Y aquí estamos. Argentinos del siglo XXI (ese que iba a llegar con autos voladores y el hombre vacacionando en el espacio) celebrando 205 años después nuestra Independencia, o sea, nuestra autonomía y la responsabilidad que conlleva. Y nos encuentra en un lugar tan distinto, ¿no?. Buscando recetas para que Argentina deje de generar pobreza y se dedique a crecer; o cómo hacer que nuestro país deje de sangrar por heridas internas.
Para estas fechas me pasa de recordar las figuritas de Billiken y Anteojito (Prehistoria) que pegábamos en los cuadernos, en la escuela. Y allí estaban, congresales llegados desde todas las regiones del país -un país aún revolucionado; en formación-. Diputados que, seguramente, habrían llegado con polvo y barro tras los cientos de kilómetros recorridos. Tan diferentes entre ellos, con ideas propias, y sin embargo llegaron a un acuerdo e independizaron a la Argentina dando nacimiento definitivo a una nueva nación. Nuestra patria.
¿Qué nos falta para tener ese ímpetu renovador, esa visión de unión y de futuro? Por ahí pensamos que no nos corresponde a nosotros -personas comunes, "de a pie" como se dice- pensar en el presente y futuro de la Argentina. Pero ¿quién, sino?
Argentina tiene dos siglos de historia. El primero se nos fue construyendo el Estado, nuestra nación. En el segundo, el 1900, comenzamos a crear la fortaleza productiva que fue el sello de la Argentina exportadora. Fuertes procesos de endeudamiento y de luchas civiles internas nos frenaron nuevamente.
Este nuevo siglo nos encuentra aún luchando por esa independencia económica y tantas nuevas realidades que atender: la pobreza estructural; la unidad; la educación; el futuro.
Y también nos encuentra, el siglo XXI, viendo que todo es un debate en esta nueva Argentina en la que se habla de una "grieta social". ¿Existe eso? ¿Hay una grieta entre los argentinos? Martín Rodríguez, que escribió el libro "La grieta desnuda" dice que "la grieta habla más bien de una política sin objetivos, en el marco de una sociedad de alta fragmentación social y en donde su clase media se pauperiza".
También dice algo que atemoriza un poco. Que al intentar imitar los mecanismos del mercado, la política puede aspirar NO A TRANSFORMAR Y SANAR ESAS DIFERENCIAS sino solamente a representarla. O sea, como cuando ponés Netflix y te muestra opciones siempre en base a lo que ya habías elegido. Según el autor, hay un sector político utilizando un algoritmo similar: "Un perfecto círculo vicioso que neutraliza los efectos de la política como actividad artística y creadora".
Qué tristemente mediocre, ese pensamiento.
Y sos tan linda, Argentina. Ojalá te abracen un día como Messi al Dibu luego de los penales. Que te cuiden igual que un agricultor cuida su cosecha, de las heladas hirientes y de la piedra. Que te defiendan, siempre, como te defendieron "Los 44" del Ara San Juan. Que no dejen de buscarte, como las madres de Plaza de Mayo buscan a sus hijos a través de los años, de los rostros y las miradas. Que te lleven alto, como la bandera cuando flamea en tus territorios tan distintos... pampa, montaña, meseta gastada por los vientos; arena y abismo besada por el mar.
Que te abracen; te defiendan; que no dejen de buscarte; que te lleven muy alto. Siempre.