Análisis

Tras la pandemia el mundo se moviliza para conservar derechos

Millones de ciudadanos en las calles de Europa y Latinoamérica reflejan que post pandemia sociedades desarrolladas y en desarrollo dan batalla por sus derechos.

Por Marcelo López Álvarez

Un mundo movilizado, alterado, un comercio internacional cambiante, nuevas formas, nuevos métodos, necesidad de salir a las calles, mayor decisión de cuidar lo nuestro, algunas de las cosas que se hicieron carne post pandemia.

La post pandemia convive con una economía inestable, que aún no se recupera del párate nunca visto con anterioridad y que dejó no un mundo mejor y más solidario sino más bien consolido y profundizo las desigualdades.

Millones de franceses movilizados en París y las principales ciudades del país galo. Más de medio millón de trabajadores y trabajadoras británicos también en las calles londinenses y paralizando los servicios, los madrileños movilizados por su salud publica y así se puede repetir el escenario en distintas ciudades europeas.

En general las movilizaciones tienen similitud con las que ocurren en por estos lares, la defensa de derechos que pretendes ser aniquilados en pos de una supuesta recuperación económica después de la pandemia.

Lo millones de la franceses en las calles se oponen tenazmente a la reforma previsional que plantea el gobierno de Emmanuel Macron que propone subir la edad jubilatoria de los 62 a los 64 años y cotizar (aportar) 43 años en vez de 42 para cobrar la pensión completa en una sociedad europea que cada década aparece más avejentada.

Con dos movilizaciones ya en la mochila (el 19 y el 31 de enero) y dos convocadas para el 7 y el 11 de febrero (que coincidirán con una huelga de 72 horas a partir del 6 de febrero en las refinerías y con otra los días 7 y 8 en el servicio de trenes de la empresa estatal SNCF y en el transporte público de París) las calles francesas son un escenario de sociedades que no están dispuestas a dejar de lado derechos por culpa de la economía que dejo la pandemia o en todo caso por el manejo que han hecho los estados y los centros del poder de un momento critico de la humanidad que, según los manifestantes en toda Europa y muchos intelectuales, solo lo utilizaron para maximizar sus ganancias.

Entre tantos carteles que se vieron en las movilizaciones uno parecía el más claro en el mensaje al Gobierno y los parlamentarios franceses: “Si nos dan un 64 les devolveremos un 68”, en referencia clara al Mayo Frances.

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Pasada la pandemia millones de ciudadanos salen a las calles. En París más de un millón de trabajadores y trabajadoras se movilizaron en las últimas horas contra la reforma previsional.

Pasada la pandemia millones de ciudadanos salen a las calles. En París más de un millón de trabajadores y trabajadoras se movilizaron en las últimas horas contra la reforma previsional.

En Inglaterra, ayer, millones de personas se vieron afectadas por el paro de transportes, docentes, funcionarios y trabajadores del sector público, en la mayor protesta sindical coordinada de los últimos diez años en el reino.

Medio millón de trabajadores, incluyendo maestros de escuelas y profesores universitarios, conductores de trenes y colectivos, adherían a la huelga, que paralizaba también aeropuertos y museos y oficinas públicas.

Las huelgas, que sorprenden a los británicos, llegaron tras meses de medidas de fuerza menores en una creciente pulseada entre el Gobierno y sindicatos por salarios y condiciones de trabajo, en medio de una inédita inflación en parte por la guerra en Ucrania, el Brexit y los efectos de la Pandemia.

Los medios europeos advierten que no es una huelga general como la de 1926 que realmente paralizo a la isla (hoy es casi imposible por las regulaciones impuestas por Margaret Teacher) pero se le parece mucho y se regodean asegurando que el conflicto profundiza la imagen de decadencia en que está inmerso el país, con una economía debilitada y un Partido Conservador en el Gobierno agotado.

El foco del conflicto ingles es el aumento salarial que aprobó el Gobierno que ronda la mitad de la inflación anual (los docentes, por ejemplo, recibieron un 5.2% de aumento contra un 11 de inflación) justificándose en la crisis económica y los efectos de la pandemia. El premier Rishi Sunak ( al igual que nuestra derecha y liberales vernáculos) es otro especialista en prometer futuros venturosos que nunca llegan después de desiertos esperanzadores.

En España la sociedad madrileña sigue en píe. Las imponentes manifestaciones, pocas veces vistas en Madrid, de 300 mil ciudadanos en las calles para reclamar por la casi desaparición de la salud pública que lleva adelante la gestión del PP (por estos días en manos del miembro del Opus Dei José Luis Martínez-Almeida) situación que tuvo su máxima expresión en la pandemia.

Los conflictos armados europeos se llevan las tapas de los medios y son ideales para invisibilizar el verdadero y profundo conflicto que no es otro que el malestar de las sociedades. No con la guerra sino con las situaciones de desigualdad en el reparto de la renta que la pandemia profundizo a niveles nunca vistos. Los informes internacionales que reflejan el crecimiento de la brecha en las capas más ricas y las más pobres de las sociedades son terminantes, al fin de la pandemia el 10% de la población más rica concentra ya el 52% de las rentas y el 76% de la riqueza del planeta, mientras que el 50% más pobre solo capta el 8% de los ingresos y el 2% del patrimonio. Según un informe de Oxfam en los últimos dos años, los diez hombres más ricos del planeta duplicaron su fortuna al pasar de 700.000 millones de dólares a 1.5 billones de dólares.

Los conflictos latinoamericanos de estos días enmarcados en un trasfondo político no son otra cosa que emergentes de las mismas desigualdades. Hoy el Mundo avanza hacia una inestabilidad importante de duración indeterminada algo de lo que los dirigentes políticos locales (no importa el color o bandera) parecen no tomar nota. Mientras piensan demasiado en la próxima elección poco se sabe de qué harían para gobernar en un mundo que nadie se anima a pronosticar.

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