Sin una estabilidad que se sostenga con firmeza de ideas y proyectos, los nombres seguirán pasando y la herida que se provocó en la Selección no terminará de cerrarse. Internas, figuras que no brillan como lo hacen en sus equipos y una base endeble, que no termina de encajar propósitos a largo plazo, con trabajos que rindan fruto al corto y mediano tiempo. Argentina necesita un cambio, una oxigenación, una unión que termine de enterrar los fantasmas de una década que no fue fructífera desde el plano futbolístico, donde se retrocedieron varios casilleros. La Copa América, fue la detonación que terminó de aturdir una crisis que ya dejó de ser pasajera.
23 de julio de 2011 - 20:10