Diez años sin Sergio Embrioni, el que inspiró a muchos

Por Walter Gazzo

Hace diez años que Sergio Embrioni decidió irse. La noticia de su muerte, ese 17 de febrero de 2011, nos dejó sin reacción y con mucho tiempo a preguntarnos si no fuimos capaces de ayudarlo.

Fue un tipo generoso. Muchas canciones que dan vueltas por América Latina tienen algún riff suyo. Otras, en tanto, salieron "muy parecidas" a alguna de sus creaciones. Pero nunca le importó demasiado si le copiaban o era factor de inspiración para alguien. Él siempre confió en su arte.

Fue uno de los cuatro que puso la cara y la música en el primer disco de Los Enanitos Verdes. Aún hoy se recuerdan algunas de esas presentaciones, donde la Fender Telecaster sonaba estridente por detrás de todo.

Pero no le fue suficiente. Buscó otro rumbo, otra historia. Y pasó a ser parte de Alcohol Etílico, dueño de canciones que durarán por siempre, como "Una noche de aquellas", que hizo junto a Dimi Bass.

Beatle y Rolling Stone a la vez en una provincia que amaba. Pero se cansó y se fue a un paraíso brasileño que lo cobijó con ganas.

El tiempo lo fue ubicando en otros lugares, en otras responsabilidades.

Mañol pasó a ser su motor de vida y, en el medio, se hacía regalos de esos que sólo los músicos suelen ofrecerse: tocar con sus amigos de siempre, de esos que lo bancaron y lo disfrutaron.

En una de esas vueltas, Walter Neira lo entusiasmó para que hiciera algo en una Vendimia y se tiró nada menos que a ser el director musical de la misma. "Siempre me gustaron las Vendimias pero las miraba de reojo, sin animarme a pensar que podía hacer algo" me comentó un día mientras estábamos en plena entrevista. Y, como buen osado, se metió con algo grande, como crear una nueva versión de "Canto a Mendoza", la histórica marcha que caracteriza a nuestra fiesta mayor.

Así, como generoso que era, nos regaló una versión estupenda, que sacude las tripas, que mueve los pies y que nos hace sentir bien mendocinos. Es la que desde 2006 se decidió usar, de manera oficial.

Hay momentos, flashes, que obligan a recordar a Sergio por siempre. Como cuando bajó del escenario del Bustelo después de cantar con Marciano Cantero, Felipe Staiti, Dimi Bass y Natalio Faingold el glorioso "Lamento boliviano" esa noche del 3 de setiembre del 2010. Estaba feliz. Desde arriba de las tablas le explicó a la multitud que ahí estaban los que le habían dado un nuevo sonido al rock latino.

Después, volvió a compartir con amigos un toque. Fue cuando Chris mostró su disco en el Teatro Plaza y cantó junto a Daniel Carniello, Carlos Sisinni, Adrián Vinacour, Dimi Bass, Pierino Raguso y otros tantos legendarios.

O como cuando Ariel Roth, que pasaba con su gira "Dos Rodríguez" junto a Andrés Calamaro por Mendoza, se obsesionó por la Fender Telecaster -esa misma que estuvo al servicio de Los Enanitos y Los Alcoholes- que estaba viendo en las manos del talentoso Embrioni y terminó comprando.

Siempre fue generoso. Siempre llamó después de alguna entrevista para agradecer la atención. Pero nunca se dio cuenta que el agradecido era yo.

Hace diez años, "El hombre vegetal" decidió irse de nuevo, en busca de nuevos caminos.

Gracias por las canciones.

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