Entre operaciones y silencios profundos siguen en marcha las negociaciones del equipo económico con el FMI en busca de encontrarle alguna salida elegante para ambos a la impagable deuda contraída por la gestión de Mauricio Macri con la complicidad política de las anteriores gestiones de los Estados Unidos y del organismo de crédito.
Si bien es una buena señal el silencio con el que se manejan los hombres y mujeres de Martín Guzmán (tal como aconteció durante la negociación con los bonistas que culmino exitosamente) no es menos cierto que por momentos las negociaciones se complejizan por la velocidad con la que se transmiten las operaciones que surgen desde algunos sectores (o mejor dicho de todo el famoso Círculo Rojo) buscando un acuerdo rápido y que solo contemple sus intereses, claro que primero habría que definir cuales son esos intereses que parecen absolutamente contrapuestos a lo que necita la Argentina para retomar cierta senda de crecimiento y normalidad al salir de la pandemia.
Cómo se ve en el mundo la salida de este trágico periodo no es con las clásicas recetas, sino con fuertes intervenciones de los estados para tratar de acomodar las cargas en una normalidad que no es tal.
Las imágenes que devuelven las pantallas de televisión de acontecimientos deportivos en el hemisferio norte plagados de publico contrastan con las decisiones de las autoridades de esos mismos países (sobre todo europeos) que vuelven a decretar restricciones en la circulación horaria y en bares, restaurantes o lugares cerrados de afluencia masiva de personas.
En este contexto en la siempre bella y deseada Venecia los ministros de economía del G20 junto a la titular del Fondo y otras entidades de crédito y asistencia mundial debatieron sobre la post pandemia y las incumbencias de los distintos organismos.
Como bien advirtió a titular del Fondo unas horas antes de comenzar el evento, en la publicación oficial del organismo, "la recuperación mundial avanza, en líneas generales, en consonancia con las proyecciones de un crecimiento de 6% para este año formuladas en abril por el FMI. Tras una crisis sin parangón, en algunos países está teniendo lugar una recuperación sin parangón, impulsada por una combinación de contundentes medidas de apoyo fiscal y monetario y una rápida vacunación" pero "los nuevos datos también confirman una creciente divergencia en la evolución económica de los distintos países, muchos de los cuales se están quedando rezagados.
El mundo se enfrenta a una recuperación que, cada vez más, se produce a dos velocidades, como consecuencia de las enormes diferencias en la disponibilidad de vacunas, las tasas de infección y la capacidad para proporcionar apoyo mediante las políticas económicas. Estamos en un momento crítico que requiere medidas urgentes del G-20 y de las autoridades económicas de todo el mundo".
El artículo de Georgieva también asegura que "Con las economías del G-20 a la cabeza, el mundo ha adoptado medidas sincronizadas extraordinarias, incluidos aproximadamente USD 16 billones en medidas fiscales. Ahora ha llegado el momento de redoblar estos esfuerzos con medidas que tengan en cuenta la exposición a la pandemia y el margen de maniobra de política de cada país.
En los países que experimenten un rápido incremento de las infecciones, es fundamental que la sanidad y los hogares y las empresas vulnerables continúen recibiendo apoyo. Para ello se requieren medidas fiscales focalizadas, dentro marcos a mediano plazo plausibles.
Una vez que la mejora de los indicadores sanitarios permita una normalización de la actividad, los gobiernos deben replegar gradualmente los programas de apoyo y, al mismo tiempo, incrementar el gasto social y los programas de capacitación para amortiguar el impacto en los trabajadores. Esto ayudaría a reparar las secuelas a largo plazo de la crisis, que afectó de manera especial a los jóvenes, las mujeres y los trabajadores menos cualificados".
La titular del Fondo también advierte, pero en forma secundaria de los efectos inflacionarios, pero da espacio a las circunstancias especiales que se atraviesan.
En este escenario Latino América aparece con algunas posibilidades de aprovechar la nueva normalidad. Como siempre la pregunta es si será capaz de hacerlo. El egoísmo de algunos gobernantes (puesto en evidencia en la última cumbre del Mercosur) alteran la posibilidad de que la región pueda aunar esfuerzos para recoger los frutos de las oportunidades.
Los ajustes de política monetaria realizados por la mayoría de los bancos centrales de los países desarrollados durante la crisis pandémica han llevado a una fuerte baja de las tasas hacía mínimos históricos lo que motiva flujos de inversión hacia mercados en desarrollo, lo que sumado a las políticas fiscales contra cíclicas ( de las que hablaba Georgieva) terminarían generando una fuerte reactivación de la demanda agregada en el corto plazo que promueve inversión para ampliar la capacidad de manufactura de los países productores de alimentos o tecnología.
Estas oportunidades que parecen calzadas para América Latina también están potenciadas por el recorte de exportaciones de productos norteamericanos a China que aún subsisten de la gestión Trump, abriendo oportunidades de mercados y posibilidades de inversión directa en la región.
Pero si este resabio de Trump pude ser una ventaja también los es el paquete económico propuesto Biden y aprobado por el Congreso en busca de una rápida recuperación de la economía norteamericana apostando al consumo de la población y revirtiendo varias de las medidas proteccionista del gobierno anterior.
Las oportunidades aparecen, la posibilidad de aprovecharlas en consonancia con poner en marcha la economía interna está alcance de la mano. Los indicadores comienzan a mostrar algún signo de recuperación. Los economistas del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala muestran que por tercer trimestre consecutivo hay una recuperación de las tasas de actividad y empleo, a la vez que se registra un empate entre ingresos y déficit en los primeros cinco meses del año, con un déficit fiscal menor al proyectado, lo que abre la puerta a un segundo semestre con políticas seguramente más expansivas en medio del proceso electoral.
El mundo comienza a moverse, pero las sociedades y los gobiernos deben entender que por más que parezca que la normalidad vuelve el planeta que conocimos hasta enero del 2020 difícilmente regresará.