Opinión

Precios, malditos precios

Por Marcelo López. - @marcelopez2202

 Los precios, los malditos precios, siguen siendo un dolor de cabeza para quienes tienen la responsabilidad de gobernar. "No importa cuando leas esto" como dice el dicho puesto de moda en las redes sociales.

El 4 por ciento de inflación en Diciembre (cerrando el último trimestre con 11 puntos) deja una señal de alerta para el arranque del 2021 y pone en riesgo los pequeños síntomas de recuperación de la economía que se venían notando en la última parte del año.

Además existe una preocupación extra; la inflación de diciembre -y la de casi todo el año- fue impulsada sobre todo por el rubro alimentos que creció muy por arriba de la media, generando una tensión social extra a la que ya existe entre los actores del mercado, el Estado y los consumidores.

Parte de esa tensión ya le venimos reflejando en las últimas semanas con el foco en el conflicto con parte del Campo y la incidencia de los precios internacionales en el mercado interno de alimentos.

Ese conflicto transita vías de resolución después de varias reuniones y principios de acuerdo entre el Gobierno y las agrupaciones reunidas en el Consejo Agroindustrial Argentino que se ha quedado con la centralidad de las negociaciones por su amplitud de representación y por la decisión de la ex Mesa de Enlace de transformarse en un brazo más de la oposición política.

Los principios de acuerdo garantizarían el abastecimiento del mercado interno a precios razonables mientras se trabaja en la conformación de fideicomisos que cubran el desenganche de los precios como ya se hizo en el pasado.

Hay algunas ideas interesantes para trabajar en el mediano plazo, como la propuesta por los exportadores de aceites de destinar unos 400 millones de dólares de lo que se recaudará extra por la disparada de los precios internacionales para conformar un fondo anti cíclico que financie los desequilibrios internos que puedan producir los rally alcistas de los commodities, como pasa por estos días, con el consiguiente traslado sin contemplaciones a los valores de los alimentos en el mercado interno.

Sin dudas, más allá de que aún falta un debate de fondo sobre el modelo futuro de compatibilizar exportaciones con mercado interno, la aparición del CAA fue una gran noticia que le trajo racionalidad a la relación entre esos sectores y el Gobierno.

Si el acuerdo avanza y vuelve cierta lógica a los precios de granos, carnes, etcétera, Gobierno, productores y consumidores podrán respirar algo aliviados en el comienzo del año.

Pero en el largo plazo será imposible un combate serio contra la inflación, y sobre todo en los alimentos, si no se trazan políticas de fomento para acercar y potenciar nuevos actores en un mercado hiper concentrado.

Como bien sentenció el ex Sub secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, en el título de su libro publicado en 2013 "Todo precio es político".

Vale la pena traer a estos días un informe del Centro de Economía Política Argentino que en septiembre del año pasado realizo en forma exclusiva para el diario cooperativo Tiempo Argentino y resulta revelador de que la inflación no es solo un problema de mayor o menor emisión monetaria.

Tomamos algunos datos de ese trabajo del CEPA para el diario cooperativo.

El informe señala que en 30 categorías de productos de consumo masivo el 40 % de la facturación - como mínimo - corresponde a una sola empresa y destaca algunos ejemplos. El 89% de la facturación por la venta de repelentes en el área metropolitana de Buenos Aires es de SC Johnson & Son, a través de sus diversas marcas. El 91% de la facturación de caldos y sopas en la misma área entra a la caja de Unilever.

CEPA destacaba en aquel trabajo que cuando se analizan las empresas que dominan ampliamente sus categorías de productos masivos se ve con mucha contundencia como los nombres se repiten, por ejemplo, "Unilever tiene posición dominante en 6 rubros, algunos de ellos con concentración muy alta, como caldos, desodorantes, jabones; otros con concentración alta, como lavavajillas, shampoo y crema de enjuague" y Molinos Río de la Plata, "domina los rubros fideos, de concentración muy alta, y arroz y aceites, de concentración alta".

Pero no solo tienen posiciones dominantes en algunos rubros, sino que se da también el fenómeno de abarcar fuerte participación en una canasta importante de productos. Por caso Unilever tiene presencia en 12 categorías y domina en seis. Arcor tiene presencia en nueve, Molinos Río de la Plata, en ocho, y Procter & Gamble en seis.

De acuerdo con los datos del Indec, a julio del año pasado momento en el que se hizo el trabajo, el fenómeno de concentración también se da en las costumbres de compra de los argentinos; el 84,3% de la facturación por compras en supermercados la realizan ocho empresas cuyas bocas de expendio suman más de 100 mil metros cuadrados. En contrapartida, el 15,7% restante tiene lugar en 93 empresas que cuentan con una superficie. Recorriendo la góndola CEPA detecta que en la Argentina la máxima de que los precios los fija y acomoda el mercado con la competencia es una falacia tan grande como la concentración.

El 89% de los repelentes que se venden pertenecen a Johnson, el 84% de los desodorantes, el 77 de los suavizantes, el 76 de los jabones, el 82% de los jabones para la ropa, el 68 de los detergentes para vajilla y el 89% de los caldos a Unilever, el 89% de los dentífricos a Colgate Palmolive, el 79% de los embutidos a SWIFT, el 77% de los yogures a Danone, el 75% de las gaseosas a Coca Cola, el 90 % de los aceites entre Molinos, Cañuelas y Aceitera General Deheza, el 69% de la leche a Mastellone, el 71% de la cerveza a Quilmes y el 77% de los jugos en polvo a Mendelez. Solo por citar algunos ejemplos

Todas estas tensiones que venimos detallando semana a semana cobran aún más relevancia cuando se cruzan los datos con la Encuesta Permanente de Hogares y se ve que los sectores de ingresos medios bajos y bajos destinan el 40 por ciento de sus ingresos a alimentos.

No hay que ser originales para solucionar algunos de los problemas que aquejan hoy al mercado interno solo hay que mirar al mundo y dejar de mentirnos a nosotros mismos.

Todo lo que usted escuche en la televisión por parte de economistas, políticos de baja lectura y operadores varios es exactamente al revés en mundo civilizado.

Los controles del Estado en Europa, por ejemplo, son fuertes y terminantes. Sin ir mas lejos en España o Francia no puede existir grandes superficies de comercialización en las ciudades (por eso nacieron los modelos de super express) y los de la península ibérica los domingos no pueden abrir sus puertas. El control sobre las cadenas de comercialización y los subsidios de apoyo a los productores son moneda corriente. El "cada uno hace lo que quiere" de la libertad de mercado que nos quieren contar solo existe en los cuentos de Hadas de quienes no quieren perder privilegios desusados en cualquier parte del orbe.

Reformular relaciones, darle poder a los consumidores, generar tribunales apropiados (la pronta puesta en marcha, por fin, del Tribunal de la Competencia es una buena noticia) y un Estado que -como dijo el ministro Guzmán en Entre Ríos- apueste por el dialogo pero sin olvidar de que tiene la responsabilidad de gobernar, pueden ser algunos caminos a explorar para, en el mediano y largo plazo, terminar con el flagelo de la inflación y lograr un mercado interno potente, atractivo y, sobre todo, con consumidores.

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