Camas resentidas y cuentas exhaustas

Sobre el filo de una semana que volvió a marcar récord de contagios registrados de Covid-19 en Mendoza, el gobernador Rodolfo Suárez dejó caer dos advertencias a tono con la preocupante situación sobre el manejo de la pandemia. En primer lugar aseguró que el sistema de salud provincial "está entrando en etapa crítica", lo que implica el resentimiento de su capacidad para hacer frente a la demanda de camas; y en segundo término, no descartó endurecer en el futuro las condiciones de la cuarentena, restringiendo las posibilidades de lo que hoy está permitido.

Ambas conclusiones son corolario de la complicación del escenario sanitario por la circulación comunitaria del virus en Mendoza que aún no permite avizorar un punto de inflexión hacia su descompresión. Ni siquiera confirmar que este sea el pico. Al contrario, todo indica que la curva de casos podría seguir en ascenso y eso es lo que denota la inquietud oficial.

Se trata, justamente, de la semana en la que la Provincia superó los 2.000 casos confirmados (2.194) y la cifra de muertes se acerca a las 50 personas, con un poco más de 500 recuperados. Sin embargo, el número que enciende alertas en Casa de Gobierno es el porcentaje de utilización de camas de terapia intensiva que en Mendoza ya alcanza el 65%.

En realidad, la advertencia no se trata de una novedad ya que está inscripta en la modalidad del "on/off" que el mismo Ejecutivo ha establecido para abrir o cerrar actividades de acuerdo con la evolución de las variables epidemiológicas. En todo caso lo que resalta es la franqueza del estado de situación que impide cualquier especulación al respecto.

En esa misma dirección apunta también la gestión nacional, que fuera de la especial situación en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y Chaco, ha empezado a mostrar su inquietud por la evolución de casos en distintas provincias. Así lo confirmó ayer Carla Vizzoti del ministerio de Salud de la Nación cuando puso el foco además en Jujuy y Santa Cruz, e incluyó a Mendoza en el lote de las jurisdicciones que están registrando más de 40% de positividad. Un "seleccionado" de provincias que además integran Salta, Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego.

La salud y la economía

Pero está claro que los números del sistema de salud no son los únicos que preocupan al gobernador. Casi al mismo nivel se puede incluir a los registros de la situación económica derivada del Coronavirus y que-parafraseando a Suárez- muestran con claridad que las cuentas públicas provinciales también están resentidas. Casi exhaustas.

De hecho, se conoció que la recaudación cayó en el primer semestre cerca del 15% y que pese a la habilitación de algunos sectores productivos, Mendoza no ha tenido en todo este tiempo actividad turística, a lo que debe sumarse la disminución de la explotación petrolera, fuente de ingresos a la Provincia vía regalías.

El propio Suárez había graficado días atrás que en este tiempo Mendoza tuvo una caída del PBI del 16% y la comparó con la crisis del 2001, con la excepcionalidad que aquella de principio de siglo se produjo a lo largo de cuatro años, y que la de ahora fue "en un mes y medio", aseguró. Y lo que es peor, sin horizonte de recuperación a la vista.

La descripción no sería en todo caso tan grave, si se considera que las bajas de PBI son una constante en el mundo y el país entero, sólo que en el caso de Mendoza se da además en el contexto de la renegociación de su deuda externa. En esa dirección, esta semana el ministerio de Hacienda comunicó una nueva extensión del plazo de negociación con los acreedores extranjeros hasta el 28 de agosto.

Se trata de un corrimiento de los plazos para encauzar 590 millones de dólares y aprovechar el reciente impulso que significó el acuerdo general que alcanzó la Nación con la deuda soberana. Justamente, ese cambio de clima internacional generado por haber evitado el default de la Argentina puede operar a favor de las provincias para alinear también sus compromisos bajo el mismo paraguas.

Hasta el momento Mendoza habría conseguido el aval de casi el 60% de sus acreedores que aún son insuficientes para el 75% necesario para firmar la reestructuración tan deseada que traería un gran alivio financiero para Suárez en un año muy complejo.

Está claro que la modificación de los plazos de la negociación apunta a cerrar el proceso de manera exitosa. El asunto ahora se centra en convencer especialmente a tres grandes fondos de inversión de los Estados Unidos que vienen también de acordar su ingreso al canje nacional, lo que con algunas mejoras en la oferta (en especial la tasa de interés) le permiten al ministro de Hacienda, Lisandro Nieri ser optimista en la negociación.

Sin embargo, si de optimismo se trata, se puede aventurar que tal vez esta coyuntura (pandemia, depresión económica y negociación de la deuda) puede ser sorteada con mayores o menores consecuencias, pero ese nuevo punto de partida postpandemia para Mendoza no sólo será traumático por el contexto macro, sino por sus propias debilidades y deformaciones que el Coronavirus ha expuesto con brutal desparpajo.

Así lo ratificó un informe de esta semana del Consejo Empresario Mendocino (CEM) que indica que la Provincia tiene déficit operativo desde hace una década. Es decir que si a los ingresos se le resta el pago de la deuda, lo que sale es más que lo que entra. Y con un agravante: el Estado provincial creció un 40% en el mismo periodo de tiempo, con incremento de variables como por ejemplo el empleo público por encima de "la tasa poblacional" (18,3%) y la presión impositiva que alcanzó al 7,9% del PBG en 2017.

Está claro que el daño colateral que dejará el "Coronacrash", como se llama en el mundo a los efectos socioeconómicos de la pandemia, obligarán a resetear tanto el sector público como el privado. Una crisis que para la Agencia de Comercio y Desarrollo de la ONU se estima tendrá un costo económico de 2 billones de dólares, pero que podría ser aún mayor.

Mendoza no podrá seguir planificando su futuro con las mismas concepciones y herramientas con las que lo hizo hasta ahora. ¿Tendrá nuestra dirigencia, pero también la ciudadanía, la suficiente amplitud como para tomar los riesgos que implica ese desafío? O por el contrario ¿se le seguirá pidiendo cada vez más al Estado y a los sectores productivos para satisfacer una demanda que en algún punto puede ser infinita, sin pensar de qué manera ni con qué recursos se la sostendrá? El desafío está planteado y las próximas semanas empezarán a dar precisión de su magnitud. Hace bien el gobernador en estar preocupado.

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