional entre las fuerzas de Juntos por el Cambio (JxC) que los lilitos también conforman. En todo caso, es la vuelta al redil de Gutiérrez, un viejo conocido de los demócratas, surgido precisamente de sus filas.
Pero como se dijo, los gansos y sus nuevos socios no son los únicos que pretenden esa porción de la torta electoral. Allí también desea abrevar la escisión de Protectora que ahora comandan los ex socios de Ramón, Mario Vadillo y Marcelo Romano, que en esta ocasión irán a las urnas bajo el sello del Partido Verde (PV). Una apuesta casi en solitario que es un interrogante electoral.
Con el mismo ímpetu y objetivos, pero por otro andarivel, confirmó también su aparición el dirigente ruralista Carlos Ianizzoto que representa al armado del peronismo no kirchnerista que pretende consolidar a nivel nacional Florencio Randazzo con el apoyo de Roberto Lavagna. Otra exploración de terrenos no conocidos como es, en este caso, la política partidaria. Estos dos últimos movimientos, además, fueron acuerdos que no prosperaron en el frente mayor que comanda el PD y que irán, entonces a la contienda por las suyas con el riesgo que ello implica.
Un pelotón al que se sumará además el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) que también intentará recuperar el lugar que supo conseguir en 2013 y que hasta le permitió ingresar un diputado nacional (Del Caño), así como legisladores provinciales y concejales en distintos departamentos.
Se trata, todas, de apuestas en extremo audaces que pueden profundizar esta ya plasmada atomización de muchas fuerzas, que a su vez nuclean otros tantos sellos, que tal vez pueda favorecer entonces la polarización que todos los consultores preanuncian y que en apariencia volvería a repetirse tanto en el país como en la Provincia entre el Frente de Todos (FdT) y JxC (aquí de la mano del FCM); pero especialmente, de demasiadas opciones que siempre terminan consolidando las chances de quienes logren imponerse tanto en Mendoza como en el total nacional.
El 2023, tan lejos, tan cerca
Pero como se apuntó, la expectativa mayor estaba dada en los frentes mayoritarios donde además de esta elección se empieza a poner en juego la próxima jugada: la del 2023 que implica para Mendoza no sólo la renovación de la Legislatura (como en esta ocasión) sino también la elección del sucesor de Rodolfo Suárez en la Gobernación y la renovación de mandatos en todos los departamentos, algunos de cuyos intendentes tienen reelección y otros no.
Esta prevención a mediano plazo parece haber pesado en demasía en los acuerdos logrados tanto en el FCM como en el FdT ya que en ambos casos, privilegiaron la armonía interna del presente más que las disputas de consideración que pudieran afectar no sólo las chances en esta elección sino también hacia la siguiente.
Así lo determina el acuerdo final al que el oficialismo logró entre la Unión Cívica Radical (UCR) y el Pro, en especial entre Alfredo Cornejo, el propio Suárez y Omar De Marchi dentro del FCM. En todo momento de la negociación, más allá de las exigencias de los macristas y las reticencias de los radicales, sobrevoló la interna de 2019 cuando De Marchi compitió en las Paso con Suárez.
Los radicales entienden, y así también lo ha dejado trascender el propio De Marchi, que en 2023 el Pro (con el ex intendente de Luján a la cabeza) insistirá en su pretensión de gobernar Mendoza. Una ambición para la que ya existen demasiado radicales anotados: desde el propio Cornejo que no descarta recluirse en la Provincia si sus planes nacionales no prosperan, a un puñado de intendentes oficialistas que van por el mismo premio y en el que ya se imaginan Tadeo García Zalazar (Godoy Cruz), Daniel Orozco (Las Heras) y Ulpiano Suárez (Capital).
Por ello, limitar hoy el poder de fuego de De Marchi es también una manera de empezar a ganar esa discusión que sobrevendrá dentro de dos años. Sin embargo, el acuerdo alcanzado surge como "razonable" en los términos que el propio De Marchi planteó, aunque sus exigencias sean finalmente más acotadas, en espacios de poder, tal como pretendía la cúpula radical.
En el FdT la situación parece ser casi en espejo pero con otros protagonistas. El liderazgo de Anabel Fernández Sagasti no fue puesto en riesgo en este cierre, ni lo será cuando se elaboren las listas de candidatos. La senadora nacional tiene suficiente poder como para decidir un armado, que hasta cuenta con la complicidad de quienes hoy son internamente sus adversarios aunque en público lo nieguen.
De hecho, muchos de ellos, referenciados en algunos intendentes prefieren ni siquiera formar parte de esas listas y que en todo caso, con el resultado electoral consumado (y casi como si apostaran a una derrota en la Provincia) que ello fuera una consecuencia de su exclusiva decisión, y así afectar también sus chances de insistir por la Gobernación en 2023. Algo que para ella sigue siendo un objetivo vigente. Es difícil que esa concentración de lapicera finalmente suceda y por el contrario, es muy probable que todo el peronismo se termine mezclando en las listas con la voluntad de La Cámpora. En ese caso, la victoria o la derrota, no sólo será de la joven dirigente en soledad, sino de toda la estructura partidaria.
Sin embargo, el peronismo con la incorporación de Ramón a sus huestes, parece haber invitado a dormir al enemigo. No sólo por la pérdida de imagen positiva que Ramón exhibe tras su desempeño funcional al kirchnerismo en la Cámara de Diputados de la Nación, sino porque el todavía líder de un sector de Protectora también buscará ir por el sillón de San Martín en 2023. Y de acuerdo a su actual posicionamiento, pretende hacerlo desde el FdT. Es decir, compitiendo directamente con Fernández Sagasti.
Por ello, y pese a que aún no se conoce si Ramón finalmente integrará la lista del kirchnerismo en estas elecciones, ya hay quienes internamente objetan esa posibilidad porque especulan (tanto sea cabeza de lista de Diputados o en el tercer lugar allí o en Senadores) que ese puesto le debe corresponder a un peronista puro y no "a un paracaidista".
El próximo sábado 24 se conocerán los nombres de esas listas y más que empezar a cerrarse el proceso de este año, se abrirá el del próximo turno electoral. El de 2023 donde, paradojas de la política, los socios de hoy pueden ser los más duros rivales de mañana.