De chico prodigio a pibe de cabotaje. Así sin más, en un par de horas, el Ministro Martín Guzmán conoció la volatilidad de opinión con la que suelen trabajar los periodistas y econochantas del "capitalismo" argento que se multiplican con la rapidez de los yuyos en paneles televisivos y redes sociales, que a su vez alimentan el río de #FakeNews con la inestimable colaboración de la oposición política responsable del debacle económico-social que vive la Argentina.
La presentación del joven ministro en el hemiciclo de la Cámara de Diputados para exponer sobre es el estado y renegociación de la deuda argentina podrá ser calificada de excelente, buena, mala, regular, pobre, incompleta pero no se podrá negar que se transformó en un hecho histórico que debería servir de antecedente para futuras gestiones.
Es casi una utopía pedirle al promedio de los legisladores argentinos que comprendan la exposición de Guzmán (esto hace recordar la necesidad de una profunda reforma electoral donde sea mas importante discutir la abolición de las listas sabanas que el sistema de voto) pero queda expuesto que el equipo económico tiene cohesión de pensamiento y claridad de cuál es el escenario, las alternativas y la dureza del rival en la mesa de negociación.
No hay tampoco demasiadas diferencias entre lo que se planteó en la campaña y lo que se está diciendo y haciendo ahora.El escándalo mediático por la frase de Cristina Fernández en Cuba durante la presentación de su libro es incomprensible, el mismísimo Alberto Fernández le había dicho a los representantes del FMI en la cara, durante el encuentro en las oficinas de la calle México, que habían violado la carta del organismo y por lo tanto eran corresponsables de la situación.
De la exposición de alto valor simbólico del ministro, por el lugar y el grado de convocatoria, se desprende claramente que el Gobierno está haciendo todos los esfuerzos posibles para que la renegociación sea con el FMI y los bonistas adentro, pero que no hay muchos más caminos que los tres que se trazaron con la renegociación del bono AF20 que tanta expectativa género en la semana.
Este bono es un buen ejemplo de cómo se manejó la toma de deuda descontrolada por el mejor equipo. Se recibía a los fondos de inversión y bancos y poco menos que estos diseñaban los bonos que después Argentina emitía al mercado. El AF20 que reperfiló el Ejecutivo es un buen ejemplo, un bono donde el inversor nunca perdía, un papel dual que ajustaba por CER o por valor dólar lo que más conviniera al inversor. Cuando se licitó el bono al mercado el billete verde cotizaba a 27 pesos, al momento del vencimiento 63. Un negocio que no hubiera imaginado ni el más fantasioso de los apostadores al papel argentino.
El equipo de Economía ofreció cambiar el bono por otro en pesos a tasa razonable a más largo plazo respetando la fabulosa ganancia (contenía la ventaja para el país de comenzar a pesificar deuda) la respuesta de los bonistas fue "No. Queremos otro bono en dólares y en corto plazo", ante la intransigencia la respuesta final fue el reperfilamiento que horrorizó al elenco estable de los sets televisivos.
La realidad es que solo tres caminos tenía el equipo de Economía; pagar sin chistar opción imposible. Emitir para pagar, camino que Guzmán advirtió que no se tomaría o reperfilar con acuerdo o sin acuerdo.
Ese es, más o menos, el mismo escenario para toda la deuda argentina. El gobierno de Alberto Fernández busca que los acreedores, incluido el FMI, entiendan que el camino del default y reperfilamiento a la fuerza por el volumen que adquirió la deuda no es negocio para nadie ya que todos perderían. Al contrario de lo que pasó en 2003 esta vez el festival de bonos y deuda no está tan atomizado lo que concentra la acción principalmente en el FMI y enormes fondos de inversión que en muchos casos son los empleadores de los funcionarios del Ejecutivo anterior.
En este escenario se mueve el Gobierno tratando de "encender la economía" después del apagón masivo entre críticas y reclamos de que no hay plan económico, otra falacia de los comentadores mediáticos. Lo que no hay es una idea de gestión que vaya en el único camino que conocen que es el del ajuste permanente. La definición de Guzmán ante los diputados de que "de las recesiones no se sale con ajuste fiscal" pone los pelos y las ideas de punta a quienes vienen pregonando y fracasando en los últimos cincuenta años con torniquetes cada vez más fuertes a la producción y el crecimiento.
El desafío del nuevo Gobierno no es solo económico sino también político y comunicacional. Un claro ejemplo de con lo que deberá batallar se ve en el aumento segmentado a los beneficiarios de la seguridad social. Si bien el 75% de los jubilados y pensionados y el 87% de la totalidad de quienes perciben algún beneficio (Previsional, AUH, salario familiar) recibirá un aumento mayor o igual que el que hubiera recibido con la Fórmula Pichetto el mensaje de que se ajusta a los jubilados se impone en los medios concentrados, la desmemoriada oposición y las redes sociales.
Es absolutamente cierto que un beneficiario del sector pasivo que cobre 30 mil pesos no es rico, pero también es cierto que el 60% del sector cobra apenas 14 mil y que perdió 20 puntos de poder adquisitivo en el periodo en el que gobernó quienes ahora firman comunicados denunciando "el ajuste a los jubilados", también lo es que un jubilado que hoy recibe 30,40 o 50 mil pesos no es rico ni le sobra pero está bien por arriba del salario promedio de los trabajadores argentinos que dejó la anterior gestión.
Quizás el Gobierno debería apurar algunas medidas para que la sociedad note que los sectores que ganaron fortunas inestimables en los últimos cuatro años (energético, financiero, algunos servicios) también ponen en la mesa del sacrificio. Cortar el circuito de la timba financiera y congelar y rediscutir tarifas garantiza que no seguirán en adelante con esas ganancias siderales pero no se les toca un chelín de lo que forjaron en los años en que trabajadores, jubilados y PYMES caían por miles diariamente en el desempleo, la pobreza o el cierre de sus fábricas y comercios.
En tiempos de hiper comunicación, #FakeNews y negocios multimillonarios la buena voluntad no suele alcanzar para torcer la historia.