El avance urbano sobre el piedemonte altera el equilibrio ecológico y la variedad de estas especies, advierte una científica del CONICET.
El avance urbano altera el hábitat de los arácnidos: advertencia del CONICET sobre el piedemonte
Mendoza cuenta con un ecosistema natural tan diverso como valioso. Sin embargo, al igual que en otras regiones del país, ciertos desequilibrios pueden alterarlo significativamente. Este fenómeno se evidencia en el piedemonte mendocino, donde el avance urbano ya está afectando a los arácnidos que habitan en la zona, según advirtió Julieta Ledda, científica del CONICET, especializada en biodiversidad y entomología.
Aunque las arañas son los arácnidos más conocidos, este grupo también incluye a escorpiones, ácaros, solífugos y opiliones, entre otros. Todos ellos cumplen una función ecológica fundamental como depredadores naturales, que ayudan a controlar poblaciones de insectos, vectores de enfermedades y especies invasoras.
Sin embargo, en los últimos años se han registrado cambios notorios en el uso del suelo y un avance desordenado de la urbanización sobre zonas naturales del piedemonte. Esto no solo implica la pérdida de cobertura vegetal nativa, sino también una ruptura del equilibrio ecológico: especies locales que desaparecen y otras nuevas, más adaptables, que ocupan su lugar.
Frente a este panorama, Julieta Ledda -especialista del CONICET en el Laboratorio de Entomología del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.), investiga cómo la transformación del paisaje afecta directamente a la comunidad de arácnidos y, en consecuencia, a la biodiversidad mendocina en su conjunto.
“El piedemonte nos otorga beneficios como la regulación climática, ya que la vegetación nativa actúa como barrera frente a la erosión del suelo y los aluviones, y además provee hábitats para artrópodos benéficos que ayudan al control biológico”, explicó Ledda. Sin embargo, advirtió que estos organismos “son sensibles a los cambios ambientales”, lo que los convierte en indicadores ecológicos valiosos para evaluar el impacto urbano.
La científica también destacó cómo el tipo de manejo en los jardines urbanos puede influir negativamente en la conservación de especies nativas. “Disminuir la estructura de la vegetación en zonas urbanas hace que los arácnidos nativos se vean desfavorecidos”, señaló. Por eso, propone fomentar jardines con vegetación autóctona o con mayor complejidad estructural, lo cual permitiría conservar la fauna local y limitar la expansión de especies cosmopolitas, aquellas que prosperan en ambientes modificados por el ser humano.
El avance urbano no solo desplaza especies nativas, sino que favorece la llegada de nuevas. Ledda citó el caso del Tityus carrilloi, un escorpión que no estaba presente en Mendoza hasta hace pocos años. “Se cree que ingresó a través del transporte de madera desde otras zonas del país. Aunque no se dispersa fácilmente por sí solo, puede establecerse en entornos urbanos”, indicó.
En sus estudios, Ledda también pudo comprobar que la zona natural del piedemonte presenta una mayor riqueza y diversidad de arácnidos que los espacios urbanos. En las ciudades predominan los ejemplares cosmopolitas, más resistentes al cambio, mientras que las especies locales tienden a desaparecer.
“Los arácnidos cosmopolitas toleran y prosperan en ambientes modificados por el ser humano, lo que implica el desplazamiento de especies nativas”, concluyó la becaria.
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