Francisco Pérez sigue gozando de buena imagen, aceptación y respaldo, pero está sucumbiendo peligrosamente ante la urgencia de anunciar cosas todo el tiempo. Cárceles, cambios en la Fiesta de la Vendimia, mayor control a las petroleras...
Él es el más activo funcionario del Poder Ejecutivo. Se puede afirmar, sin temor al error, que verdaderamente se ha puesto la provincia al hombro. Nadie le sigue el ritmo. Y justamente por eso debe tener cuidado con los enunciados, con dar muchos títulos que después queden en la nada porque no dependen exclusivamente de él sino de sus equipos y del gobierno de Cristina Kirchner en gran medida porque la situación financiera provincial es delicada.
Ya le pasó, antes y después de asumir. Cuando dijo que no tendría ministros mayores de 45 porque se vendría "la mayor renovación generacional que haya vivido el peronismo de Mendoza", y cuando en su discurso del 9 de diciembre anunció un seguro de salud que será imposible de implementar. Dos ejemplos de una lista más larga.
Ahora hay dos temas que Pérez lanzó al debate sumamente interesado en que avancen paralelamente, no por carriles separados como tiempo atrás, y que por ambos haya una sola negociación y acuerdo entre oficialismo y oposición.
Se trata de la reforma política y la constitucional. Sobre todo, que se permita la reelección del gobernador. Paco lo ha admitido hacia adentro del Partido Justicialista y ha arengado a los dirigentes a buscar ese cambio. No hay quien lo niegue entre los compañeros. Pero el camino para llegar es espinoso. Es una idea atrevida en tiempos difíciles. Ningún otro gobernador lo logró. Si Pérez lo hace, pasará a la historia también por eso.
El presidente del radicalismo en Mendoza, el intendente Alfredo Cornejo, ya salió a fijar su postura. Admite la reelección, pero si Pérez no busca la suya propia. Raro en él, que se ha caracterizado por decisiones valientes. Está claro que la UCR piensa que volverá al poder en algún momento. Hoy por hoy, la reelección es lo que traba la discusión y es lamentable porque hay una infinidad de temas relevantes dentro de esa mentada modificación a la Carta Magna.
Desde el PJ el apoyo es más unánime, aunque con la premisa de que "todos los candidatos puedan buscar extender sus mandatos indefinidamente". O sea, nada de limitar la perpetuidad de los intendentes ni los legisladores, mayoritariamente manejados por los jefes comunales. Así lo ven Rubén Miranda y Alejandro Abraham, quien la semana pasada se juntaron a charlar largo y tendido del asunto.
Ellos insisten en poner de relieve "cómo vemos Mendoza" para renovar la Constitución. Y en ese mirar hacia adentro es donde Abraham se animó a hablar de matriz productiva, diversificación, energía y minería. Éste último es el tercer tema que se impone por estas horas en el ambiente político.
Aunque de ese Pérez no quiere hablar. Cuando era candidato maniobró en la Legislatura y sacó de debate a la minería mandando a cajonear el proyecto San Jorge que se proyectaba en Uspallata, Las Heras. La arrancó de cuajo de la pelea electoral. Y nada indica ahora que eso cambiará, al contrario.
Aunque, sin embargo, surge un interrogante. ¿Cuán inmune podrá permanecer el gobernador a la discusión minera, siendo que la propia presidenta Cristina Kirchner está hablando de eso? Lo hizo la última vez que vino a San Rafael y lo repetirá seguramente en febrero, cuando visite la empresa VALE en Malargüe. ¿Qué hará Pérez entonces? ¿Qué hará el PJ? Ojalá sea hablar. No hay posibilidades de que esta provincia crezca económicamente sin actividad minera y también petrolera.
