Estampas diarias de una de las zonas más bonitas de la Península Ibérica.
Estampas diarias de una de las zonas más bonitas de la Península Ibérica.
Los pueblos blancos, encajados en las serranías con sus aires moriscos, forman una ruta de exotismo muy cercano. En la imagen, una pareja pasea por las calles de Vejer de la Frontera.MARCELO DEL POZO REUTERS
En la serranía de Cádiz, una mancomunidad de 19 ayuntamientos ha convertido la Ruta de los Pueblos Blancos en una suerte de marca registrada. En la imagen, las personas asisten a la procesión de la Vírgen de los Ángeles, en Grazalema.MARCELO DEL POZO REUTERS
Los estrechos laberintos creados son una vuelta en el tiempo a la época de Al-Ándalus. Muchos de los nombres de los pueblos son de origen árabe, como Alcalá, que significa 'castillo'. En la imagen, un burro detrás de una pared en el pueblo blanco de Olvera.MARCELO DEL POZO REUTERS
Otra alusión a su pasado antiguo es el frecuente sufijo 'de la Frontera' o 'de la Frontera', que se remonta a cuando España se dividió entre territorios cristianos y musulmanes. En la imagen, una mujer sale de su casa, en el pueblo blanco de Arcos de la Frontera.MARCELO DEL POZO REUTERS
Se podría detectar una plantilla o patrón para todos los Pueblos Blancos: el mismo cuño físico y la misma secuencia histórica. En la foto, una vista panorámica de Setenil de las Bodegas.MARCELO DEL POZO REUTERS
También su biografía parece calcada: oscuros orígenes romanos o anteriores, resistencia en manos árabes, conquista cristiana y floración espontánea de conventos, siglos de frontera (también el concepto de frontera, que da apellido a muchas de estas poblaciones, podría servir de argamasa, como la cal), rutina campesina, en fin, a beneficio de señores, y apartados de una historia mayormente lejana y ajena. En la imagen, un almacén recibe los últimos rayos de sol, en Setenil de las Bodegas.MARCELO DEL POZO REUTERS
La estampa general es la piel del tópico: un castillo auxiliado por un campanario o espadaña de parecidas ínfulas para mantener apaciguado el nudo de callejuelas en cuesta y el revoltijo de casas, con sus tapias encaladas, sus tejas anaranjadas y rejas de luto, sus macetas de geranios y sus matas de azahar, sus árboles (pocos), su silencio. En la imagen, una mujer entra en una iglesia el día de su boda, en Espera.MARCELO DEL POZO REUTERS
Las fiestas locales van desde procesiones religiosas, en las que los hombres acarrean estatuas adornadas por los pueblos a las corridas de toro, en las que los participantes intentar escapar de sus cuernos. En la imagen, una novilla sigue a un corredor durante el 'Toro de Cuerda', celebrado en las calles de piedra de Villaluenga del Rosario.MARCELO DEL POZO REUTERS
Son pueblos, en general, que conviene tentar a bulto, como ya advirtió Bécquer y se ha repetido tantas veces. En la imagen, mujeres llevan una prenda llamada 'cobijada', en Vejer de la Frontera.MARCELO DEL POZO REUTERS
Vistos de cerca, puede evaporarse la magia que concitaba la pincelada impresionista. Y no todos siguen a pie juntillas la plantilla del tópico; mejor dicho, algunos pueblos la engordan con detalles y opulencias singulares. Un azulejo con la Virgen de Fátima colocado en la fachada de una casa en Arcos de la Frontera.MARCELO DEL POZO REUTERS
Tal es el caso de Prado del Rey, que hunde sus raíces en la ciudad romana de Iptuci, un yacimiento arqueológico de gran interés declarado Bien de Interés Cultural. En la imagen, un trabajador de la salina Iptci toma un descanso, en Prado del Rey.MARCELO DEL POZO REUTERS
Otro pueblo ineludible es Olvera; la estampa, a bulto, se parece no poco a la de Arcos, con la iglesia y el castillo remansando la crecida de viviendas. En la imagen, piezas de vidrio incrustadas en la pared de una casa en Olvera.MARCELO DEL POZO REUTERS
A los pies de un impresionante macizo rocoso se enclava Villaluenga, el pueblo más alto de toda la provincia. En la imagen, fabricantes de queso sujetan una bandeja con quesos elaborados con leche de cabra Payoya, en Villaluenga del Rosario.MARCELO DEL POZO REUTERS
Los vecinos siguen blanqueando sus hogares, normalmente una vez al año, antes de las fiestas patronales, cuando en las calles venden "capanclá", versión gaditana de "cal para encalar". Una maceta en una pared recibe rayos de sol, en Olvera.MARCELO DEL POZO REUTERS
Los Pueblos Blancos son una oportunidad única para conocer el inmenso patrimonio histórico, cultural y natural del sur de España. En la imagen, vista nocturna de Zahara de la Sierra.MARCELO DEL POZO REUTERS