La realidad, se sabe, suele ser impiadosa y cuando, además, es acompañada por la torpeza, la avivada, la falta de aprendizaje de observar atentamente lo que pasa en otros lados y una dosis incierta de factores extraños se vuelve un arma mortal contra cualquier buena intención.
El presidente Alberto Fernández se enteró de boca de uno de sus colaboradores más inmediatos lo que estaba pasando en el mundo mediático mientras salía del Centro Cultural Nestor Kirchner de la presentación del Consejo Económico y Social.
Quienes estaban cerca dicen que se frenó en seco. Comprobó el mismo en su teléfono el estallido en las redes sociales y casi fulmina con la mirada a quienes estaban cerca de él.
Echando espuma por la boca cual perro rabioso, literalmente, caminó a paso redoblado los 500 o 600 metros que separan el edificio del ex Correo Central hasta la Casa Rosada sin poder dar crédito a lo que pasaba. La suerte de Ginés González García, como también la repercusión del acto que acaba de encabezar y que el Gobierno apostaba a que fuera "la noticia de la semana", estaban selladas.
El tembladeral que dejó el affaire de Ginés-Verbitsky es similar a lo que pasa en España o en Perú (pero allí con cientos y hasta miles de casos) con el escándalo de la vacunación por fuera del sistema previsto a funcionarios y entenados. Bien parecido lo que pasó aquí y que se cortó por la insólita autoinculpación del periodista, con objetivos y fines que solo él podrá contar algún día.
La confesión permitió que la cantidad de vacunas que se fueran por ese agujero fueran mínimas, pero abrió un sin numero de versiones sobre vacunaciones a amigos, conocidos y favorecedores en las noches del gimnasio de River Plate y en diversos hospitales de provincias argentinas. Mientras la Provincia de Buenos Aires se anotaba otro punto en transparencia y organización comenzando la vacunación en geriátricos y mayores de 70 años gracias a una previsión de absoluto sentido común, anotar con tiempo para saber quién y dónde deseaba vacunarse, bien distinto al desastre porteño o al mar de interrogantes sobre qué pasará aquí mañana cuando se abra la inscripción.
Hasta el viernes a la mañana en la caminata de ida al Centro Cultural Kirchner el presidente y su equipo soñaban cerrar una semana atípica. La campaña de vacunación en marcha, llegada de vacunas, comienzo de clases en algunas provincias, los dólares bolsa y blue barranca a bajo, las mesas de acuerdos de precios y salarios avanzando, medidas contra la especulación del sector de alimentos advirtiendo que no iba a templar la mano para poner en caja a quienes especulan e inflan precios o desabastecen, y el lanzamiento del Consejo Económico y Social que tiene hasta participación internacional eran la agenda. Todo eso vacuno la increíble torpeza de Gines y la inexplicable confesión de Verbitsky.
Cuando el INDEC dio a conocer el índice de precios mayoristas ( 5.6% para enero) el equipo de la Secretaria de Comercio ya había terminado el proceso de inspecciones, las consultas a grandes empresas productoras de alimentos, supermercados y mayoristas y el cruce de datos con la AFIP. Las conclusiones eran terminantes; el proceso de desabastecimiento que vemos cada uno de nosotros en las góndolas de los super tenia responsables y eran los productores y elaboradores no los intermediarios al consumidor. La magnitud del índice mayorista encendió las alarmas y la decisión del presidente de apretar el botón rojo y disparar la imputación a las empresas para que estas tuvieran la oportunidad de defenderse y explicar la situación antes de que lleguen las multas.
Los empresarios reaccionaron rápidamente y acusaron al Gobierno de retomar practicas de Guillermo Moreno. Nada mas alejado de la realidad, Moreno era efectivo por que bajaba al barro junto a ellos y los aprietes eran cara y sin nada por escrito, todo lo contrario de esta oportunidad donde todo se hizo por derecho, a la luz del día y los consumidores nos enteramos claramente con nombre y apellido de quienes estaban realizando maniobras de producción que propendían al desabastecimiento de los productos básicos.
Mientras tanto el trabajo del Ministerio de la Producción en busca de los acuerdos de precios y salarios siguen adelante, después de las mesas para la foto de la pasada semana con las cupulas empresariales y sindicales, los equipos del ministerio siguieron con las rondas y se realizaron 45 encuentros de mesas sectoriales que incluyen a 21 sectores productivos más de 80 cámaras empresariales y 25 sindicatos. Entre los sectores en los cuales se está avanzando en los acuerdos se encuentran el automotriz; textil, indumentaria, calzado y marroquinería; industria metalmecánica; industria naval; equipamiento médico; madera, muebles, celulosa y papel; industrias culturales y Juguetes; industria de motos y bicicletas; proveedores petróleo y gas; química, petroquímica y plásticos entre otros.
Quienes conocen los entretelones aseguran que las negociaciones están avanzadas y remarcan que la imputación a las 11 grandes empresas no solo es justa y necesaria para cuidar a los consumidores, sino también demostrar que está vez va enserio y dentro la ley: "Todos somos buenos, pero si nos controlan somos mejores" recordó la fuente consultada.
El Gobierno de Alberto Fernández sigue apostando al diálogo, pero los tiempos se acortan, el IPC y los índices mayoristas dan idea de que el proceso inflacionario tiene todavía un par de meses más por delante de valores altos complicando el objetivo del Ministro Guzmán de ratificar los 29 puntos como techo anual para el 2021.
El sector agropecuario también recibió señales; dialogamos sí pero controlamos le mandaron decir mientras Gendarmería y AFIP redoblan los operativos en el norte argentino y los contrabandos de cereales (sobre todo soja) en camiones y barcazas empezaron a aparecer como moscas. Nada que no se supiera, lo venimos contando desde hace años aquí, y advirtiendo de la extraña composición del perfil exportador de Paraguay.
La puesta en marcha del Consejo Económico y Social es una apuesta a generar consensos básicos a futuro para el desarrollo del país, pero si no se acomoda el presente es imposible sentar bases de futuro.
El Consejo tiene un primer plazo de funcionamiento de mil días o sea tres años en los cuales los convocados nacionales e internacionales trabajaran sobre 25 metas en cinco ejes estratégicos. La idea no solo es buena sino imposible de criticar, el interrogante es si gran parte de los que están sentados en esas mesas están dispuesto a trabajar en el presente para poder construir ese futuro.
En esta convocatoria para el futuro están sentados muchos de los que hoy son investigados por desabastecer o representantes de los sectores que están seriamente sospechados de hacer todo lo posible por complicar la disponibilidad de divisas contrabandeando cereales o sentándose sobre ellos y varios personajes más que por acción u omisión acompañaron las políticas que llevaron a nuestro país a sus peores momentos. Pensar un futuro distinto debería ser una obligación de todos los actores sociales, el grave problema que sin presente no hay futuro.