Apenas 40 días después de las PASO en la Ciudad de Mendoza, el oficialismo descorcha champagne y habla de una tendencia nacional, con una contundente victoria en Salta.
Telam
El juego de la timba electoral empezó por Febrero precisamente en esta ciudad. En aquel momento el contundente triunfo de Rodolfo Suarez fue la justificación para que los otrora Boinas Blancas, hoy Boinas Amarillas o Arco Iris usted elija- nos afirmaran que un ciclo había terminado. Estaba muerto y enterrado.
Apenas 40 días después el oficialismo muerto y enterrado- descorcha champagne y habla de una tendencia nacional, con una contundente victoria en Salta.
Ni el municipio de Capital, ni la provincia de Salta son el país. Ni mucho menos.
Muestras sobran de como el Gobierno Nacional, no solo no abandona la agenda mediática, sino sigue siendo el dueño absoluto de la agenda política e institucional del país, frente a una oposición que no solo no acierta a plantear un proyecto, sino que además ha perdido toda capacidad de acción propia transformándose en una repetidora de los temas que se proponen desde otras usinas de poder.
Es cierto que ni la Ciudad de Mendoza, ni la provincia de Salta representan el país. Pero también es cierto que, a juzgar por lo que se ve, el país se parece más a La Linda que a la Ciudad en flor.
Los sondeos de opinión, focus group etcétera, que encargan permanentemente políticos y empresarios y que no son los que trascienden dan cuenta de eso. La imagen de la presidenta y del Ejecutivo nacional siguen teniendo una fortaleza desusada para un gobierno que lleva 12 años en el poder y está en sus últimos 7 meses. Mientras del lado de la oposición no aparecen referentes claros que puedan presentarse como la contracara real de Cristina Fernández de Kirchner.
Hace unos días Omar De Marchi en un acto de sinceridad brutal le confeso a este periodista palabras más palabras menos; decimos que este gobierno no dialoga, no convoca. Pero si nos convocará hoy la oposición no tiene un referente claro y fuerte para sentarse a hablar con el Gobierno.
Otra cosa son los sondeos electorales. Allí definitivamente se ha desvirtuado absolutamente todo. Nada es creíble y lo que es peor nada está bien hecho.
Cuando uno se encuentracon los formularios con que los encuestadores llaman a los teléfonos (no crea mucho cuando le dicen que las encuestas son presenciales) lo primero que se observa es que como demuestran un notable desconocimiento de los encuestadores de las realidades locales.Están claramente delineados a preguntar por tal o cual nombre, no hay interes en investigar por ejemplo si en la decisión ciudadana pesa más el nombre o el partido, si el Intendente o el gobernador, si hay voluntad o no de cortar boleta y así una larga lista de etcéteras que hacen dudar de cualquier número que llegue a uno.
Cada eslabón de la cadena de elecciones será tomado de aquí a octubre como si fuera la definitiva y cada quien la festejará como si fuera la última batalla y nadie puede dudar que está muy bien que así sea.
Pero la única verdad es la realidad y de acá a octubre queda un largo camino que todavía puede sorprender a más de uno.