La libertad como estrategia y el riesgo de una ruptura
Escribe: Luis Abrego
De cara a las elecciones legislativas y en la previa del cierre de la conformación de frentes y alianzas del próximo miércoles 14, pero también de los festejos por la Independencia, Rodolfo Suárez dio pistas sobre el eje discursivo de lo que será la campaña del oficialismo en Mendoza.
Es que esta semana no sólo se flexibilizaron las restricciones vigentes por la pandemia, tales como el horario de circulación nocturno, sino que también se eliminó la prohibición de las reuniones sociales y familiares así como las compras por terminación de DNI que habían regresado con la segunda ola.
Todas medidas que apuntan a aprovechar de mejor forma las ya en marcha vacaciones de invierno: tanto para visitantes locales como del resto del país a fin de seguir sosteniendo el empleo y la subsistencia de una economía golpeada. Pero que si el panorama epidemiológico lo permite, apuntan a mantenerse activas en el tiempo.
De hecho, en tren de libertades se promociona que Mendoza es uno de los destinos "más abiertos" del mapa argentino para el turismo interno, ya que sólo solicita para ingresar a su territorio (al igual que otras 7 provincias más) el certificado nacional de traslado por vacaciones. Mientras que otros distritos exigen un PCR negativo, o un seguro de cobertura lo que dificulta movilizarse hacia esos destinos menos dispuestos a la recepción turística.
Esa onda aperturista no es una novedad en Suárez ni en su gobierno y tiene razones de convicción, pero también de conveniencia. Las convicciones lo arriesgaron a ensayar en pandemia un modelo de gestión propio que hasta el momento le ha dado buenos réditos: los casos de Coronavirus en Mendoza han ido siempre de la mano de la evolución o el decrecimiento en el resto país; aunque con una salvedad que no es menor, ya que aquí se buscó cerrar lo menos posible.
Por lo tanto, en Mendoza los contagios no han sido más importantes que en otras provincias con todas las actividades cerradas (o casi) y esa estrategia de apelar a la responsabilidad y los protocolos para cada sector (lo que ha permitido que miles de mendocinos puedan seguir en pie) también se refleja en las encuestas, aseguran -optimistas- desde Casa de Gobierno.
Una línea de trabajo que parece ahora trasvasar de la gestión al modo electoral según también se plasmó en el video que el gobernador difundió el 9 de julio en ocasión del Día de la Independencia. Allí, citando al trabajo y el esfuerzo, hay apelaciones concretas hacia un modelo de libertades propio de los mendocinos aún en circunstancias difíciles como una pandemia. Se habla de que Mendoza tiene "un sonido especial", y que sabe "ser leal pero sin ser fanático", para cerrar con que "la Independencia la llevamos adentro".
Pero también, el corto oficial tiene guiños hacia polémicas más recientes respecto de alguna visión independentista ahora encauzada por el MendoExit, cuando asegura que "Argentina nos cobija, Mendoza nos impulsa". En todo caso, una ratificación de la particularidad de la mendocinidad.
Sin embargo, todo lo claro que parece tener el Ejecutivo desde lo discursivo no asoma tan explícito a la hora del armado electoral que este año ha ido confirmando novedades casi a cuentagotas, en especial de los partidos más chicos del Frente Cambia Mendoza (FCM), pero que al cierre de esta columna todavía no había arrojado mayores novedades sobre dos espacios fundacionales con distinta representatividad y capacidad de generación de expectativas: el Pro y la Coalición Cívica (CC).
De hecho esta semana sólo se produjo la ratificación de la continuidad del Frente Renovador Federal, creación del desaparecido dirigente sindical Guillermo Pereyra y ayer, del Partido Socialista (PS) y más tarde, Unión Popular (UP). Algo que ya había sucedido días atrás con Libres del Sur (LdS).
Las alertas en la Unión Cívica Radical (UCR) se encendieron el jueves tras la autorización a la dirigencia del Pro para encarar negociaciones con otros frentes o espacios más allá de CM. En esa línea el diputado nacional Omar De Marchi viene insistiendo en un "acuerdo razonable" que todavía no se alcanza con los radicales y si bien nadie pierde el optimismo, por momentos todo parece indicar que habrá ruptura.
Al menos así amagan los macristas para presionar un mejor cierre que probablemente (muchos coinciden) se dé sobre la hora. Mientras más a contrareloj se lleve las pretensiones de unos y de otros, más urgente será la voluntad que pueda torcerse y todo indica que ese será el escenario (hasta ahora abierto) del final.
Casi con idénticos argumentos se ha movido también en este tiempo la CC que en Mendoza se referencia con Gustavo Gutiérrez y en todo el país con Elisa Carrió. Al igual que el Pro, los lilitos saben que este es el momento para ponerse duros y lograr mejores acuerdos, pero también la respuesta y la intransigencia que reciben es la misma. Por ello, hay coqueteos incluso con el Partido Demócrata (PD) y otros.
En la balanza a favor del acuerdo con la UCR pesa la directiva nacional de Juntos por el Cambio (JxC) de sancionar a los partidos miembros que en las provincias decidan jugar por fuera del espacio. Y ello incluye hasta la intervención y la prohibición del uso del sello que los identifica. ¿Se animarán De Marchi y Gutiérrez a competir lejos de CM sin sus marcas partidarias?
En las aguas de la indefinición de quienes todavía no suscribieron hay quienes temen que la marea los haga naufragar a todos, o que si cambian los vientos, tal vez una brisa alumbre un puerto seguro que todavía hoy no tiene certeza. Lo cierto es que en 72 horas la situación deberá definirse para todos y firmarse con quienes acepten. Aunque el pronóstico extendido indique presencia de nubarrones en el horizonte de aquí al miércoles.
La disyuntiva del Cuarto Piso y sus estrategas pasa por el adecuado manejo de los tiempos y la capacidad de ceder a los pedidos de sus socios para que continúen en el Frente o dejarlos en libertad de acción y con ello supeditar las chances de un triunfo electoral que hoy todas las encuestas vaticinan para el oficialismo. En esa fina negociación todo puede definirse finalmente con abrazos o reproches. Pero nadie arriesga un resultado.
El soltar aliados tampoco parece una opción inocua para los radicales todavía con dos años de gobierno por delante y la necesidad de sostener su poderío legislativo, por lo que las necesidades de unos y de otros podrían hacer posible aquello que hasta ahora las charlas más formales o reservadas no han conseguido plasmar.
La libertad del discurso sobre el manejo de la pandemia de Suárez parece toparse entonces con los condicionamientos con los que la política sostiene sus acuerdos y de cuya fortaleza depende (nada más ni nada menos) que ser mayoría o minoría. En la Mendoza que acunó la libertad aquel legado puede ser épica y también marketing sólo hasta que el pragmatismo de los votos se anime a demostrar lo contrario.